Archive for agosto 2012

"Let Me In" (2010): El buen remake

By : El día del Espectador

ÁLVARO TEJERO

Hay películas que reciben la fama que debería merecer su hermana fílmica, en este caso su gemela, ya que "Let Me In" es el remake norteamericano de la película de culto sueca "Déjame entrar" (2008). Ya que si bien la original deslumbró inmerecidamente es la versión escrita y dirigida por Matt Reeves la que debería ocupar su lugar en la cumbre. La primera versión partía de una premisa novedosa (recordar que es la adaptación de una novela del mismo título) pero erraba en su desarrollo debido a su falta de intensidad emocional, a su carácter contemplativo mal entendido, cierta incoherencia y a una excesiva frialdad incluso para lo que indica su nacionalidad que provocaba el hastío en el espectador.

Tan solo dos años después del estreno de la original, Reeves (colega y protegido de J.J. Abrams) consigue construir una película superior y con el doble de matices envolviendo la relación amorosa infantil en un entorno social oscuro y deprimente  de la América profunda (primeros años de la presidencia de Reagan  con todo lo que ello conlleva) y tomando las formas de un thriller de asesinatos rituales del que estaría orgulloso David Fincher. Con estos elementos aporta mayor carga dramática a la historia, consigue una mayor profundidad sobre el tema principal (la maldad) y ofrece al espectador una mayor fluidez y visceralidad.

Porque aquí la violencia impresiona, es directa y salvaje en contraposición de la tranquilidad nevada de los escenarios. Cada ataque vampírico o asesinato explota de golpe, pero siempre en plano general, en el silencio de la noche. Es creíble y alucinada a la vez.

Y la violencia va unida a la maldad, el pilar de la cinta y de la sociedad. Una cualidad que se transmite, que echa raíces entre el miedo y la soledad de la infancia, de esos niños desprotegidos y sin la atención que se merecen. Desde ese matón que paga con los demás su debilidad ante su hermano al niño protagonista, prácticamente huérfano con un padre al que solo oye por teléfono y una madre entregada a la bebida y a la religiosidad que termina entregando a su niño a ese diablo con forma de ángel o viceversa. El director aquí decide no mostrarnos el rostro de la madre en ningún momento; una idea similar a la realizada por Spielberg en "E.T" (1982), en cuyo caso el único rostro adulto que se mostraba hasta cierto punto era el de la madre.

 (Es necesario mostrar a la actriz que da vida a la figura materna,  de nombre Cara Buono, que ya demostró su  capacidad y talento en la 4º temporada de "Mad Men" (2007) )

Esa representante del diablo, esa vampira come niños con su aspecto inocente es la clave de "Let Me In". Chloë Grace Moretz da una auténtica lección una vez más ("Kick-Ass" [2010] o "La invención de Hugo" [2011] ), iluminando la pantalla y pasando de la virginidad más pura a una sexualidad incómoda en alguien de su edad. Llevando el romance infantil a un nivel superior y dominando a Kodi Smith-McPhee pero ofreciéndole algo desconocido hasta ahora. Te ofrece una sonrisa y al instante siguiente devora a la otra representante carnal del vecindario manchando de sangre sus labios. Ambos ofrecen una de los mejores momentos de este siglo. http://www.youtube.com/watch?v=H7dUwH9Uks4

Revees atrapa al espectador desde ese incómodo prólogo acompañando el metraje de una elegancia insospechada si pensamos en su anterior trabajo ("Monstruoso" [2008]), se rodea de expertos secundarios (Elias Koteas y Richard Jenkins) y culmina su maravilla con la impactante y terrible escena de la piscina (aquí totalmente creíble al contrario que en la original). Sin olvidar la respetuosa banda sonora de Michael Giacchino, que capta la esencia de los personajes y su historia a la perfección.

Es una película de miradas y silencios, de caricias y quemaduras, perturbadora e hipnótica y aterradoramente bella. Como un hilo de sangre caliente cayendo por la comisura de los labios en una noche helada. Podrá verse la maldad en Abbie, pero ambos niños se necesitan en distinto grado y pactar con el diablo siempre es atrayente, son dos almas perdidas. Owen le pregunta a su padre qué es la maldad y este prefiere no pensar en ella, mantenerle en la oscuridad.

"Let me in", junto con "Entrevista con el vampiro" (1994), el mejor acercamiento al universo de los vampiros.



Reflexiones sobre..."Los Mercenarios 2" (2012)

By : El día del Espectador
DIEGO REAL

¡Qué se joda “The Artist”!¡Qué se joda “La invención de Hugo”! El tito Sly y compañía han conseguido el más sincero homenaje al cine de los últimos años. A un cine con mayúsculas. El de sudor y tiros. El que emociona más con una llave y una explosión que con un largo monólogo irreal. 

Y es que aunque a muchos “intelectuales” les pese, la acción como género ha recaudado y recaudará mucho dinero y movilizará a un gran grupo de gente con la sana intención de divertirnos. Mucho 3D y mucho cine contemplativo y parece que estamos dejando atrás el guión directo que ofrece puñetazos y saltos y que es tan antiguo como el séptimo arte, solo hay que mirar la películas de Douglas Fairbanks o de Errol Flynn. Películas de aventuras que disfrazaban la violencia con sonrisas profident y con coreografías imposibles pero, que en el fondo, están ofreciendo la primitiva sensación de divertirnos con la violencia.

