Posted by : El día del Espectador marzo 11, 2014

ÁLVARO TEJERO



True Detective lo tenía todo para ser una gran serie: el actor del momento (con esto no quiero dejar de lado a Woody Harrelson), unos avances misteriosos y espectaculares, un único guionista y un solo director para los 8 capítulos, la marca HBO y unas críticas soberbias desde su primer capítulo. Esa es la sensación general que ha quedado, ayudado con una campaña de seguimiento y ensalzamiento en las redes sociales brutal, a pesar de que en opinión de quién escribe el último capítulo es un desastre que termina acentuando los errores de los capítulos previos y destruyendo sus anteriores aciertos.

Primero hay que hablar del enorme hype que ha creado convirtiéndose semana a semana en un acontecimiento de obligado visionado para no quedarse aislado. True Detective ha aparecido en el momento perfecto, en medio del vacío que había dejado Breaking Bad. Era necesaria otra serie que ocupara su lugar como centro de atención y locura seriéfila; lo que unido a la desesperación de HBO por encontrar otro producto que la situara en la élite cultural del momento (Juego de Tronos no es eso, Treme es para una minoría y Boardwalk Empire nunca ha conseguido los resultados esperados por la cadena) han provocado el boom inmediato de la serie.
Mathew ganará el Emmyy el Globo de Oro sin ninguna duda

Además, su estreno ha coincidido con unas fechas en las que las series de las que más se habla estaban descansando por lo que ha sido abrazada con locura por todos los medios y analistas de series. La única que podía hacerle frente en estos momentos era House of Cards, pero la táctica de emisión de Netflix (todos los capítulos disponibles de golpe) le ha perjudicado mediáticamente en está ocasión a pesar de subir ampliamente su nivel. Así, True Detective ha desmontado la creciente idea de que la emisión de series de manera semanal estaba acabada ya que de otra manera no habría conseguido la popularidad alcanzada al lograr convertirse en un evento.

Pasemos a la serie en sí. La serie creada por Nic Pizzolatto se presentó en su primer capítulo como una historia sobre la investigación de un asesino en serie ritual de jóvenes mujeres por medio de dos detectives totalmente antagónicos capaces de mantener conversaciones metafísicas y discutir sobre nada más y nada menos que el sentido de la humanidad y todos sus recovecos. De hecho, lo segundo es la parte más importante de la serie y lo que ha terminado por hundirla. Todo esto mezclando dos tiempos narrativos: conocemos el pasado por lo que nos cuentan en el presente.

Una atmósfera agobiante (pero no tanto como se pretende), los pegajosos escenarios de Louisiana ejerciendo de personajes, una fotografía espectacular, actuaciones magnéticas y profundas, una dirección con pretensiones (habitual en Fukunaga), un diseño de producción acojonante y sobre todo una selección musical a cargo de T Bone Burnett sencillamente perfecta que culmina con la canción de los increíbles títulos de crédito iniciales. A esto le unimos momentos enigmáticos, ligeras críticas al fanatismo religioso, el desnudo de Alexandra Daddario y un plano secuencia tan espectacular como artificial; y ya tenemos un coctel explosivo que arrasará con todo.


Pero yo no creo que esos elementos hagan una buena serie por si solos. Se necesita una buena historia, un guión sólido (no confundir con grandes frases y conversaciones grandilocuentes),un fondo que convierta esa forma en algo útil. Algo que si hacía Texas Killing Fields, película del 2011 que hablaba sobre estos crímenes que se dan en las zonas pantanosas con mucha mayor solidez.

Ya que True Detective quiere jugar en las grandes ligas y se la observa como tal hay que analizarla igual. El caso, misterio/crímen que presentan e investigan se va derrumbando con el paso de los capítulos. No ya solo que no sea lo principal de la serie (esto no es en absoluto negativo) ni que no le importe mucho a los creadores de la misma; el principal problema es que termina resolviéndose de manera chapucera sin ahondar en él, resuelto atropelladamente y lleno de casualidades que no se perdonarían en cualquier otra producción.

