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- VINTERBERG 'CELEBRA' EL FIN DE UN RECORRIDO: “LA CAZA”
Posted by : El día del Espectador
mayo 04, 2013
HIMAR
R. AFONSO
La
autenticidad de las personas frente al juego de apariencias y
máscaras sociales fue un posible punto de partida para Celebración
(Festen, 1998), película
con la que Thomas Vinterberg ponía en práctica sus propios
“dogmas”; de alguna manera, el mismo Dogma 95 viene a enfrentarse
a los mecanismos formales y narrativos del cine dominante tal y como
los protagonistas de Celebración
se revelan contra la parafernalia social y elitista que se les
presenta. Y entre medias, una temática: la
pederastia. En su última película, La
caza
(Jagten, 2012), Vinterberg rescata este tema, cerrando
inevitablemente un ciclo que empezó con su obra cumbre,
y colocándose en la perspectiva contraria para evidenciar la doble
moral que encierra el juicio social y su particular sentencia.
Dentro
de una sordidez más propia del cine de Centroeuropa, y no lo que
experimentó en It´s
All About Love
(2003) o Querida
Wendy (Dear Wendy,
2005), La caza
plantea (empezando desde el título) las problemáticas que generan
la elevada y digna
protección del menor, desde la ortodoxia más moralista y
autoritaria, que legitima incluso la justicia social (la que deciden
tomarse los ciudadanos) ante una mínima posibilidad de semejantes
barbaries; ante estas situaciones, el “presunto” se olvida para
ser única e inequívocamente “culpable” y, por deber moral,
condenable. En medio de
todo, se desarrolla ese convenio social de la total inocencia del
niño, víctima siempre, y la compleja realidad que reside en el
“acto del deber” de profesores o encargados y, más aún, la
compleja realidad que encierra el escándalo de padres y madres, su
lógica y necesaria
defensa implacable de los hijos. La pregunta final y que cobra
importancia por sí sola en esta película (y en la vida real) ante
tales circunstancias, es:
¿quién es la víctima?
Vinterberg
acompaña, esta vez, la sordidez y delicadeza del tema con una
frialdad estética que se hace cálida al no renunciar al ambiente
primaveral de evoca un pueblo de montaña (pese a desarrollarse en
invierno). Y al tema y al
estilo formal les complementa la línea argumental paralela de la
caza, una tradición generacional en ese pueblo, que completa el
discurso alrededor del simbolismo de la “tradición”, “la
caza”, el implacable depredador social contra una posible amenaza
del prójimo. A diferencia
del lirismo de It´s All
About Love, más propia de
un guión de Malick, o la retórica de Querida
Wendy (con guión de Lars
Von Trier), La caza
posee esa “mala leche” del cine danés y del propio Vinterberg,
que se enfrenta a los más sólidos cimientos morales de la sociedad
occidental.