En cuanto el cine se impregnó de realismo y suciedad, el cine de acción llegó a sus máximas cotas de cazurrismo, y por tanto, de espectacularidad. Y es que los tipos duros como Steve McQueen o Humphrey (galán idealizado que al final dejaba todo por una chica) ya no tenían lugar en un mundo que había sufrido tantos conflictos; véase guerras mundiales, frías, templadas, en fin… Ahora todo es personal,  no hay sentimientos. Es un yo contra todos que muchos calificaron de cine fascista, que tenía como cabeza de cartel a Eastwood o a Bronson en su máximo esplendor y con un puro o mondadientes en su boca. Y es aquí donde e entra el factor videoclub.

Con la llegada de los alquileres de VHS (y betas, por supuesto) el mercado del cine se extendió e hizo que los amantes de los subgéneros cinematográficos pudieran dar rienda suelta a sus oscuras pasiones de la mano de cintas de serie B y Z (y muchas de serie A que no pasaron por salas), y que lo comercial quedase aparcado a favor de productoras como Cannon o Troma. Además, ahora le toca el reinado al señor Chuck Norris, precoñas limoneras sobre su carácter de deidad, o el cine de “armas y tetas” del grandioso Andy Sidaris.

Gracias a este despegue, Van Damme, Lee, Rothrock o Schwarzenegger son leyendas. Jodidas leyendas.


Pero bueno, vayamos al lío y pasemos a la película que nos toca. Recuerdo la tremenda ilusión que me hizo la primera parte. Una película directa y divertida con la única pretensión de hacer que te evadas de la realidad y pensar que los problemas se pueden resolver con un bombazo, una patada voladora y el ondear una bandera de EEUU, como no. El agua que arde, las minibombas atómicas, los cameos de Willis y Schwarzenegger, la lucha entre Lungdren y Liépica moderna con toque añejo en estado puro. Tras el éxito tremendo y cantado de la primera película, 274.470.394 de dólares según IMDB, era de esperar que la película dirigida por Stallone tendría una secuela más grande, mejor y más cafre. Sly cedió el testigo a Simon West (“Tomb Raider”,” The Mechanic”), y que queréis que os diga, ha mejorado lo inmejorable.

Tras la confirmada baja de Rourke, y casi la de Jet Li, nuestro equipo de action mans venados y cachondos vuelven a las andadas; acompañados de Liam (hermano de Thor y novio de Hannah Montana) Hemsworth como gancho para las niñas y Chuck Norris como gancho para la Humanidad. El equipo está unido, ¿la misión? Pues el argumento, por suerte, cabe en la servilleta de un bar, el lugar dónde sin duda se ideo la película: al grupo se le tuerce la misión y uno acaba muerto. Al ir a vengarlo descubren que el malo malísimo además se ha hecho con 5 toneladas de plutonio. Y punto. Analicemos poco a poco lo que nos ofrece lo que parece ser un argumento simple, pero que sin duda se convierte en un ejercicio inteligente y exorcizante de este cine. Sin destripar mucho, eso sí.

El inicio de “Los Mercenarios 2” ya hace que el dinero pagado merezca la pena. Persecuciones y disparos por tierra, mar y aire aderezadas con frases como "morid cabrones" (tercera frase de la película, con dos cojones). Y va in crescendo. Con los diálogos de pandereta entre personajes te emocionas, y es que te das cuenta que con esta película estas viejas nuevas glorias se miran el ombligo y que "Los Mercenarios 2" es un ejercicio de re-reunión de tal manera que parece un crossover imposible de todos, TODOS los personajes que han interpretado. Podemos ver a Rambo, Terminator, John McClane, y amigos; pero además de verdad, de hecho no dudan en soltar muletillas de sus anteriores películas. Hasta Chuck Norris se llama Booker, como su primer papel protagonista en “Los valientes visten de negro”. Y no solo es un crossover, también es un pseudo-biopic en el que se ríen de ellos mismos, al señor Lungdren me remito o a las orejas de Couture. ¿Cuántos actores de ahora que no han llegado a la taquilla de estos genios ni son leyendas como ellos harían esto?

Hablando de Norris, ¿cómo son las nuevas incorporaciones? La de Hemsworth es SUBLIME, tan lleno de tópicos que hizo que el diálogo del "por qué es lo que es" me hiciera llorar literalmente de la risa. La de Nan Yu, el apoyo femenino, más divertido que el de Giselle Itié de la primera y que además, es la sustituta de un Jet Li casi inexistente en la película (pelea con sartenes memorable aparte). Y el villano, que no se nos olvide; si Steven Seagal estaba soberbio como villano en "Machete", su “enemigo” Van Damme, un actorazo y me remito al monólogo de la gran "JCVD", no se queda atrás como el malo de turno.¡Hasta se llama Villain!, ¿para qué más? Su papel de déspota explotador de niños, mujeres y ancianos (solo le faltaban cachorros malheridos y paralítcos para llevar la maldad a cotas del mismo Satán) es redondo. Además, como los grandes antagonistas, tiene un esbirro carismático: Scott Adkins y su cuchillo.

Poco más que añadir sobre esta joya, solo destacaré dos escenas, la de el señor Statham en la iglesia y en el aeropuerto (esa máquina de rayos X, despiporre absoluto).

Sin más, invitar a todos a visionar un film más sincero que cualquier película de “cine necesario” de Ken Loach o de Fernando León de Aranoa. Y es que en estos tiempos de mierda, necesitamos héroes de los de antes. Héroes que aparte no están mucho más jodidos que nosotros. ¡Salve a Stallone!


 Pd: curiosidad la que tengo con la versión femenina y  la tercera parte. Nicolas Cage, no la jodas, por favor.

