Posted by : El día del Espectador octubre 04, 2013

HUGO MUGNAI

 
Alfonso Cuarón ha vuelto y eso siempre es de agradecer. Y es que el cineasta mexicano se hace desear. Tras siete años desde el estreno de su última película -la fantástica Los Hijos de los Hombres (2003)- Cuarón nos trae Gravity, una de esas películas espectaculares que cuesta olvidar.


Gravity es la historia de dos astronautas; el veterano Matt Kowalski (George Clooney) y  la ingeniera médica Ryan Stone (Sandra Bullock), que son víctimas de una lluvia de “chatarra espacial” mientras realizan tareas técnicas en su estación. Durante la tormenta, Stone es golpeada por uno de los fragmentos y sale despedida, alejándose de su compañero a toda velocidad hacia la inmensidad del espacio.

Con la cámara, Cuarón sabe lo que se hace
Porque indudablemente uno de los protagonistas pasivos de la película es el espacio; ese entorno infinito e indefinido que rodea a los personajes durante todo el metraje. Es ahí, en la representación de ese entorno ilimitado donde Cuarón exprime al máximo su talento técnico y demuestra por qué es uno de los mejores directores a la hora situar y mover la cámara. Como ya hiciera en su anterior film, decide arrancar los primeros minutos con su especialidad: un plano secuencia. Y es que  su capacidad para trabajar “sin cortes”, combinada con planos subjetivos y efectos de sonido perfectamente medidos hacen de Gravity una maravilla técnica.

Podría parecer que el uso de múltiples planos secuencia durante toda la película es excesivo, un alarde técnico innecesario; pero por el contrario, su uso permite sumergir al espectador en ese escenario eterno y sentarlo en una montaña rusa de emociones, llevándolo a la angustia por la situación desesperada de sus personajes. Porque Gravity es eso, un continuo salir de la sartén para caer en las brasas que sin embargo no llega aburrir en ningún momento.


Y por si fuera poco, el director de Y tu mamá también (2001) opta por usar el 3D (con cierto tutelaje de James Cameron, todo sea dicho) a pesar de los riesgos que supone con respecto al público, que se muestra cada vez más reticente a este tipo de técnica. Pero la jugada le sale bien, y gracias a ello podemos disfrutar de uno de los mejores 3D de los últimos años (quizá el mejor desde Avatar, si los fans del Hobbit nos lo permiten).

La elección de Sandra Bullock, ¿un error?
Pero no es oro todo lo que reluce y quizá la película se aleje de ser una obra maestra por su endeble desarrollo de personajes. Amén del hecho de que se ha usado a George Clooney como reclamo cuando no deja de ser un personaje muy secundario (y cuya elección era bastante prescindible), el papel de la doctora Ryan Stone cae inevitablemente en el tópico y el sensiblerismo barato, tratando de emocionar al espectador con su dramático pasado sin demasiado éxito. Y es que quizá la elección de Sandra Bullock como protagonista no haya sido la más acertada (a pesar de que la taquilla discrepe), pues se trata de una actriz que se ha dedicado a crearse una imagen en Hollywood durante años y puede resultar difícil verla con otros ojos en Gravity. Pero no se la puede culpar al cien por cien por ello, porque el texto tampoco ayuda; un guión genial en la acción queda bastante cojo en los diálogos, incluyendo monólogos sentimentales poco originales y presentando personajes planos y estereotípicos.


Por eso decimos que Alfonso Cuarón es, hoy día, uno de los mejores directores a nivel técnico; porque si bien sus protagonistas son algo grises y poco desarrollados, su capacidad para atrapar y narrar con imagen y sonido logra hacernos pasar por alto todo ello e introducirnos en sus tramas como si las estuviéramos viviendo. Por todo ello recomendamos sin dudarlo Gravity, una película que te abduce para mantenerte en ingravidez durante hora y media. Puro cine.


Nota: 7’5

Leave a Reply

Subscribe to Posts | Subscribe to Comments

- Copyright © El Día del Espectador - Date A Live - Powered by Blogger - Designed by Johanes Djogan -