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Posted by : El día del Espectador
octubre 01, 2012
HIMAR R. AFONSO
La versatilidad de la filmografía
de Oliver Stone se ha traducido, en diversas ocasiones, en un síntoma de
irregularidad; siempre con opiniones dispares, el cine de Stone pocas veces (si
es que ha habido alguna) ha sido aceptado por todos. Siendo Platoon
(1986), quizás, una de las mejor valoradas, el director norteamericano no ha
tenido al público siempre de su lado, pese a ser un cineasta ganador de tres
premios Oscar. La Academia, en esta ocasión, ha valorado el trabajo del
veterano de Vietnam, casualmente con dos películas dedicadas al tema: la
mencionada Platoon y Nacido el cuatro de julio (1989).
Pero los tiempos cambian y los
cineastas pierden crédito. Las últimas películas de Stone (documentales a parte)
han pasado sin pena ni gloria y, si bien no han sido maltratadas por la
taquilla, sí que lo han sido por la crítica. El caso más duro fue Alejandro
Magno en 2004, película que llegaba en un momento en el que se había puesto
de moda el cine épico (otra vez) y que había creado unas expectativas erróneas
para el que, humildemente afirmo, es probablemente su mejor trabajo.
En 2012 ha vuelto a la gran
pantalla con Salvajes, un thriller de amplio reparto e igual de versátil
en su propuesta como la propia filmografía del director. "A priori", puede
parecer una película de acción para adolescentes, con niñatos y niñatas armados
hasta las cejas. Pero la obra esconde una identidad más que interesante que
resulta francamente satisfactoria.
La historia, adaptación de la
novela de Don Winslow, gira entorno a un trío amoroso (dos amigos comparten
novia y viven todos juntos); ellos llevan años dedicándose al tráfico de drogas
en California pero, de pronto, una mafia mexicana que busca ampliar fronteras
en su mercado, les pide colaboración; tras la negativa de ellos, secuestrarán a
la chica y narradora de la historia para pedirles grandes cantidades de dinero.
Pese al carácter narrador de la protagonista (una de ellas), el foco del relato
es bastante libre, dada la importancia y la potencia de todos los personajes,
en especial de los secundarios (el otro trío de la película: John Travolta,
Salma Hayek y Benicio Del Toro).
Y en el momento del secuestro, la película
toma un rumbo frenético que no llega a sobrarse de acción. Pero resulta
frenética por la versatilidad de la que antes hablábamos, las escenas se
combinan entre la acción pura y dura, junto con escenas de una violencia
contundente, amor desinteresado, malos con sentimientos, buenos hipócritas y un
Travolta medio calvo que da el toque de “humor” (entre comillas porque también
asiste a escenas violentas) al conjunto de la película. La selección musical
también ayuda a generar esta dualidad entre seriedad y comedia, otorgando mayor
impacto a las escenas violentas, y sin llegar a ser una película protagonizada
por Martin Lawrence.
La rubia Blake Lively, protagonista e incipiente estrella |
La película se equivoca en su
intento de darle una profundidad crítica al relato a partir del concepto
“salvaje”, que da título al filme. A través de la narradora (en una falta de
sutileza alarmante) trata de reflexionar sobre la vida de ese grupo de personas
cuyo mundo sin ley les obliga a comportarse como animales, a vivir al límite; y
con un final extraño, que no llega a destrozar la película (por poco) pero que
tampoco te deja satisfecho, la obra se cierra dejándote la sensación de haber
asistido a algo importante. Pero no lo es. Es un thriller de mucha calidad
técnica, con un trabajo de realización interesante, un montaje dinámico que no
llega a ser el desorden de Un domingo cualquiera (1999) y en el que se
combina la música y el “espontáneo” cambio a blanco y negro de una forma
impecable. Si asumimos que la obra de Stone se compone de buenos y malos
trabajos, Salvajes entre los buenos, pero no será importante.