Hace 2 meses
- Back to Home »
- Cine , Diego Real , Himar Reyes , Listas »
- FORMAS DE ENFRENTARSE A LA NAVIDAD. Parte I: Love Actually vs. Santa Claus conquista a los marcianos
FORMAS DE ENFRENTARSE A LA NAVIDAD. Parte I: Love Actually vs. Santa Claus conquista a los marcianos
Posted by : El día del Espectador
diciembre 21, 2013
HIMAR R. AFONSO & DIEGO REAL
Ya llegó la navidad. Y con ella las cenas de empresa, la compra de regalos a última hora, las reuniones familiares, los propósitos para el próximo año y el gasto desenfrenado en comida que nadie se comerá. Pero la Navidad también se puede torcer y ofrecernos experiencias de todo tipo y para todas las edades.
El cine ha dado muestras de ello a lo largo de su historia. La Navidad y todo lo que la rodea a servido como inspiración y escenario para multitud de historias. Tenemos claro que acabaremos reunidos con la familia pero no el trayecto que debemos recorrer.
Por tanto, desde El Día del Espectador queremos ofrecer doce formas alternativas de disfrutar de estas fiestas. Asesinatos, secuestros, prostitutas, corrupción, terroristas, monos locos, conejos, marcianos, cortocircuitos, Jedis...todo vale para seguir disfrutando del espíritu navideño sin aburrirnos de las mismas anécdotas que cuenta nuestro abuelo cada año sentado a la mesa familiar.
Seis artículos. En cada uno dos formas distintas de enfrentarse a la Navidad. Elegid vuestra favorita de cada duelo.
Cantando y llorando ebrios de amor super cool como en LOVE ACTUALLY
Una recomendación bastante pertinente para estas fiestas es la comedia romántica de Richard Curtis.
La primera razón por la que es recomendable es la comodidad para el espectador: me juego lo que sea a que estas navidades la echan en la tele, mínimo, tres veces. Totalmente oportuna para verla en compañía de tu pareja y/o tu madre, y si te dejas llevar, igual les acompañas en sus lágrimas y aplausos. Ha habido casos en los que empiezan a llorar en los títulos de crédito, y si no, como mucho aguantan hasta la boda de Keira Knightley con la sorpresa musical que se ha convertido en una oleada de recurrentes flahs mobs que pueden encontrarse en internet. Recomiendo buscarlos tras la película, ¡son bodas reales!
La segunda razón, porque es de esas comedias románticas que no te hacen vomitar; es sencillita y dinámica debido a la estructura coral, y tiene momentos que todos hemos imaginado en nuestros cursis y secretos escondites; para el recuerdo, los carteles de Andrew Lincoln (¡el prota de The Walking Dead¡) dedicados a Keira, a quien más le vale no convertirse en zombie si no quiere perder la cabeza; o Colin Firth en Portugal yendo a por su gran amor antes de convertirse en rey de Inglaterra...
Y en tercer lugar, porque hay montón de actores británicos (a parte de Liam Neeson, que es irlandés, y ya me lío con las fronteras), y eso siempre está bien.
Salvando al gordo de rojo de las fauces de monguers espaciales
como en SANTA CLAUS CONQUISTA A LOS MARCIANOS
Veo que mi compañero Himar
se ha decantado por la gran Love Actually,
una película que tiene la facultad de poder decir que te gusta sin sentirte
avergonzado de que has disfrutado de una comedia romántica. Pues bien, yo he
querido ser más valiente y bailar con la más fea. Con la más fea y además coja, porque me he decantado por un pestilente truño clásico navideño: Santa Claus conquista a los marcianos (Nicholas
Webster, 1964).
Ya desde la estridente
melodía “Horray for Santa Claus” de los créditos iniciales sabemos que vamos a
entrar en una espiral sin salida de mongolidades con el gordo que personifica la navidad (¿alguien dijo Cristo?) de
protagonista. Gordo al que da vida un tal John Call que parece que se va a arrancar
con unos chistes de gangosos debido a su parecido con Arévalo.
Lo más insoportable es el
mensaje desesperanzador y pesimista de la película: si en la Tierra son
retardeds, en Marte tampoco hay esperanza, son tanto o más subnormales, creando
una antipatía por todos los personajes que puede derivar en ira
homicida. Debido a esto tenemos que soportar altas dosis de vergüenza que
llegarán a sus cotas más altas con el personaje de Dropo, del que no desvelaré
nada por si alguien se atreve a verla (¡ja, ja, ja!). Ni los escenarios se salvan, siendo opresores
y cutres, de unos 30 m2 y, con una decoración digna de
una producción de Bollywood. ¡Y ESA MÚSICA A DESTIEMPO!¡TODO ES MIERDA! ¡ME CAGO EN TODO, QUÉ COJONES PENSABA EL
DIRECTOR MIENTRAS HACÍA ESTA BASURA!
Una
aberración con la que más que fomentar tu espíritu navideño te entrarán ganas de
procesar una religión no cristiana para no volverla a celebrar jamás. Eso
si no te has quitado la vida a mitad del metraje. Si te sientes gordo por las
cenas, recomiendo su visionado, vomitarás de lo lindo.