"EL LEGADO DE BOURNE": la misma identidad

By : El día del Espectador


ÁLVARO TEJERO

 A pesar de los cambios esta nueva entrega de la saga Bourne sigue provocando los mismos efectos en el espectador. Una primera hora en el que asiste a un entretenimiento de primer nivel para llegar un punto en el que nos convertimos en autómatas, indiferentes ante lo que sucede en pantalla como si de agentes de Treadstone se tratara.

Por lo menos en mi caso. En la cuarta parte de Bourne (diferente protagonista pero enlazando con el personaje de Damon) el guionista de la trilogía ha ascendido a director, Tony Gilroy; Matt Damon cede su puesto al lanzado Jeremy Renner y se ha sustituido el dilema de la identidad por el de la supervivencia de un "yonki" creado por el gobierno como si fuera un robot luchando por su libertad. Aun así, sigue habiendo un momento de desconexión, en el que al cerebro dejan de importarle el destino de los personajes, más cerca de los superhéroes que de los habituales héroes de acción.

La cámara se ha tranquilizado y la narración ha ganado en elegancia, con un primera parte de giros dosificados y ritmo en progresión en medio de la supervivencia (sobre todo en los parajes nevados de Alaska). Es cierto que los primeros 20 minutos pueden ser liosos, llenos de datos y nombres para iniciados pero es en este terreno donde mejor se mueve Gilroy, que ya había demostrado su capacidad para las conspiraciones empresariales y la indefensión del individuo en sus trabajos como guionista y en la espléndida "Michael Clayton". Luz en la confusión. Es cuando la cinta abandona el misterio, la lucha de un individuo contra enémigos invisibles y se lanza sin mucho sentido a las concesiones de las cintas de acción más rutinaria, el momento en que se derrumba parte del andamiaje. Hasta entonces nos había ofrecido dos tensas y espectaculares escenas de acción, al contrario que la interminable persecución en Manila, con algunos problemas en la puesta en escena y el montaje que culmina con ese villano hermano de Terminator incluido.

Jeremy Renner aporta mayor magnetismo pero menos fuerza que Damon, Rachel Weisz no hace mucho por un personaje indiferente y a su alrededor un enorme número de secundarios ilustres que en su mayoría no pasan de cuatro frases con la salvedad de Norton, que aporta una gran veracidad a cada aparición de su personaje.

"El legado de Bourne" es una correcta cinta de acción, que sigue la línea de la saga pero con la sombre de Greengrass detrás. Técnicamente correcta y con un final que la levanta a pesar de todos los frentes abiertos, pero sin un momento de respiro en el que los personajes puedan coger aire y empatizar. De momento no alcanza a "El invitado" en cuanto a cintas de acción recientes se refiere; aun así uno sigue prefiriendo a John McClane. Cada vez me produce más pereza el cine de acción.

Videojuegos Imposibles Basados en Películas

By : El día del Espectador
DIEGO REAL


Hoy no hablaré de películas de dudoso gusto que descubrir. Hoy me centraré en videojuegos “peculiares” basados en películas no menos originales. Y es que con “Los Mercenarios” a la vuelta de la esquina y su horrible videojuego ya disponible mediante descarga, es la escusa perfecta para arremeter duramente con estos abortos, en algunos casos, eso sí. Y aviso, esta moda de adaptar (muchas veces de manera penosa) una película a videojuego no es ni tan nueva como parece, ni se aplica a licencias que a priori parecen más fáciles de explotar. Comencemos:


  • ·         Spy Hunter. Uno de los caso más llamativos. En 2003 saltó la noticia de que Universal se hizo con los derechos del videojuego de Midway. Además se contaba con el director John  Woo, lo que el interés en el proyecto no paró de crecer. Todo parecía indicar que sería la gran película que los seguidores del juego del “cochecito” estábamos esperando pero, la reescritura constante del guión, el contar con The Rock como actor, y la salida del proyecto de Woo hicieron que el film no saliera a la luz. Pese a todo, curiosamente podemos jugar al videojuego, ya que salió en 2006. La adaptación a videojuego de una película basada en un videojuego, deja bastante que desear. Una muestra:


Lo más curioso es que Warner retomó el proyecto. Se iba a estrenar este año. Aún no se sabe nada.

  • ·         The human centipede. La gamberra película de Tom Six (en verdad no es para tanto como prometía), se convirtió en videojuego de mano de la web i-mockery. The human centipede game es una adaptación del clásico juego Centipede pero con los elementos de la película: humanos listos para ser unidos, el mad doctor, la policía… Muy divertido y engancha que da gusto. Se puede jugar aquí:


  • ·         Adaptaciones de las infectas compañías Phoenix y Blast. Estamos ante la compañías de juegos de de serie B por excelencia. Phoenix Games es una compañía holandesa que lleva años (inexplicablemente), en el mercado de videojuego y más ahora que vemos como las compañías indies se comen el sector con propuestas baratas y rompedoras. Es por eso por lo que la excusa del bajo presupuesto ya no les vale a la empresa que pergeñó el videojuego del Neng. Entre sus juegos están numerosos plagios de películas Disney, teniendo uno que tuvo el beneplácito de la todopoderosa compañía: el videojuego de fútbol de los animales de La bruja novata. Blast Enterntaiment, tampoco se queda atrás. La compañía inglesa tiene adaptados videojuegos de películas como: Solo en casa (nada que ver con el de SEGA), Dr.Dolittle o Super Detective en Hollywood. Truños enormes


Como el tema da para mucho (hay videojuego de Rambo a la vuelta de la esquina) prometo más entregas

PROMETHEUS: "en busca de nuestros orígenes"

By : El día del Espectador


ÁLVARO TEJERO

"Prometheus" es una épica aventura de ciencia-ficción que nos devuelve la mejor versión de Ridley Scott. Si  Alien: el 8º pasajero se basaba en el terror la que nos ocupa opta por el camino de la ciencia-ficción más pura, adentrándose en terrenos más profundos y enigmáticos sin perder un ápice de tensión.

