Posted by : El día del Espectador febrero 05, 2013


HUGO MUGNAI

Hitchcock se presenta a sí misma como la historia del rodaje de Psicosis, uno de los hitos del cine, y probablemente la obra más representativa del director homónimo. Pero lo cierto, es que la premisa nace de una mentira; Hitchcock no es la historia del rodaje de tal film, sino la historia de un matrimonio de edad avanzada que sufre una pequeña crisis.


Por lo tanto la película ya comienza con un hándicap, el de no cubrir la expectativa creada por el tráiler. Y es que lo que podría haber sido un documento grandioso por y para el cine se queda en una película de lo más pequeña y decepcionante, en la que lo más destacable es una soberbia Helen Mirren. Porque para empezar, el elenco está encabezado por Anthony Hopkins, que, papada mediante, representa una especie de caricatura del que fuera el mago del suspense. Si bien es cierto que representar a un personaje tan controvertido y a la vez tan público es todo un reto, no se puede tolerar que éste quede reducido a un icono grotesco, un personaje cómico, que por su asociabilidad haga reír al público cada escasos minutos.

Otro de los problemas del elenco es el del personaje de Janet Leigh, interpretada por Scarlett Johansson, que aparte de tener un parecido nulo con la protagonista de la peor ducha del cine, no parece tener ningún sentido, más que el de lucir palmito. Pero no se puede culpar a la neoyorkina, porque se trata de un problema serio de guión y dirección, en el que los personajes, o son planos, o son meramente circunstanciales. 

Probablemente ese sea el principal problema del film de Sacha Gervasi (guionista de la simplona La Terminal), que todo aquello que pretendía ser importante en el film, acaba siendo circunstancial. Así, el rodaje de Psicosis se convierte en una contingencia, en una simple subtrama que desestabiliza al matrimonio Hitchcock, cuya relación es la verdadera historia.

Dentro de ese contexto, tras la decepción argumental, se puede decir que la película funciona, sin más. Todo lo esperable sucede, y como una máquina cuyo mecanismo conocemos de memoria, la película concluye, uno se va a su casa y a los dos días apenas recuerda el título (y porque es difícilmente olvidable).  Tal vez quepa destacar la introducción Hitchcockiana (valga la redundancia), homenajeado la fantástica serie de los 50 Alfred Hitchcock presenta, que llevaba a las televisiones americanas cortometrajes del suspense con el sello del director londinense. Pero ese auto-homenaje no deja de ser eso, simpático, como el resto del film.

Y si como película no pasa de la corrección, como “documento fílmico” tampoco, ya que el rodaje no queda bien reflejado. Pero puede que su mayor interés en este aspecto resida en las conversaciones de Hitchcock con la comisión de la censura americana, en ese ten con ten con las consecuencias del ‘Código Hays’, que ahogó en puritanismo la cinematografía americana durante las décadas de los 30, 40, 50 y 60. Y ver cómo el creador de Vértigo esquiva y torea esas restricciones y cómo hace lo mismo con las llamadas ‘Mayors’ resulta uno de los momentos más estimulantes de un film que no tiende a serlo.

Mirando al futuro, cabe esperar un film, quizá mejor un biopic, que suponga de manera completa y fiel, un retrato de uno de los mayores directores de la historia, tanto con sus cualidades, como con sus trastornos, que probablemente tal y como se comentaba en el Hollywood de la época, no eran pocos. Dios quiera que así sea.

NOTA: 4

{ 2 comentarios... read them below or Comment }

  1. Una buena historia, bien contada, con un Hitchcock amable que muestra ante la pantalla todas sus neuras y debilidades de la mano de Alma, su comprensiva esposa. Buenas interpretaciones para una película que hace pasar un buen rato. Un saludo!

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  2. Coincidimos en lo de Alma. En el resto de la cinta diferimos. Gracias por contestar!

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