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Posted by : El día del Espectador
febrero 04, 2014
ÁLVARO TEJERO
Hablar
de American Hustle es una tarea
complicada. Es muy difícil centrarse en la totalidad de la película cuando tus
cinco sentidos se dirigen a los hipnóticos escotes y transparencias de Amy
Adams. Y si alguno de ellos consigue zafarse de su poder no tendrá más remedio
que seguir admirando la extraordinaria actuación que nos regala. Es su mejor interpretación
hasta el momento, y teniendo en cuenta lo que ya había hecho hasta ahora solo
hay una palabra para definirla: Brutal
Muchas
de las críticas que he leído sobre la última película de David O.Russell se
centran en medir el nivel de sobrevaloración del mismo y en explicar si sus
numerosas nominaciones a los Oscar son justas o no. Unido a las ganas que hay
de llevar la contraria a la unánime decisión de película del año por parte de
la crítica norteamericana la película en sí queda olvidada.
El
título en español, el tráiler y el marketing han vendido una cinta que no es.
No es una comedia al uso ni una cinta de atracos y engaños como El Golpe u Ocean's Eleven. A O.Russell le interesan como siempre los
personajes y sus relaciones, no le importa mucho la estafa que cuenta y tampoco
opta por hacer una crónica de la época. Creo que al guionista principal (Eric
Warren Singer) todo lo contrario. Y de ahí nace uno de los problemas.
Eso
ya se puede advertir en el duro (para el espectador) prólogo de la cinta. Una
combinación de los peores ejemplos del cine de Sundance y de los insufribles
intentos de arte y ensayo de Woody Allen (voz en off, personajes caminando,
diálogos impostados y pretendidamente intelectuales y una relación sentimental
etérea marcada por el destino). Un intento de dar complejidad a una película y
un cineasta que no lo necesitan. Además, una vuelta innecesaria para volver al
punto dónde empieza la película y de verdad arranca. Un vicio narrativo que se
repite en alguna ocasión más y le resta ritmo a la obra. 20 minutos que sobran.
Una
vez construido el triángulo protagonista (Amy Adams, Bradley Cooper y Christian
Bale) American Hustle decide entrar
en materia, hundirse en el fango moral de los personajes y despegar dando
entrada a la locura controlada, la vulgaridad, las discusiones acaloradas y esa
aparente banalidad que esconde detrás dureza y seriedad tan característica del
cine de O.Russell. Una hora en la que puede lucirse con sus acelerados
movimientos de cámara, con su gran sentido del ritmo, de la combinación de
música e imágenes y lograr una efervescencia que arrastra a un maremágnum de
sentimientos a sus personajes sin olvidar esa clase que posee para las escenas
corales y llenas de movimiento (para el recuerdo quedan la escena de la
discoteca con homenaje a Travolta incluido y la fiesta con los mafiosos).
La realidad con los sueños quedan ejemplificados muy bien en está escena |
American Hustle da la oportunidad de lucirse a todos sus actores,
ayudados por la maravillosa caracterización de la época y la unión de escenas
preparadas para que cada uno tenga su momento. Pero dentro de ello hay
diferencias en los resultados. Ellas están perfectas (Amy Adams, Jennifer
Lawrence y la menos conocida Elisabeth Röhm) y se comen al elenco masculino
casi en su totalidad a pesar de que tampoco desentonen. El único que está
realmente a su altura es Bradley Cooper, siendo el mayor problema Christian
Bale (Jeremy Renner está correcto)
Podemos observar la preocupación capilar de la película |
Él
o su personaje (creo que una combinación) dan la sensación de pertenecer a otra
película. Perdido detrás de su transformación física y tanto disfraz Bale se
pasa la mitad del metraje imitando los gestos y movimientos del De Niro mítico,
el tic con las gafas de Crowe en El
Dilema y jugando con los tonos vocales. Esto unido a la falta de
credibilidad de su personaje (se preocupa aparentemente de todo el mundo y siempre quiere
mantener el control mientras los demás tiran de vulgaridad y exponen todo el
rato sus sentimientos) hace que como protagonista debilite a la historia. Es un gran actor y no puede decirse que este mal. Pero se espera más de él
Lo
mejor de American Hustle es mostrar
como todos los personajes no paran de decir que quieren algo real y sincero
pero sin embargo no dejan de soñar continuamente y desear una vida totalmente
contraria a la que lleva. Una extrapolación al sueño americano y a la sociedad
en general a pesar de ser demasiada explicativa en ocasiones con sus metáforas,
mostrando al final que el verdadero sueño americano es llevar una vida
"normal" ; en un cierre de película consecuente con los actos de las
2 horas anteriores y que tiene que respetar los hechos reales ocurridos, pero
al que le falta la potencia cinematográfica habitual de las grandes cintas
sobre timadores.
Pero
American Hustle no es eso, al menos
O.Russell no quiere que lo sea. Quiere mostrar el engaño que hay detrás de un
engaño. No sé si me explico.
Que
no se me olvide. La selección de canciones es simplemente perfecta y para los
fans de Boardwalk Empire está el
aliciente de ver a Richard Harrow sin máscara y con dos ojos
NOTA:
8