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Posted by : El día del Espectador
marzo 13, 2013
Hay
películas que nacen con una cruz sobre sus cabezas. Están predestinadas al
fracaso y las críticas preconcebidas por atreverse a enfrentarse a un mito. No
importa su calidad ni sus méritos, solo el odio ciego de sus fans. Y en esta
época de constantes remakes el odio aumenta.
Cierto es que muchos de esos remakes son innecesarios y que solo
intentan explotar comercialmente el filón, pero su valor debe medirse por sus
aportaciones propias y el estado de la obra precedente. Muchos de esos mitos
que profanan no han aguantado bien el tiempo o pueden mejorarse. Y aquí entra
la subjetividad, por supuesto.


Copia
la estructura, la mayoría de personaje y situaciones de la cinta original pero
introduce pequeños cambios claves. Su mayor acierto es adaptarla al tiempo y
las circunstancias actuales (algo que olvidan la mayoría de remakes, que solo
copian) y darle una localización que potencia el mensaje de la novela original.
Sitúa la acción en la América profunda, en un
pequeño pueblo de Mississippi que aporta lógica a las acciones de los lugareños.
Una tierra dónde la caza y la hombría sigue predominando, dónde es obligación
acudir los domingos a la iglesia y los viernes al campo de fútbol americano
(Friday Night Lights). Y dónde lo diferente se sigue penalizando. Consigue así
una atmósfera tan asfixiante como la humedad de sus pantanos, en la que el
alcohol y el sudor empapan la ropa y le permiten tocar de refilón ciertos temas
propios de su país (Irak, el racismo aun imperante, el fanatismo ya sea
religioso o deportivo, etc).
También
desarrolla mejor los personajes y sus motivaciones, dotando de sentido sus
acciones. Su guión se toma más tiempo en preparar la explosión final y en
presentar la degradación moral del lugar
(es ejemplar la primera escena en el bar del pueblo y el camping dominical) en
el que ninguna persona se salva por completo y todos esconden un pasado. Y aquí
entran los dos protagonistas, David y Amy (James Marsden y Kate Bosworth) y lo
más polémico de este remake (espero que no se me entienda mal):
Aquí
David no parece un autentico gilipollas que no se entera de nada como era
Dustin Hoffman. Es un intelectual progresista de ciudad (gran acierto que ahora
sea guionista de películas) que rehuye el enfrentamiento y al final se verá
obligado a ello. Un hombre civilizado que deberá retroceder para defender sus
principios. Y Amy no es, con perdón, una "zorra" que provoca sin
sentido. Aquí es una chica de pueblo que ha conseguido salir de allí y
asentarse en Hollywood y que no quiere regresar a ese lugar que quiere
detestar. Solo quiere que David se comporté como su hombre para que ella
conserve su libertad recién adquirida. Y en está ocasión si es completamente
violada, ya que en la cinta de Peckinpah se deja a una interpretación
gratuitamente provocadora.
Además,
Rod Lurie lleva a cabo una dirección sin fallos y con escenas realmente
perturbadora que supera también a la de Sam.
Tenía difícil elegir entre el exceso o el defecto a la hora de mostrar
violencia y sexo, quedándose al final en el punto correcto. Cuidadoso en lo
segundo y contundente en lo primero. Convierte el relato en una película
"malrollera", cercana al terror y con una media hora final acojonante
en la que juega con los nervios del espectador hasta dejarle con una incómoda
sensación.
Para
terminar, destacar las interpretaciones de todo el reparto y el montaje. Desde
los dos protagonistas hasta los antagonistas, un inmenso James Woods y la
imponente presencia del vampiro sueco Alexander Skasrgard. El montaje es
sencillamente increíble, merecedor de todos los premios por no limitarse a unir
un plano con otro, sino por atreverse a crear sentido con las imágenes, a
formar parte de la historia y jugar con las metáforas visuales.
Véanla
y "disfruten".