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Posted by : El día del Espectador
abril 07, 2013
HUGO MUGNAI
Basada
en la novela de Diego Paszkowski con el mismo nombre, Tesis sobre un homicidio se presenta como un thriller clásico con
acento argentino. Roberto Bermúdez (Ricardo Darín), abogado y profesor de
derecho investiga un asesinato cometido frente a la facultad donde da clases y
las pistas apuntan irrevocablemente hacia su alumno Gonzalo (Alberto Ammann),
por el que se introducirá en una espiral de obsesión.
El
segundo film del porteño Hernán A. Goldfrid comienza al más puro estilo
Hollywood, con unos personajes bien definidos, unos diálogos rápidos y
brillantes y una factura muy atractiva. Las expectativas son altas, y así
mediante una sospecha velada y un duelo interpretativo muy a la altura nos
introducimos en el turbio mundo de la investigación criminal.
Pero
inevitablemente la película cae a plomo tras los primeros cuarenta minutos,
cuando la inestabilidad de un guión cargado de tópicos y situaciones más que
manidas la llevan a ahogarse, haciendo sentir al espectador que “ésta peli ya la ha visto”, pero no en el
cine, sino en televisión un sábado por la tarde.
Y
es que Tesis sobre un homicidio se
vuelve la pesadilla de cualquier amante del suspense policiaco, hilando uno
tras otro prácticamente todos los tópicos posibles del género policiaco.
Sumados a esto, las eternas escenas de reflexión sherlockiana vician el ritmo
del thriller, disipando la atención del espectador y haciendo su cada vez más
previsible trama difícil de seguir, aunque no por complejidad sino por
desinterés.
Ricardo
Darín repite en el rol de abogado como ya hiciera en El secreto de sus ojos (Campanella, 2009) y Carancho (Pablo Trapero, 2010), aunque sin la maestría de las
anteriores ya que ni el personaje (simple y plano) lo permite, ni la película
se encuentra a la altura de éstas. Ammann, en el que probablemente sea el
momento más fructífero de su carrera, cumple con lo que se le exige dando vida
a un antagonista de dos caras que da bastante más juego que el propio
protagonista. Aunque tal vez ese acento hispano-argentino deja un extraño sabor
de boca, al menos a este lado del Atlántico.
Podemos
asegurar sin miedo que ir a ver Tesis de
un asesinato cuenta con altas probabilidades de decepción, de un chasco acompañado de lagunas acerca de
la trama y aliñado tal vez con algo de recelo por ver a un actor de la talla de
Darín en una producción tan evitable.
NOTA:
4