El Día del Espectador

DIEGO REAL

Hace 40 años se estrenó una de las películas que conmocionó al mundo y que hizo que el género de terror retomara la dignidad de antaño. No podía ser otra que la OBRA MAESTRA de William Friedkin El Exorcista. Desde El Día del Espectador hemos querido rendir homenaje al film de una manera especial. Me ampararé en que ya se ha hablado mucho de la original, aunque en realidad no me atrevo a hablar de una película que es parte de mi vida y que me sigue impactado como el primer día. ¿La solución? Hablar de sus secuelas.

Después del tremendo éxito de la primera, estaba claro que las secuelas vendrían en camino, porque de todos es sabido que las secuelas, remakes y demás no son invención del nuevo Hollywood. Así apareció El Hereje.

El Exorcista II el Hereje es una secuela firmada cuatro años después de la original, dirigida por John Boorman (Deliverance, Excalibur) quien curiosamente fue una de las primeras opciones para dirigir el clásico original. El Exorcista II es una película que tristemente, no llega a encontrarse a si misma y que parece una muestra de intenciones de lo que podía ser.

El film retoma elementos interesa antes de la primera, como es el de la fe, la incredulidad o el papel del mal en nuestra sociedad, lo malo es que el pastiche de géneros no le hace ningún bien y la película no está cómoda en ningún registro. Para empezar el terror se ha diluido en un thriller psicológico, aunque quizás El Exorcista siempre ha sido un thriller, algo que comparto en muchos aspectos. El problema,  es que de pronto te sacan el sincronizador y se convierte en una película de ciencia ficción que incluso llega a coquetear con el film de aventuras en el viaje del padre Lamont a África. Y a primera vista este híbrido podría haber dado a la saga un toque ciertamente original, pero las reescrituras constantes del guión (achacadas, una vez más a la maldición) juegan en su contra. Mención aparte tienen unas líneas de diálogos ultramierders, como esa en la que Regan, convertida en una adolescente de cara rechonchita, habla con una niña autista de qué problemas tienen y esta le suelta con total normalidad: “me poseyó un demonio. Ahora estoy bien.”

Pero no todo es negativo. Para empezar la banda sonora, una vez más, es espectacular y corre a cargo del mismísimo Ennio Morricone, firmando una partitura inquietante y malrrollera. Los actores cumplen, en especial Linda Blair (solo por verla bailar claqué o cachonda como una perra al final, ya te sacará una sonrisa) y por supuesto la genial Louise Fletcher, que siempre me ha dado bastante morbo, por cierto.

La secuela, que hizo excelente taquilla pese a estrenarse a la vez que Star Wars: Una Nueva Esperanza bien merece un revisionado. De hecho es reivindicada por un tal Martin Scorsese. Allá vosotros…

William Peter Blatty, escritor de la novela en la que se basa El Exorcista, no acabo contento con la secuela, así que él se encargó de la tercera parte, esta vez basada en su novela Legión (se nota el cariño de la obra original por parte de su autor).

Si la segunda abandonaba el interesante tema del catolicismo en pos de indagar en la mitología diabólica, esta tercera parte vuelve a la temática siniestra que nos brinda el catolicismo. Y lo hace de maravilla, ya que El Exorcista III es la mejor de las secuelas además de un excelente título de terror que de no ser por ser una secuela de un clásico, estaría entre las más grandes del género.

El Exorcista III  (1990) retoma la investigación del teniente Kinderman, esta vez interpretado por el genial George C. Scott (al que muchos conocerán por Hombre golpeado por balón de fútbol).

Si el camino de la ciencia ficción no le sentó especialmente bien, el toque policíaco si le hace sentir en su salsa, por no hablar de los toques  humorística de todo el film. La comedia no solo  le viene magníficamente, incluso llegan a inquietar. Buen ejemplo de esto es la Ensoñación del detective en la que se ve su visión del cielo con momentos francamente extraños como los dos enanos portando un reloj, el ángel negro con un tarot y la inquietante banda de música.Otro de los puntos a reivindicar es el genial trabajo de Brad Dourif, por el que siento especial debilidad.

La crítica ha sabido apreciarla aunque se la tache de tener tufo a telefilm noventero, que lo es, pero es muy digna.

Pasaban los años y El Exorcista seguía en las mentes de los despiadados ejecutivos de Hollywood, ya que debían seguir exprimiendo/prostituyendo la saga. ¿Una secuela? ¿Una serie?¿Un reebot? Nada de eso, una precuela. El encargado de llevar a cabo este acto de locura fue Paul Schrader, guionista de Taxi Driver y La última tentación de Cristo. El resultado fue El Exorcista: El comienzo. La versión prohibida. La película no es mala y de hecho es sorprendentemente íntima y adulta, pero la Warner no la vio con buenos ojos y encargó otras precuela. El bueno de Schrader no quiso que su esfuerzo fuera en vano y tras varios pleitos, consiguió que la película al menos se editara.

Pero teníamos que tener otro exorcista e inmediatamente se puso la maquinaria en marcha para El Exorcista: El comienzo (2004). Y pensaron que qué mejor que la dirigiera… ¡RENNY HARLIN! ¡El director de La isla de las cabezas cortadas, Deep Blue Sea y Las aventuras de Ford Fairlane*! La película volvería a contar con un joven padre Merrin (al igual que en el fallido intento anterior, interpretado por el genial Stellan Skarsgård ) en un exorcismo en África. La película la recordaba con cariño ya que la vi en su día en el cine pero, tras verla recientemente, me he encontrado con una absurdez que abruma por querer abarcar tantos temas (y tan mal) y que intenta ser una film de terror psicológico y se queda en una patochada adolescente.  Además fue más cara que la de ser más cara la versión prohibida y como resultado tenemos a los puñeteros perros esos CGI. Una película para huir como de la peste y que es un insulto a la saga.

Sin más, ¡qué os dejéis poseer por Pazuzu!