Porque Scott no olvida que está haciendo un gran espectáculo y sigue ofreciendo una obra llena de tensión, perfecto ritmo narrativo in crescendo y una auténtica sensación de desasosiego envuelta en una alucinante puesta en escena y poderío visual que demuestran su grandeza siempre que se toma un tiempo en el desarrollo de sus filmes y cuenta con una historia sólida. Dadle un buen punto de partida y Scott nos dará una clase de cine.

Está "precuela" de Alien está recibiendo numerosas críticas en especial debido a su guión, que cuenta con la firma de Damon Lindelof (uno de los padres de "Perdidos"). No he visto la famosa serie ni me cuento entre los numerosos fans de la saga de Alien, por lo que mi entrada a la sala de cine estaba libre de prejuicios. Y en las dos horas que dura "Prometheus" sólo existió ese mundo fantasmagórico, ese planeta perdido en el que una tripulación que representa a nuestra raza vive una aventura extraordinaria en busca de alguna respuesta a la pregunta más recurrente del ser humano: ¿de dónde venimos?. 

La única pega al guión sería diez minutos apresurados en los que se nota la mano de las tijeras en la sala de montaje, pero para comprobarlos habrá que esperar a la segura versión del director.

Todos quieren conocer a su creador,  a su padre, entender la razón de su existencia en un territorio hostil. A la vez, Scott y sus guionistas nos ofrecen la explicación de los orígenes de la famosa criatura y abren otras interrogantes aun más excitantes."Prometheus" es generosa, pide un mínimo al espectador y le ofrece un espectacular thriller espacial; las referencias a "2001: una odisea del espacio" y especialmente al mundo Spielbergiano de "A.I" y "Encuentros en la tercera fase" son claras ( la más explícita el nombre y dudas morales del androide David)  pero no se adentra de lleno en la metafísica sentimental de Spielberg manteniendo su apuesta por el misterio y la acción; lleno de vibrantes escenas entre las que destaca el terrible auto-aborto de uno de los personajes.


Comenzando por unos diez minutos magistrales (de una fuerza mística tremenda), por unas actuaciones certeras, por un diseño de producción perfecto y por una fotografía y montaje ejemplares junto a unos efectos especiales imperceptibles. Michael Fassbender borda al androide con vocación de demiurgo, Rapace muestra toda la complejidad y fuerza de su personaje y Charlize Theron vuelve a demostrar lo que significa ser una estrella. Todo ello bañado de un excelente banda sonora de la que ya podría aprender compositores como Hans Zimmer en la que destaca esta pieza que nos transporta más alla de las estrellas.


A pesar de los bichos mutantes, de las cuevas oscuras o de la locura de todo ser racional yo daría lo que fuera por estar a bordo de la Prometheus. Seguramente no obtendría respuestas satisfactorias pero acaso es posible obtenerlas sobre ese gran misterio qué es la creación y el origen de la vida (cómo tan bien se nos muestra). No me importaría siempre y cuando la capitana Vickers me dijera como a Idris Elba:" en 10 minutos en mi habitación". ¿Quién quiere respuestas cuando puede tener a Charlize Theron? 





"Prometheus": Perdidos en el espacio

By : El día del Espectador


 NÉSTOR SÁNCHEZ

En 1979 el cine da a luz a una nueva criatura, no es de nuestro planeta, no es conocido, pero le servimos como plato principal de sus comidas. El gran Ridley Scott comienza una saga que dio, ha dado y sigue dando mucho que hablar. Este nuevo género, donde se mezcla el terror con la ciencia ficción, ha servido como base a muchísimas películas que vinieron después, hasta hicieron una donde el famoso asesino Jason estaba en el espacio (un aplauso para los guionistas). Con el paso de los años Alien se ha convertido en una mascota más de la familia, adorada y querida por todos. Se han hecho secuelas del monstruo, merchandising, burlas, guiños… el mundo de Alien no tiene fin. Pero vayamos por partes.


La primera película nos cuenta como un nuevo pasajero sube a bordo del Nostromos y sus ocupantes deben enfrentarse a él; destacamos a la Teniente Ripley, Némesis de Alien. Es en esta primera parte donde nos llama la atención dos enigmas. El primero es un fotograma donde se aprecia una especie de forma humanoide sentado en un maquina extraña, al pasar los años se le ha denominado como Space-jockey. Y la segunda es la misión del androide Ash, con esto me refiero a que el androide tenía ordenes de capturar al Alien vivo; por lo tanto, ¿quién esta detrás de todo esto? Fue este segundo enigma que atrajo la atención de todos los directores futuros, haciendonos olvidar del otro alienigena que vimos. James Cameron, David Fincher y Jean-Pierre Jeunet fueron los encargados de llevarlo a cabo. Se centraron en la relación de Ripley y el Alien, a la vez que ibamos descubriendo los planes malvados de la Compañía.


