Posted by : El día del Espectador julio 15, 2013



HUGO MUGNAI


En el recuerdo a “Atrapado en el tiempo” de hace unas semanas repasamos algunas de las películas en las que el tiempo era un elemento vital de la historia.

(Por si algún despistado no lo vio, lo podéis recuperar aquí)

Después de analizar Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985), 12 monos (Terry Gilliam, 1995) y Primer (Shane Carruth, 2004) quedó claro que dejábamos muchas de estas películas en el tintero, algunas de ellas memorables. Así pues, hemos decidido volver con más películas en el tiempo.





El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968)

Una de las piezas claves de la ciencia ficción guiada por un genial Charlton Heston. Si no la has visto...ya estás tardando.

El viajero: El coronel George Taylor (Charlton Heston) y su tripulación despiertan en su nave espacial tras años de hibernación. Un accidente les ha obligado a aterrizar en un extraño planeta aparentemente desierto.

El precedente: Los cuatro miembros de la nave fueron enviados casi “congelados” al espacio para despertar más de setecientos años después en un experimento científico innovador.

El incidente:
El problema surge cuando encuentran los primeros signos de vida; al parecer en el planeta habitan una especie de humanos salvajes, mientras que la raza dominadora es una especie de simios evolucionados. Los supervivientes de la expedición son apresados.

Sus cómplices: Taylor es acompañado por sus dos subordinados hasta que caen en las redes de los simios. Una vez en la ciudad de sus captores encontrará ayuda en la psicóloga de animales Zira (Kim Hunter) y conocerá a la bella humana Nova (Linda Harrison)

El Origen:
Teóricamente el viaje temporal de Taylor y los suyos no es como solemos verlos en las películas, pues no es una máquina milagrosa que permite enviar al sujeto al momento deseado. En El planeta de los simios, el cambio temporal se produce únicamente hacia el futuro, haciendo que el tiempo pase mucho más lento para el sujeto “congelado” que para el resto del universo. Es una dilatación del tiempo basada en la “Teoría de la relatividad“ de Einstein.


Los cronocrímenes 
(Nacho Vigalondo, 2007)

Los españoles también sabemos hacer películas de viajes en el tiempo, y sin el presupuesto de los americanos.

El viajero: Héctor (Karra Elejalde) es un tipo normal que un día observa mediante unos prismáticos desde el jardín de su casa como una joven preciosa se desnuda en mitad del bosque. Cuando decide ir a investigar es apuñalado por la espalda.

El precedente: Huyendo del loco que le persigue acaba por entrar a una suerte de laboratorio científico en el que se encuentra una gran máquina. En un momento de desesperación decide meterse en ella para esconderse.

El incidente:
La sorpresa resulta cuando al salir de la máquina se da cuenta de que, aunque sigue en el mismo sitio, ha aparecido una hora antes. Y lo peor es que al volver hacia su propia casa, descubre que hay alguien en ella...él mismo.

Sus cómplices: Héctor está sólo. Al principio apenas le ayuda un científico –que trabaja en el laboratorio en cuestión- pero una vez que realiza el viaje debe apañárselas por su cuenta para que todo “vuelva a la normalidad”

El Origen: Con Los cronocrímenes volvemos a la clásica “máquina del tiempo”. Aunque lo cierto es que en este caso no se explica –ni se pretende- cómo funciona, ni bajo qué principios...simplemente funciona. Vigalondo plantea los viajes en el tiempo según el “Principio de autoconsistencia” de Novikov, que asevera que viajar al pasado no permitiría al sujeto alterar nada con respecto al pasado inicial. Es decir, que si viajáramos al pasado y apuñaláramos a nuestro padre antes de que éste nos concibiera no supondría que desapareciéramos o que jamás naciéramos, significaría que probablemente el butanero no venía a casa todas las semanas sólo a traer butano. Es decir, Novikov niega la existencia de paradojas temporales.



Frequency (Gregory Hoblit, 2000)

El viajero: John Sullivan (Jim Caviezel) es el paradigma del americano fracasado: un detective de homicidios neoyorquino que ronda los teintaipico y se acaba de separar de su novia.

El precedente: Un día encuentra por casa la radio de radioaficionado de su fallecido padre y decide usarla para entretenerse. Hasta que termina contactado con un radioaficionado que le resulta muy familiar.

El incidente:
John no puede creer lo que oye. Ha terminado contactando con su desaparecido padre, que le escucha por la radio treinta años atrás con total claridad. Lo primero que intenta es convencer a su padre de que no acuda al incendio que le quitó la vida, pero las cosas empiezan a complicarse cuando, cambiando el pasado, crea un nuevo paradigma temporal.

Sus cómplices: Su principal cómplice es su propio padre, Frank Sullivan (Dennis Quaid), con el que retoma su relación mediante la radio y con el que intentará arreglar ciertos escabrosos asuntos del pasado.

El Origen: En este caso volvemos a salirnos del concepto de “viaje en el tiempo” habitual, ya que los personajes no se mueven en el tiempo, sino que es su voz la que los conecta a través del espacio-tiempo. La justificación para esta “radio temporal” resulta bastante fantasiosa, y es que es una aurora polar la que mediante un campo magnético obra el milagro.

Y por hoy os dejamos estas tres películas para que paséis un buen verano viendo algunos de los mejores viajes en el tiempo cinéfilos. Eso sí, id por la sombra y seguid visitando “El Día del Espectador”, porque seguiremos publicando más películas en las que el tiempo es un elemento vital, como Terminator, Star Trek, Donnie Darko...

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