Posted by : El día del Espectador abril 04, 2013


HUGO MUGNAI


De la mano de la BBC nos llega esta miniserie británica que apuesta por el fenómeno zombie. Estrenada el pasado mes de marzo, la cadena británica más reputada emitió en tres capítulos de entre 50 minutos y una hora, una historia situada en el ficticio pueblo de Roarton, en el sur de Inglaterra, en un mundo asolado por un apocalipsis zombie.


Lo que a simple vista puede parecer “otra serie de zombies”, es en este caso una apuesta distinta. Y es que, si estamos habituados a ver como el mundo se derrumba en manos de los no-muertos, en el caso de In the flesh la historia cuenta cómo, tras un tratamiento médico, los revividos vuelven con sus familias y este retorno supone un trauma para los distintos hogares.

La narración comienza con el retorno de Kieren, un joven introvertido que tras recibir el tratamiento vuelvecon sus padres y su hermana Jemima al pueblo en el que creció. Pero el conflicto surge cuando Kieren descubre que durante su ausencia, en el pueblo se ha formado el HVF (Human Volunteer Force, Fuerza de Voluntarios Humanos en inglés), un improvisado ejército de pueblerinos que se han dedicado durante meses a acabar con los muertos vivientes y del que ha formado parte activa su hermana.



Así la comunidad de Roarton se enfrenta a la reinserción de los regresados con hostilidad y temor, considerándolos como el mismo diablo y culpándolos de las muertes que provocaron cuando estaban en estado rabioso.

La serie, divida en tres capítulos, se presenta como una suerte de film fraccionado, una muestra del tipo de ficción que más éxito está teniendo actualmente en Reino Unido con series como Sherlock o la alabada Black Mirror, dónde las temporadas constan apenas de tres capítulos de una hora aproximadamente, pero con una gran calidad audiovisual tanto en cuanto a producción como en lo referente a guión.

Lo más sorprendente tal vez sea la explotación del manido recurso de los Zombies, liderado actualmente por la serie americana The Walking Dead (AMC), especialmente en Reino Unido dónde tal vez no haya sido un “género” tan habitual como en Estados Unidos que ya lo considera “de culto”. Así, la apuesta rompe desde el inicio con lo previsible.

Pero aunque In the flesh trata la parte más humana del conflicto que supone el retorno, tiende a caer en agua de borrajas, incurriendo en varias ocasiones en el melodrama más sencillo con escenas forzadas de lágrima fácil y un uso de la música que si bien a veces es muy acertado (como en la escena de cierre de la serie), en otras ocasiones roza el pasteleo más repelente (sobre todo en una serie de la que se espera más sangre y vísceras que chicos sensibles).

Así que el mayor acierto de la serie es dejar a un lado la acción (sin olvidarla por completo) y centrarse en las personas, en los conflictos morales internos y externos que se producen con la catástrofe y el modo de “repararla”. Así los personajes cobran importancia por encima de los hechos. Pero el problema es que los personajes están pobremente definidos, algunos tímidos, otros duros, otros intolerantes...pero muy limitados dentro de sus estereotipos. Además de que en lugar de evolucionar tienden a volverse contradictorios, tomando una decisión y al instante siguiente la contraria, cómo si tuvieran continuas epifanías que en realidad confunden al espectador y le restan credibilidad al argumento.


Tal vez su mayor virtud resida en el subtexto, en el dilema que plantea y que supone la aceptación de lo desconocido, de aquello que antes se percibía como enemigo, como peligroso y dañino y ahora tiene que ser aceptado o supondrá el colapso de todo lo que se creía familiar y conocido. Así las diferentes mentalidades chocan como trenes, llevando la acción a través del conflicto que supone enfrentar puntos de vista tan opuestos, donde, al fin y al cabo reside el interés de todo conflicto humano.

Podemos concluir con que si bien la idea que plantea y el mundo post-postapocalíptico que plantea In the flesh son elementos atractivos y relativamente novedosos, su desarrollo no queda a la altura de la expectativa y resulta algo decepcionante. Pero a pesar de ello se agradecen las cada vez más numerosas apuestas audiovisuales británicas que demuestran que en el viejo continente también se puede hacer ficción televisiva de calidad.

NOTA: 6,5

*PD: Y por si hay algún despistado, el Slang es el “dialecto” macarra y poco ortodoxo que se habla en la Inglaterra profunda.

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