Aquí quiero hacer un inciso: la relación que mantienen el monstruo y la teniente se podría catalogar como la perfecta unión amor/odio del cine. En la primera parte se conocen, parece que no se llevan bien, pero en el fondo saben que no pueden vivir el uno sin el otro. En la segunda parte Ripley decide conocer a toda su familia, incluyendo a la madre, para luego llegar a consumir el amor (3º película) donde ella quedará embarazada. Y para finalizar ella debe enfrentarse a su hijo, sabe el amor que tiene hacia él, pero debe dejarle marchar. Una historia de amor redonda.

Continuando por donde lo habíamos dejado, todos nos centramos en estos dos apartados pero no nos preguntamos que era el Space-jockey. Bueno pues ahora, Ridley Scott ha querido darle respuestas a este “pequeño” enigma y lo ha hecho a lo grande. Y aquí es donde entra Prometheus.
                                                                               
Esta nueva película intenta dar explicación a la creación de Alien, pero en lo que a mi respecta, esto se podría considerar una pseudo-precuela, es decir, ocurre antes de “Alien, el octavo pasajero”, pero trata de contarnos otra historia. En esta ocasión nos encontramos con unos investigadores que van tras la idea de que la humanidad proviene del espació, dando una patada a años de darwinismo. Apoyado en la idea de Francis Crick y en la teoría de la Panspermia, la película comienza con una escena bellísima donde vemos como los Ingenieros fueron los causantes de la creación del ADN primogénito que más tarde dará a luz a los humanos. A partir de este momento el espectador se envuelve en una atmosfera científica para descubrir nuestros orígenes y lo que más asusta, conocer el fin de nuestra existencia.

Llegados a este punto, debo decir algo que me duele en lo más profundo de mi corazón: que daño ha hecho "Perdidos" (soy fan). Si nos fijamos en los guionistas encontraremos a Damon Lindelof, uno de las cabezas creadoras de esta serie. Y como era de esperar sigue con el mismo rollo, te resuelvo una duda pero te presento 4 más. Haciéndose una bola, que sigue rodando y nos hace preguntarnos más cosas. Con lo simple que hubiera sido decir: pues de aquí surge el Alien. Pero no, han creado otra historia, otro universo con sus semejanzas(los personajes  de Noomi Rapace y Sigourney Weaver son el mismo, y se aprecia como se va desarrollando y creando el personaje de Ripley) y sus diferencias (ya no se trata de sobrevivir y conocer al enemigo, sino de vivir y conocerse a uno mismo).

LA ANTOLOGÍA DE ALIEN

By : El día del Espectador


HIMAR R. AFONSO

Lo que supone Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) para la historia del cine es equivalente a lo que ha supuesto para el público su antología, atendiendo a las obras de Ridley Scott y James Cameron y a las de David Fincher y Jean-Pierre Jeunet (y omitiendo las fusiones posteriores con otros personajes como Predator, por ser cintas destinadas a explotar más aún la mina lucrativa de la saga, alejándose incluso de su historia original). Porque el personaje del alien no solo es uno de los personajes de terror más importantes e influyentes, generando grandes masas de aficionados y convirtiendo a su obra en cine de culto, sino que supone una cadena de ideas y repeticiones en sus películas (no necesariamente de carácter lucrativo) que han creado una fábula en el público con mecanismos identificables mediante los cuales se accede no solo al miedo y a la fascinación de los espectadores, sino que también, después de casi tres décadas de Alien, se ha accedido a la veneración y a la nostalgia.

 No es solo un fenómeno social lo que generaron las películas de Alien, sobretodo la original de Ridley Scott y la secuela, para muchos mejor, de Cameron: Aliens: el regreso (Aliens, 1986), sino que en su contexto histórico representan un momento muy importante para el cine, el modernismo, la recuperación del cine de género y la gran innovación de la mezcla de géneros; en este caso, terror y ciencia ficción, un depredador alienígena, un organismo superior, que consigue entrar en la nave de carga Nostromo, donde la teniente Ripley (la mítica protagonista interpretada por Sigourney Weaver), junto a su tripulación, tendrá que enfrentarse al terrorífico nuevo huésped. Y como decíamos antes, las siguientes entregas se han  servido de la idea original y su estructura para entrar en una dinámica de repetición que no solo hace que el espectador sepa lo que va a ver, sino que, de alguna manera, se entristece por lo que ya no “es”.

No conocemos la vida de Ripley, solo su carácter y personalidad en la toma de decisiones que realiza en el corto espacio de tiempo que dura el presente ficticio del filme, lo mismo que en la segunda entrega, donde habrán pasado unos cincuenta años desde que consiguió librarse del alien y criogenizarse esperando ser encontrada por alguien. Por tanto, la concepción de la obra tiene un único nivel narrativo, sin profundizar en los personajes o en sus problemas internos; Alien es supervivencia, la forma más real de conocer a las personas.

A esta premisa se añaden en cada entrega elementos imprescindibles como son el androide y La Compañía. El androide que va con cada tripulación que se embarca en las misiones de La Compañía (desde las obras de Scott y Cameron hasta la reciente Prometheus), tiene una importancia capital, por representar los intereses de La Compañía, unos intereses a menudo carentes de moralidad, de humanidad (prevalece siempre el valor de la carga -el alien- sobre la vida de los tripulantes), para los cuales supone un gran acierto utilizar a un robot. Mucho más odiado el de la primera película que el de la segunda, Bishop, con el que se empatiza con facilidad, sobretodo porque al final hace lo “humanamente correcto”; además, tendrá su protagonismo en la tercera película, Alien 3, la ópera prima de David Fincher, en la que se atrevieron no con muy buen resultado a utilizar la tecnología digital para crear al alien, en una película que pretende ser demasiado trascendental, resultando por el contrario, bastante aburrida y donde únicamente vale la pena el gran final que cierra incluso la saga, de una forma triste, épica y nostálgica, escuchando en Off la última retransmisión que dejó Ripley del Nostromo.

