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- To the wonder: a la búsqueda del paraíso perdido
Posted by : El día del Espectador
abril 18, 2013
Se ha creado la opinión generalizada de que si crees que
Terrence Malick te toma el pelo eres normal y si te gusta eres un esnob. Tras El árbol de la vida mucha gente quedó
espantada y no ha ido a ver To the wonder
por considerarse “normal”. No seré yo el que juzgue quién es normal y quién no
en función de si te gusta o no Malick. Yo mismo quedé espantado al ver a
aquellos dinosaurios, pero La delgada
línea roja me llegó muy hondo y decidí darle una oportunidad a su sexta
película en 30 años. Desde aquí quiero defender su forma de hacer cine, sin
intentar parecer esnob y sin menospreciar a aquellos a quienes no les guste. Y
quiero hacerlo intentando entender la obsesión que tiene Malick por un tema
concreto: la búsqueda del paraíso perdido. Y es que la palabra “paraíso” no es
casual, ya que incluye una serie de connotaciones espirituales, religiosas,
panteístas y estéticas.
Empecemos por las espirituales. En To the wonder tanto el personaje de Ben Affleck como el de Olga
Kurylenko y Rachel McAdams buscan ese lugar en su interior en el que por fin
puedan estar en paz. En distintos momentos de la película se encuentran en ese
sitio y su felicidad suele ser plena, como pasa con Jim Caviezel en aquella
isla del Pacífico (La delgada línea roja).
Sin embargo esa plenitud deja paso a la desolación en la que los personajes
vagan sin rumbo hacia lo desconocido. Malick se pregunta cómo podemos estar en
paz con nosotros mismos, como podemos amar y ser amados sin sufrir, cómo
disfrutar de la vida con lo que tenemos o si podemos aspirar a más…
Ese “más” al que aspira Malick es también un paraíso religioso.
El claro ejemplo en To the wonder es
nuestro compatriota Javier Bardem, que interpreta a un cura que busca a Dios sin
encontrarlo. Dios, o una divinidad genérica, es un anhelo de algunos personaje
en las películas de Malick, como de Jessica Chastain en El árbol de la vida, es otra forma de encontrar esa paz interior y
sentirse de nuevo plenos.
Esa divinidad genérica a la que he aludido se puede
confundir con el tercer paraíso perdido, el panteísta. La naturaleza es Dios,
pero no el cristiano, si no una forma de trascendencia que va mas allá del
monoteísmo. No hay una sola película de Malick sin descripción de la naturaleza:
la casa árbol de Malas Tierras, el
campo de Dias de cielo, la selva de La delgada línea roja, la América virgen
de El nuevo mundo, el universo en
formación de El árbol de la vida o el
sol en To the wonder. El sol es uno
de los grandes símbolos de este panteísmo, ya que con su luz ilumina todo y su
ciclo es inmutable. El sol puede calentarnos y reconfortarnos, y Malick siempre
nos lo enseña al anochecer, un momento de sosiego para los personajes. En esos
momentos, encuentran su propio paraíso.
El último que el director texano persigue es el paraíso estético.
Malick concibe el mundo como un lugar hermoso, se mire por donde se mire y sea
lo que sea lo observado. Sus películas rozan el video arte y con frecuencia son
tachadas de mero esteticismo vacío, pero nada más lejos de la realidad. Sus
cámaras liberadas de ataduras y con libertad de movimiento, combinadas con una
fotografía siempre pasmosa y un montaje que solo permite estar atentos al flujo
de imágenes crean un concepto hermoso del universo en el que somos afortunados
de existir.

P.D.: normalmente pongo una nota a las películas al final
de mis críticas, pero To the wonder
es muy difícil de reducir simplemente a un número entre el uno y el diez. Por
tanto, me limitaré a decir que yo sí que la he disfrutado.