Posted by : El día del Espectador enero 10, 2014



     Una de las características fundamentales que toda película debería tener es la universalidad. Toda historia, por simple o compleja que sea, debe poder ser entendida por cualquier espectador. Esto no implica de ninguna manera la simplificación, solo requiere un esfuerzo adicional a la hora de exponer los detalles de la trama. Con frecuencia se opta por distintos niveles narrativos en los que cada espectador capta unos temas u otros dependiendo de su preparación respecto a la obra. Pero en múltiples ocasiones las películas son como un túnel: solo se puede ver lo que hay delante y no se puede apreciar el contexto. Esto le ha sucedido a Wong Kar-wai con The Grandmaster, su particular retrato de la edad de oro de las artes marciales.

Tony Leung es Ip Man, gran luchador del sur de China.
    Supuesta biografía de Ip Man, el maestro de kung fu que enseñó a Bruce Lee, la película en realidad es un recorrido por la historia política china de la primera mitad del siglo XX. En medio de esta época convulsa, con el país dividido entre norte y sur y la guerra y posterior ocupación japonesa, Ip Man (Tony Leung) demuestra su poderío en las artes marciales frente a varios oponentes entre los cuales conocerá a la bella Gong Er (Ziyi Zhang). Se hace realmente difícil hacer una sinopsis de la película solo a partir del material fílmico, ya que la exposición del director hongkonés es farragosa. El espectador occidental no está en absoluto familiarizado con la historia china, con sus reivindicaciones autonómicas ni sus conflictos bélicos con Japón. Y aunque se intenta contextualizar mediante rótulos, la acción está tan fragmentada y los eventos se suceden de tal manera que se hace difícil saber cuán larga es cada elipsis. Uno no sabe si ha pasado una semana, un mes o diez años desde la escena anterior. Puede ser un problema de montaje pero aparentemente es un problema en la concepción del guión.

Ziyi Zhang es Gong Er, hija del gran maestro del norte.
       El otro problema es de enfoque. El filme se plantea desde el inicio como una biografía de Ip Man, de su designación como líder del kung fu en el sur y de su relación con Gong Er. Pero la narración se pierde en sí misma y explora de manera demasiado profunda a otros personajes supuestamente secundarios. Uno no sabe ya si está viendo la historia de Man, de Er o de toda China. A priori esto no debería ser un problema siempre y cuando Ip Man siga siendo el centro de la historia. Pero Wong se centra tanto en la peripecia vital de Er que nuestro supuesto protagonista desaparece durante la mitad de la película.

      Aparte de ser un filme de artes marciales, uno de sus grandes atractivos era estar dirigido por el esteta Wong Kar-wai. Reconocido y alabado por la gran calidad artística de películas como Deseando amar (2000) y 2046 (2004), su concepto del kung fu cinematográfico se aleja del particular estilo que le caracteriza. Ciertamente podemos encontrar cámaras lentas, primeros planos y música de cuerdas como suele ser habitual, pero el conjunto esta vez no llega a la altura de sus precedentes. El poderío visual del filme es innegable, como puede verse en su tráiler, pero recuerda mucho más a películas como Tigre y Dragón (Ang Lee, 2000) o Matrix (Andy y Lana Wachowski, 1999). El problema se presenta cuando se quiere mezclar Deseando amar con Matrix: no funciona. Es difícil que lo haga a nivel visual y temático, pero también en términos de público objetivo: no es el mismo el espectador de acción que el lírico.


          Por último, es indignante como se invoca el nombre de Bruce Lee para promocionar la película. Su presencia en esta historia se limita a una simple cita justo antes de los créditos finales y aun así en todo material promocional se le nombra: “descubre la leyenda del maestro de Bruce Lee”. Se mercantiliza el nombre del luchador a la primera de cambio de forma muy engañosa. Resumiendo: para fans de las artes marciales puede resultar una película extraña y no del todo satisfactoria; y para fans de Wong Kar-wai, que no se esperen la gran poesía y la sugerencia típicas en él. Decepcionante e inconexa.


NOTA: 6

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