Pero entonces se estrena ya en la década de los noventa, Alien resurrección, de Jeunet (¡director de Amelie!). Bastante, bastante innecesaria, esta cuarta entrega, ya con más ambiciones lucrativas que artísticas, supone un auténtico despropósito, donde únicamente tiene algo de interés una extraña escena “de amor” entre un alien repugnante y Ripley, o por lo menos la nueva Ripley, una reencarnación mitad humana mitad alien que ha creado La Compañía, no se sabe muy bien para qué. Se intenta, de alguna manera, evocar a esa idea que durante la saga se va generando de que, tras tanta lucha, el terror es amor, la relación del alien con Repley (y por extensión, con los espectadores), es bonita (por no hablar del alto contenido sexual). Pero Alien resurrección no termina de justificarse, y solo sirvió para iniciar la explotación masiva del personaje con esas obras de fusión ya mencionadas.


Pero el tiempo pasa y Alien sigue siendo una obra cumbre, de esas que agitaron al público, rompieron la taquilla y aprobaron ante la crítica. Generaron una idea, una premisa, a partir de la cual se podía trabajar un único nivel narrativo (la supervivencia) a la vez que pensar y dar rienda suelta a nuestra imaginación para componer nuestra propia fábula: el pasado de Ripley, quien jamás verá a posibles parientes (en la segunda parte ya es evidente, después de cincuenta años dormida y vagando por el Espacio); la Tierra, que nunca veremos (salvo en Alien resurrección, de forma fallida otra vez); la propia Humanidad en un futuro no tan próximo, de la cual poco sabemos desde las naves en las que viajará Ripley, y esperando que no todos sean como esa poderosa compañía, de la que tampoco sabemos nada.

Con toda esta ausencia de información, anhelada en ocasiones pero nunca necesaria, surge en el presente año (en el presente mes) una obra concreta: Prometheus, la cual tiene varios aspectos a tener en cuenta: el primero y más importante, está dirigida por Ridley Scott, autor de la primera entrega, que 33 años después ha decidido hacer otra película sobre uno de sus mayores logros cinematográficos (junto con Blade Runner y, si se me permite, Black Hawk derribado); lo segundo, que se ha tomado más de un año para hacerla, lo cual es una noticia; y lo tercero y más interesante, en teoría: es una precuela.

Evidentemente, y como dijo James Cameron en su momento, la continuación de la saga ya era inviable, aunque el dinero que generaría cualquier nueva historia de Alien siempre iba a ser rentable. Pero ya puestos, ¿por qué no hacer algo interesante, que aporte alguna novedad? Quizás de ahí surja la idea de hacer una precuela; de alguna manera, toda esa información, todas esas preguntas innecesarias en las primeras películas (ya que lo interesante era lo que ocurría en el momento), puedan ser necesarias ahora, mediante una precuela que cuente lo que ocurrió años antes, desvelando que la propia Compañía tiene bastante que ver en la existencia de ese mortífero ser. Y la película es realmente satisfactoria, no solo por la impecable realización sino por su propuesta: “fuimos en busca de nuestros orígenes y, quizás, hayamos encontrado nuestra destrucción”.

Pero no se queda ahí... Prometheus (donde, por cierto, Ridley Scott hace un pequeño guiño/homenaje a Spielberg como referente de la ciencia ficción -no más que él mismo-) enreda bastante el asunto y da pie a un montón de especulaciones sobre la Humanidad y la vida más allá de la Tierra, ideas siempre interesantes e inquietantes. La obra cuenta con un reparto notable/alto, con la mujer del momento al frente (Charlize Theron) más el impecable Michael Fassbender y enlazando con bastante acierto toda la historia con Alien, el octavo pasajero, dejando, sin embargo, tantas preguntas en el aire como respuestas ofrecidas y dando pie incluso a una posible secuela (de Prometheus, no de Alien) que resulta fastidiosa y gratificante a la par; nadie quiere que Alien se acabe, pero podía haber acabado hace mucho tiempo.

Aún así, parece que es mucho más pertinente esta última historia que las que sucedieron a Aliens: el regreso, de Cameron, en una antología muy irregular pero más que interesante. Y además, Prometheus da salida de forma evidente a esas fábulas que creó la historia original (siempre desde la perspectiva que dan todos estos años después) y es, a título personal, bastante mejor que los “Aliens” post-Cameron.


Porque en su conjunto, resulta frustrante finalizar la posible trilogía que cerraba Alien 3 con tan buen final pero con una película que constituía un “todo” bastante peor que sus predecesoras; y revivir a Ripley definitivamente fue un desacierto, por lo que nos quedamos con las dos primeras y con Prometheus. No sería una mala trilogía, la verdad, finalizando con el encadenado de planos en el que Cameron nos muestra a Ripley y a la niña dormidas... al fin. El sueño comienza, la pesadilla se acaba, y suena en el aire la secuela de la precuela... y resignados, iremos a verla... porque un nuevo personaje se embarca en un viaje como hizo Ripley en 1979 (o como hará en 2122, según se mire), y este nuevo personaje “promete” desvelarnos tantas nuevas preguntas. Si al final se hace dicha secuela (quizás para 2014), probablemente no termine de responder a todo, uno de los secretos de las historias jugosas, pero si no se llega a realizar, tampoco será una tragedia. Alien ya es todo lo que puede ser, que es bastante, y el conjunto, a veces más y a veces menos, supone un regalo de gourmet.

