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Posted by : El día del Espectador
noviembre 02, 2013
Néstor Sánchez
Ahora que ha pasado la noche de los muertos, la noche donde
todos nuestros miedos cobran realidad… es hora de pensar un poco. De llevar
“más allá” uno de los géneros cinematográficos que más recauda en taquilla, el
terror. A muchos de nosotros, me incluyo, no nos gustan ver películas de miedo,
principalmente porque se pasa mal y no disfrutas de algo que deberías estar haciéndolo.
Pero los números no engañan, si una película de miedo rompe la taquilla, se
sobreentiende que a la gente le gusta pasar miedo. Por ello vamos a intentar
comprender porque nos gusta pasarlo mal.
Sabemos que el miedo es una sensación desagradable que crea
nuestro cuerpo ante un peligro inminente y nos hace realizar actos como taparse
lo ojos, soltarnos las tripas, que nos tiemble el cuerpo, que luego nuestra
cabeza no pare de darle vueltas y no te deje dormir… entonces, ¿por qué vemos
películas de miedo si lo pasamos mal? Simple, porque nos gusta pasarlo mal. Nos
gusta la sensación de sorpresa, de curiosidad, que nos hace avanzar poco a poco
en una película, esas sensaciones se mezclan para darte un subidón de
adrenalina. Por eso dicen que con películas de miedo quemas calorías, con lo
que sudas… Antes de seguir, aclarar que me voy a centrar en películas, ya se que
muchas están basadas en novelas mucho más antiguas y aunque refirmen mi posición,
complicarían las cosas.
Existen múltiples vertientes psicológicas del origen del
miedo, desde que es algo genético, hasta cultural, pasando por conflictos sin
resolver. Y si nos fijamos, más o menos las películas se basan en estos 3
puntos para mostrarnos su rostro más terrorífico. En cuanto al primero, desde
siempre hemos encontrado películas de terror. En sus inicios, muchos directores
se fueron pasando a este género sin explotar, creando películas como "Nosferatu".
Es decir, que desde siempre el humano no solo ha teniendo la necesidad de contar
historias de miedo, sino que esas historias han sido las mismas desde hace siglos.
Siguiendo con el mismo ejemplo, aunque en su momento ver a un vampiro sería lo
que más miedo daría en el mundo, hoy en día también les seguimos temiendo, ya
no tanto, debido a ciertas películas, pero se le sigue mostrando cierto
respeto.
El segundo punto , lo cultural. Ya nos podemos ir a Japón, a
España o Brasil, que los miedos serán los mismos. Veremos en sus culturas miedos a, no solo, a los monstruos clásicos, sino, a fantasmas, a leyendas
urbanas, espíritus… todos contados desde distintos puntos de vista y con
distintos disfraces, pero en sí será el mismo miedo. ¿Y cómo es posible que alrededor
del mundo existan los mismos miedos? ¿Es que el miedo también se ha globalizado?
¿El miedo ya es un producto que se comercializa con él? Tal es el punto que
encontramos historias del zombies por todo el mundo, ya no es solo una cosa que
pueda ocurrir en Nueva York, sino en cualquier esquina del planeta
Y el último punto, más personal, son los conflictos sin
resolver. Muy ligado al anterior, vemos siempre unos mismos patrones en toda película
de miedo, y en especial de espíritus, y es que normalmente estos surgen por peleas,
conflictos, malos rollos… cuando eran humanos. Estos al ver que no pueden
culminar sus broncas, se convierte en fantasmas para atemorizar al resto, y
conseguir lo que no pudieron hacer en su vida terrenal.
Como veis el miedo es algo innato en nosotros mismos, es
algo que llevemos dentro de nuestra mente, y tenemos que vivir con ello. Así
que a partir de ahora, darle más oportunidades a las películas de miedo. Ya que
no son solo dos horas de sustos encadenados, son auténticos llamamientos a
nuestra psicología más básica, nos unen a lo largo de la historia y entre
culturas, nos ayudan a ver que todos los miedos surgen ahora que vivimos, y
debemos enfrentarnos a ellos, antes de que nuestro fantasma joda a los
siguientes que pasen por tu casa.