Posted by : El día del Espectador diciembre 06, 2013


Diego Real



Antes que nada quiero decir que no soy seguidor de Stephen King, por lo que no me he leído la novela, y que la original, la de Brian De Palma, aunque me gustó, no está entre mis clásicos favoritos del género. Con esto, fui al cine sin prejuicios y esperando una película que me entretuviera y que por lo menos fuese simpática y disfrutable y quizás también he errado. Durante el visionado confieso que estaba cabreado, estaba viendo un producto regulero, que no conseguía envolverme y que me transmitía poco. Ahora la he digerido, he reflexionado y tengo que decir que me ha dejado un sabor de boca aceptable pero, ¿por qué? Pues más que nada porque la película de Kimberly Peirce es una broma que he pillado tarde. Es un “homenaje” desenfadado y paródico. Vayamos por partes.

El casting es malo, no lo voy a discutir, y la elección de esa lolita de Chloë Grace Moretz como Carrie y de (la GRAN) Julianne Moore como madre fanática religiosa no es la más acertada y es que (sí, voy a decir lo que habéis leído por ahí tantas veces): no nos podemos creer que en esta sociedad superficial (yo el primero), nadie haga bullying ni desprecie a alguien con esas apariencias, que coño, QUE ESTEN TAN BUENAS COMO MORETZ Y MOORE. Efectivamente, no nos lo creemos y más viendo que las compañeras de Carrie (que al menos nos deleitan con alguna escena en ropa interior) y, supuestas guapas malotas de insti, no están a al altura de Moretz, y siento ser así de directo. La pobre intenta hacerse pasar por perturbada pero es eso, Moretz sobreactuando intentando hacerse la inadaptada. Moore más de lo mismo, es ella sin maquillar intentando hacerse la lunática, pero ninguna de las dos son esas locas rarunas que interpretaron en su día Sissy Spacek y Piper Laurie. A este intento de aproximación, tampoco ayuda el guión.

Mientras que la original estaba impregnada de esa chaladura religiosa, aquí los diálogos hacen aguas provocando más carcajadas que otra cosa. Julianne Moore no se puede tomar en serio a sí misma (lógico) mientras se refiere a los pechos de su hija como “montañitas” o mientras está suspendida con cables por la magia de los efectos especiales. Además, aquí no hay esa visión malrollera de la religión con cristos que miran con mirada desencajada lo jodido que está él ahí crucificado mientras tú eres un pecador de mierda. Si no tenemos en cuenta esto, quizás podáis disfutar de algunos de los diálogos madre e hija más absurdos e irreales de los últimos tiempos, y es que parece que lo más jodido que le puede pasar a una niña marginada con super poderes, que además es hija de una colgada, es que su madre le explique su vida sexual. ¿Qué pasa con el resto de actores? Pues más de lo mismo. Los chicos pijos y malos son tan malos y están tan aferrados al tópico que parecen sacados de Gossip Girl. Empatizas más con los títulos de crédito que con los personajes.

Ahora hablemos del tema remake. El film es un remake, sí, pero a mi modo de ver es una revisión e 100 minutos de la escena del baile, y eso es casi alabable. Tenemos una escena mítica que es la de esa Carrie cubierta de sangre vengándose y que mejor que basar toda la película en un inmenso clímax (a veces tedioso) para ver la dichosa escenita de la muchacha desatada cagándose en todo y matando a todo bicho viviente. Y añado otro pero del remake y de TODOS los de últimamente, ¿por qué cojones revisitar una película supone hacer la misma pero con la añadidura de que se utilicen teléfonos móviles e internet? La escena de la primera regla en las duchas, que por cierto da más de sí que la de Bea de Verano Azul, se diferencia de la original en que se usa el móvil para grabarla en vídeo. Bueno, en eso y en que se ve claramente que no está desnuda y lleva bragas, en fin.

Ahora vayamos con los poderes de la cría, y es que Carrie no es una película de terror: es una de superhéroes incubierta. Y es qué ¿por qué cojones tiene que mostrar que es telequinética en todas la puñeteras escenas? Se esfuerzan más en mostrarnos lo poderosa que es que en su psicología, haciendo que Carrie quede como una especie de mutante de la Hermandad de mutantes diabólicos. Por momentos parecía que Magneto iba a aparecer y decirle a la chiquilla como controlarse.

Toda la broma se alarga hasta, ahora sí, LA ESCENA DEL BAILE. Olvidad la tensión y el miedo, estamos ante algo similar a las escenas de destrucción de El Hombre de Acero o Los Vengadores. Efectos especiales a tutiplén para mostrarnos a una Carrie que no solo es telequinética sino que también tiene superfuerza haciendo que parezca más un cómic adolescente, lo malo es que qué le mueve a la protagonista a hacer todo esto está tan mal perfilado que no deseas que consuma su venganza. Lo que quieres es que un inadaptado de verdad, entre en ese baile y se inmole cargándose a todos incluso a la protagonista. Una matanza final de verdad que nos deje ver la película como la broma que es.

Y es que, Carrie es una película que reflexiona sobre a donde nos está llevando este pastiche que es el cine. Una revisión de un relato y una película de terror clásica convertido en un film adolescente con superhéroes en el que si te lo tomas en serio, estás jodido. Ya lo dije, el terror ya no es inquietar, el terror ahora es un género referencial y paródico que si te tomas en serio estás fuera. Yo estoy en el límite.

Antes de terminar, ¿qué le pasa en el morro a esta criatura?





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