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Posted by : El día del Espectador
diciembre 07, 2013
Cientos de inmigrantes cruzan cada año Centroamérica para
llegar a la tierra prometida: Estados Unidos. El viaje, lleno de penurias, se
hace en lo alto de un tren o por las propias vías y de los cientos que salen
varios cientos se quedan por el camino. Es una realidad oculta pero palpable
por la que muchos hispanos pasan en algún momento. El detonante de este viaje
es la situación de pobreza en la que vive la región, con graves casos de chabolismo,
analfabetismo e insalubridad. Las políticas poscolonialistas tanto de EEUU como
de otras potencias occidentales han rebajado la calidad de vida al mínimo. Por
eso, cuando en Guatemala, Perú o Ecuador se oye hablar de ese paraíso que hay
al norte, nadie duda en colgarse una mochila al hombro y perseguir ese sueño a
ciegas.
Juan y Sara conocen al indígena Chauk. |
El viaje, igual que el que realizan cientos de africanos
para llegar a Europa a través de España, requiere estar hechos de una pasta
especial, y aun así nadie asegura llegar al final. Y aquí el cine también tiene
su papel como denunciante de una situación aberrante. Por eso es tan importante
prestar máxima atención a cineastas como Diego Quemada-Díez, cuyo filme La jaula de oro retrata lo más crudo de esta
realidad. Nacionalizado mexicano, conoció la situación de los migrantes cuando
fue a vivir una temporada con un conocido: su casa se encontraba en las vías
del tren y todos los días veía a los migrantes de camino al norte. Esto sucedió
en 2003, y desde entonces Quemada-Díez no ha parado de documentarse y luchar
por levantar este proyecto.
El tren es uno de los mayores peligros de todo el viaje. |
La
historia es la de tres adolescentes que salen de un pueblo chabolista de
Guatemala soñando con Estados Unidos. Quemada-Díez quería actores no
profesionales que viviesen esta realidad, por eso fue a las chabolas y en el
casting siempre hizo la misma pregunta: ¿quieres ir a Estados Unidos? La
respuesta de los 6.000 candidatos fue unánime: sí. ¿Qué lleva a tanta gente a
querer huir de sus casas de esa manera? En el caso de nuestros protagonistas es
su día a día entre chabolas y rebuscando en el vertedero cercano. La
precariedad de la vida propiciada por políticas extranjeras que expolian a los
países y diezman sus recursos fuerzan a sus habitantes a abandonar y buscar
sitios mejores donde vivir. Lo más paradójico de todo es que la ignorancia
inducida por esta situación los hace emigrar precisamente a los países
causantes de su desgracia. En el filme se puede apreciar cómo se vive en estos
lugares, en casas construidas con uralita y de apenas unos metros cuadrados,
basura por las calles, enfermedades… En seguida se crea una empatía hacia ellos
y entenderá la urgente necesidad de irse. La cuestión más acuciante sin embargo
será un viaje peligrosísimo, lleno de robos, accidentes, secuestros, violaciones…
Enfrentarse a esta travesía significa con frecuencia la muerte.
Brandon López y Rodolfo Domínguez provienen del mismo entorno que sus personajes. |
Lo
valiente de esta propuesta no es solo el hecho de abordar un tema tan complejo
si no la forma en que se lleva a cabo. El director español utiliza una
realización de tipo documental para darle ese realismo crudo que introduce aún
más al espectador. El filme se grabó cronológicamente y por tanto el equipo llevó
a cabo el viaje, pasando por tres países de Centroamérica. Con un estilo muy
cercano al Neorrealismo, una parte del equipo siempre avanzaba con varios días
de ventaja para seleccionar localizaciones reales y contratar a verdaderos
migrantes como extras. En cuanto a la cámara, siempre va al hombro, sigue a los
personajes y da la sensación de ser uno más de la acción.
Pero más
allá de un envoltorio sobrio no hay concesiones, la realidad se retrata tal y
como es, con sus momentos alegres y sus momentos desoladores. No existe la condescendia
del occidental hacia el tercermundista, solo la rabia y la denuncia más firme.
Lo peor de todo es que ninguno de los personajes sabe lo que encontrarán al
final del viaje, ninguno se da cuenta de que su soñado paraíso es otro lugar más
donde el hombre caza al hombre, donde unos se explotan a otros. Nadie imagina
que su lugar de ensueño no es más que una jaula de oro.