Durante los primeros capítulos juegan a despistar al espectador con 50 minutos centrados en los personajes principales y teorías sobre el universo que requerían toda tu atención para acabar en los últimos 5 con algún dato nuevo que nos pilla en fuera de juego y aparenta hacer avanzar el caso. A esto se le une momentos y frases como "the yellow king" o "carcosa", que sí, molan mucho, referencias para que la gente se coma la cabeza pero que no han tenido realmente ninguna fuerza o importancia en la resolución de la trama.

Perfecta factura técnica

SPOILERS  a partir de aquí:

Si bien los personajes de McConaughey y Harrelson están perfectamente construidos, el primero termina convirtiéndose en un superpolicía (es el mejor en homicidios, narcóticos, robos) y ambos acaban resolviendo el caso casi por inspiración divina.

Y llegamos por fin al desastroso último capítulo en el que el ritmo sosegado anterior da paso a un atropello de los acontecimientos para resolver el caso (el increíble recordatorio de Harrelson de la casa pintada de verde, la frase lapidaria de Rust al llegar a la casa del asesino: "este es el sitio") en el que aparecen lo peor (esto hay que saber hacerlo) de Jodorowsky y Moebius puesto de peyote para acabar viendo las estrellas, voces de ultratumba y un enemigo de fuerza mitológica en una orgía de excesos de todo tipo. Antes ya habíamos tenido que asistir a tonterías del calibre del francotirador y lugares comunes como los paquetes preparados para los medios de información.

Esta escena tuvo casi tanta repercusión como un capítulo entero
Pero esto no es lo peor, aun olvidando que no se ahonda en el asesino que no se nos presenta al final del capítulo previo en un recurso impropio de una serie que pretende ser tan inteligente (le habíamos visto en el capítulo 2 pero sin mostrar cicatrices de forma clara), ni que Pizzolatto pase de las conexiones con los altos cargos administrativos y centros de poder (muy valientes para mostrar desnudos pero cobarde para meterse en temas de verdad escabrosos) o que nos escamotea lo que pase en esa cinta que tanto perturba a los personajes. En resumen, han resuelto el caso como si no conocieran la existencia de David Fincher y como había cambiado ya las reglas del juego en Seven y Zodiac (dos películas que si te remueven por dentro)


Lo peor es la cobardía final, ese inesperado happy ending que traiciona la visión de los personajes (de Rusty Cohle principalmente) e intenta ofrecer un rayo de luz después de 7 horas hablándonos de la oscuridad del mundo y de la imposibilidad de salvación de las personas. Cohle se salva milagrosamente, obtiene su redención personal (al final lo único que quiere es unirse con su hija en el cielo aunque este sea oscuro en su caso, no vayamos a abrazar la religión en este punto) y parece que se vaya a vivir con Marty en una especie de Arma Letal en Louisiana. Ahora resulta que la luz está ganando terreno a la oscuridad. Una cobardía que no me esperaba de esta serie.

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  3. Vi el primer capítulo y no me gustó. Vi el segundo y tampoco, no entendía bien qué pasaba. Pero después...madre mía. La serie es fantástica!
    La recomiendo. Sed pacientes, merece la pena y te sorprende!
    Saludos!

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  4. La serie es buenísima. Muy de acuerdo en lo bueno que decís de ella pero no encuentro lo malo. Cierto en que el último capítulo es un poco precipitado y tal, y podía haberse hecho mejor, pero por el resto pienso que está muy bien construído todo. Parece que a mucha gente le ha jodido el cambio final de Rust, pero no eso quita para cargarse el final ni toda la serie.

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  5. ¡Buenísima! ¡Es estupenda! Es una serie fuera de serie, además las frases que ha tenido la primera temporada sin duda inmortalizaron la historia. En la nueva etapa se ve que se va a poner bueno.

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