"Atraco a las tres" (1962)

By : El día del Espectador

                                                      JAIME PASTOR

Pensar, queridos lectores, en esas familias hipotecadas, disfrutando de su último mes de paro, disfrutando de tantas cartas de apoyo como de desahucio. Pues bien, los culpables de esta situación son los héroes de esta película.

José María Forqué dirige esta cacerolada fílmica, vista por muchos como una denuncia social útil y por otros como ligera y ridícula. Útil, ridícula, y transcurre en torno a un banco: ingredientes de cualquier cacerolada.

Don Felipe es despedido. El que fuera director del celebérrimo “Banco de los previsores del mañana” tiene un corazón que no le cabe en el pecho y toma decisiones que favorecen a los clientes. ¿un director de banco que es buena persona?. Recordemos que es ficción y que José Orjas es un actor de método.

El que ocupa su puesto, Don Prudencio, es tan gritón, egoísta y odioso que más parece exigir a sus empleados unas buenas fotos de Spiderman para el Daily Bugle que una buena contabilidad. El banco se empieza a transformar en la mismísima sede del mal.

Y es que en 1962, la neblina de crisis social y económica de la posguerra dejaba entrever luces de coches extranjeros, de casas con televisores, de un congreso con diputados dentro; los ciudadanos comenzaban a ser conscientes de nuevo que tenían obligaciones, si, pero a cambio de algunos derechos.

Hacía falta un justiciero que separase por la fuerza los párpados de la chusma. Y en “Atraco a las tres” es Jose Luis López Vázquez.


Parece que se está ciñendo la corbata, ¿verdad?. Pues no sé,  igual si, pero seguro que eso forma parte de una locuaz estratagema y cuando volvamos a ver la foto Jose Luis ha desaparecido.

Haciéndose pasar en la película por Fernando Galindo: pulcro y quirúrgicamente puntual trabajador de banco que jamás supuso un problema para nadie. La revolución empieza desde abajo, hijos mios. Con la llegada de Don Prudencio todos los empleados reciben un baño de fascismo capitalista amanerado. Todos los días. A todas horas.

Galindo, que en sus propias palabras, quiere “veranear en Chamonix alternando con las campeonas del eslalon gigante”, decide vestirse de justicia y robar a su propio banco. Quiere cambiar su vida y la de todos los que se rodean.

No es un “Batman” de Christopher Nolan, Jose Luis Lópaz Vázquez es un héroe necesario. Porque “El Caballero Oscuro” puede persistir impertérrita sin ese superhéroe de pacotilla, torpe y que se lleva broncas hasta de su mayordomo. Nolan odia sacar a Batman y sabe que todo su universo sería mejor si no estuviera él.

Además, “Atraco a las 3” sólo tuvo un presupuesto de 5.300.000 pesetas, ¿Qué tipo de película habría hecho Cristopher Nolan con ese presupuesto?, ¿otro “The amazing Spiderman”?. Seamos serios.

(Hay una crítica de Batman en este mismo blog, escrita por Himar Reyes, que tiene bastante solera).

Pero atención. Galindo no está solo. Le acompaña la ambición rubia española, Gracita Morales. Sin ella el plan se viene abajo.  Se deja robar, y no contenta con eso, dedica una sonrisa a cada uno de los asaltantes para tranquilizarlos.

Aunque la que iba a ser la chica de la oficina se queda en una simpática maruja, adicta a las pieles con una voz estridente. Una especie de Renee Zellweger en su papel de “El diario de Bridget Jones” pero con algo más de amor propio.


Y Alfredo Landa, as himself. Es decir, asustado y nervioso por todo lo que ocurre en derredor. Con los ojos de aquel niño que ha descubierto lo que le van a regalar sus padres por navidad y no le ha gustado un carajo. Con los ojos que delatan todo lo que ha hecho, hace o piensa hacer. Desde que el precavido y prudente Alfredo Landa entra en el plan… el plan fracasa.

Pero, ¡oh, sorpresa! el que toca y hunde el robo es Galindo. Cuando una extranjera europea le hace los ojos chiribitas. Efectivamente, cuando España no va a las suecas, las suecas van a España. El cerebro de la operación le cuenta a la mujer hasta la hora del atraco, las tres. A las tres, dos grupos de atracadores, el mismo banco.

El resto descubrirlo vosotros.

¿Cuándo es bueno ver esta película? Cuando toque limpiar la discografía de Glenn Medeiros y el VHS se caiga de la estantería. 

Cuando Al Gore saque otra película charlando sobre alguna alarma social, ecológica, política; que haya provocado él.

Cuando os apetezca ver “The amazing spiderman”.

Feliz Verano, Hijos Mios.

@Pastorkidnotes

EL SÍMBOLO Y LA LEYENDA DEL ÚLTIMO BATMAN

By : El día del Espectador


HIMAR R. AFONSO




Finaliza la exitosa saga de El caballero oscuro, se cierra el círculo del último Batman del cine, del  Batman e Christopher Nolan, del Batman más oscuro y realista hasta el momento, precisamente porque era lo que el momento necesitaba.

Con El caballero oscuro: la leyenda renace, Nolan termina su particular saga del hombre murciélago, con la que nos contó sus comienzos, se atrevió a crear un nuevo y formidable Jocker, pero donde, sobretodo (y aquí está el mayor interés de la trilogía), profundiza en la figura de Batman y de Bruce Wayne, renovando el concepto del personaje y reflexionando, a su vez, en la idea del mismo, y en la idea de héroe, superhéroe, símbolo o leyenda.

