Posted by : El día del Espectador julio 12, 2012


ÁLVARO TEJERO

Comienzo este apartado dedicado a recomendar películas poco valoradas o que no cuentan con la difusión adecuada con "Repo Men" (2010), la ópera prima del realizador de videoclips Miguel Sapochnick, cuya fría aceptación en EE.UU y su calificación R la apartaron del circuito (aparte de su crítica a su sistema sanitario)

Podríamos considerarla una mezcla entre una obra de ciencia ficción por su argumento y una action movie en su desarrollo. Así, parte de conceptos muy similares en cuanto a fondo y forma de "Minority Report" e "Hijos de los hombres" respectivamente, convinándolo con el espíritu y tono de filmes como "Desafío Total" o "Robocop".  Siguiendo la línea de producciones recientes como "Yo Robot", en el que la ciencia ficción se envolvía en un relato de cine negro, Sapochnick y el guionista Eric Garcia (autor de la propia novela en que se basa "Repo men") envuelven su película de los recursos típicos del cine de acción. Además, añaden un tratamiento de la carne y el cuerpo humano que les acerca al Cronenberg de "Inseparables" o "Crash".

Repo men parte de una de las premisas más interesantes de los último años: se centra en un sicario (espléndido como siempre Jude Law) que trabaja para una empresa encargada de fabricar órganos artificiales que mediante la firma de un contrato los suministra a aquel que los necesite. El pero está en que si no se cumple con los plazos, un repo men le visitará extrayéndole el órgano en ese mismo instante. El problema para el protagonista radica en el momento en que se convierte en cliente de la compañía.

Este prometedor arranque nos sitúa en un futuro cercano, con una sociedad más avanzada tecnológicamente pero similar al mundo en que vivimos (hay crisis económica, conflictos bélicos, grandes desigualdades a la vez que se siguen celebrando barbacoas familiares y las grandes corporaciones dominan el sistema). El problema tras este inicio está en el estancamiento de la narración y la falta de definición del tono a seguir. El director duda entre aceptar su alma y presupuesto de serie b (apenas 30 millones) o intentar una profundidad y drama familiar impostados. No es hasta el momento en que aparece el personaje interpretado por la hipnótica Alice Braga que la película se libra de sus ataduras y se lanza directa a la libertad creativa.

Es de agradecer está huida de las grandes reflexiones metafísicas y el drama más común para optar por una ironía llena de humor negro y una narración directa, a lo que ayuda desde un principio la definición de la pareja de repo men (Jude Law y Forest Whitaker), en apariencia dos descerabrados (ex-militares) que recuerdan al trío protagonista de la también infravalorada "Tres Reyes". Aquí es necesario alabar la transformación del protagonista, perfectamente mostrada por Jude Law.

En cuanto comienza la caza del hombre la película se libera, deja atrás la arritmia inicial para lanzarse a la carrera hacia unos 40 minutos finales llenos de fuerza y violencia sangrienta en los que hay dejarse llevar y olvidar algunas aparentes facilidades del guión. Es aquí dónde el director nos muestra todo su talento, consiguiendo algunas escenas fantásticas combinando estética con narración (la espectacular y gore batalla en el pasillo o la inquitienta secuencia en el taller de órganos son algunos ejemplos), culminando en la apoteósica escena mostrada a continuación; combinando romanticismo y erotismo en un difícil equilibrio en el que cada muestra de amor equivale a un chorro de sangre manchando el aséptico blanco del futuro. Una escena que no todos los estómagos y sensibilidades aguantarán pero que definen la valentía y dureza del filme acompañada por una canción igual de arriesgada.


Como toda buena obra de ciencia-ficción, aprovecha el contexto futuro para críticar la realidad; nuestra salud se financia como nuestras hogares, la moral da paso al negocio y en realidad estamos muertos en vida o vivos en la muerte (gran reflexión por parte de la película). Y ello claro está sin olvidar uno de los finales más desoladores de los últimos años, ya que la buena ciencia-ficción no permite la felicidad absoluta.

Olvidemos por tanto cierto estancamiento inicial, algún cambio de giro cogido por los pelos y algunos excesos o la falta de definición  que desconcierta en algunos momentos; y quedémonos con la terrorífica premisa, con la valentía del director, con la bella Alice Braga y el resto del reparto (no olvidar a Carice Van Houten y Liev Schreiber) y con la arriesgada pero efectiva selección musical. Es una película arrítmica, cierto, pero nuestros corazones y la vida también lo son;  por fortuna todavía no latimos artificialmente.

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