Porque con la última entrega, Nolan realiza un ejercicio de “renacer” físico y conceptual de Batman, ese terror de la oscuridad, de los villanos y los corruptos y esa idea que había en el ambiente de que, a pesar de ser el hombre más buscado debido al asesinato de Harvey Dent, todos sabían que no les iba a abandonar ante el terror. Un terror que personifica uno de los villanos más interesante y mejor configurado del “mundo del superhéroe”, un villano perfecto para suplir al ya extraordinario Jocker de Heath Ledger que, respetando a Jack Nicholson y lo que “su Jocker” supuso en ese momento, bien podría ser el mejor Jocker del cine.


Poniéndonos en situación, la película comienza ocho años después de lo ocurrido en El caballero oscuro, con un Batman retirado y un Bruce Wayne autoexiliado de la sociedad y resentido físicamente de sus tiempos de murciélago. La ciudad de Gotham vive un buen momento, aunque la criminalidad sigue ahí; sin embargo, nadie espera el mal que se acerca, un villano idealista que busca terminar el cometido de La Liga de las Sombras y reducir Gotham a escombros. Y es aquí donde empieza el juego de conceptos y simbolismos, ya que Bane (el villano) pretende que la propia ciudad se desmorone moralmente antes de destruirla él mismo, de la misma forma que quiere que Batman pierda antes su alma que su vida, un castigo ejemplar no para un hombre, sino para un héroe. Bruce, para resurgir, tendrá que luchar no contra Bane, sino contra sí mismo y contra su particular relación con el Miedo y con la Muerte. Toda la profundidad psicológica que Christopher Nolan otorga al Batman contemporáneo (probablemente la mejor aportación de la saga), alcanza su zenit en esta obra a través de varias escenas para el recuerdo y un ritmo muy lento (la cinta dura más de dos horas y media) pero que, gracias a ello, el proceso social al que asistimos en la película, en el que los ciudadanos de Gotham vetarán a Batman hasta darse cuenta de que ellos mismos lo querían, tiene sentido.


En este tiempo de duración que a muchos podrá parecer excesivo, aparecen nuevos personajes, algunos que servirán de guiño al cómic y a la historia tradicional y otros que, realmente, tienen poco sitio en la película. Por desgracia, me refiero a la perfecta Marion Cotillard, una de las mejores actrices de la actualidad, pero cuyo papel no era necesario. Y tampoco termina de convencer la correcta Anne Hathaway en su papel de Catwoman, infinitamente mejor que la que Michelle Pfeiffer interpreta para Tim Burton en Batman vuelve (una película que invita a ser olvidada), pero sin demasiado sentido entre tanta trascendencia.


Más allá de estas puntillas que se encuentran en el filme, y de ciertos detalles que chirrían bastante en la historia (por no hablar de algunas escenas totalmente fallidas como esa especie de batalla medieval entre ciudadanos y criminales o la de Alfred, llegando al final de la película, que desmerece totalmente al gran Michael Caine), la película ya tenía un lastre importante para no defraudar y eran sus dos predecesoras, que han llegado a subirse en el trono del Batman de Michael keaton y Tim Burton para que el imperial Christian Bale tome asiento también. Pero, a pesar de todo, Nolan no defrauda, ni mucho menos. La película es, en su conjunto, un coloso de la acción, la aventura y la épica, cambiando totalmente la idea de Batman, cierto, pero alcanzando un destino en la función del personaje que era prácticamente incuestionable en las circunstancias que se había concebido. Porque Batman no era un hombre, sino un símbolo, y eso supone ser lo que Gotham necesita que sea (una de las ideas de El caballero oscuro); y aquí la idea principal se resume en la frase de Batman cuando le dicen que lo ha dado todo; él contesta “no, aún no”. Lo más interesante del personaje está en la dualidad moral que adopta para triunfar en cada obstáculo, dando importancia a su propia vida cuando debe dársela, y quitándosela cuando hay que quitársela.

Acompañado del omnipresente Hans Zimmer en la banda sonora y con una radicalización del estilismo en la forma de pelear de Batman (esa extraña sensación de lentitud y contundencia que genera en cada golpe que da), la película consta de este tipo de detalles para conseguir ser diferente a las otras dos, aunque no mejor. Corrijo, es bastante mejor en el “concepto”, esto es, el simbolismo que logra en las escenas y los argumentos, para finalizar de una forma que no gustará a todos pero que tampoco puede decepcionar, y abriendo puestas a la imaginación, y solo a la imaginación (pues según el director la saga terminaba aquí), para un “continuará...”. Pero no es mejor que Batman begins, más sencilla y con una idea más golosa: “ha vuelto la esperanza” y, por trascendencia en la audiencia, tampoco es mejor que El caballero oscuro (si bien peca igualmente en el exceso de acción).

Siendo justos, Nolan termina esta historia con la cabeza bien alta, convirtiéndose en el nuevo padrino de DC Comics (es el productor de la próxima entrega de Superman) y dejando un muy buen sabor de boca para la mayoría. De alguna manera, la obra en su conjunto es honesta consigo misma y toma un camino lógico y arriesgado hasta sus últimas consecuencias, logrando un resultado difícil de defraudar (que no imposible) y serio en su propuesta. Una obra que culmina una saga más influyente y reconfortante de lo esperado y que corona a su director (ya coronado con su trabajo anterior) como un creador inteligente, valiente y capacitado.

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