Posted by : El día del Espectador agosto 11, 2012



 NÉSTOR SÁNCHEZ

En 1979 el cine da a luz a una nueva criatura, no es de nuestro planeta, no es conocido, pero le servimos como plato principal de sus comidas. El gran Ridley Scott comienza una saga que dio, ha dado y sigue dando mucho que hablar. Este nuevo género, donde se mezcla el terror con la ciencia ficción, ha servido como base a muchísimas películas que vinieron después, hasta hicieron una donde el famoso asesino Jason estaba en el espacio (un aplauso para los guionistas). Con el paso de los años Alien se ha convertido en una mascota más de la familia, adorada y querida por todos. Se han hecho secuelas del monstruo, merchandising, burlas, guiños… el mundo de Alien no tiene fin. Pero vayamos por partes.


La primera película nos cuenta como un nuevo pasajero sube a bordo del Nostromos y sus ocupantes deben enfrentarse a él; destacamos a la Teniente Ripley, Némesis de Alien. Es en esta primera parte donde nos llama la atención dos enigmas. El primero es un fotograma donde se aprecia una especie de forma humanoide sentado en un maquina extraña, al pasar los años se le ha denominado como Space-jockey. Y la segunda es la misión del androide Ash, con esto me refiero a que el androide tenía ordenes de capturar al Alien vivo; por lo tanto, ¿quién esta detrás de todo esto? Fue este segundo enigma que atrajo la atención de todos los directores futuros, haciendonos olvidar del otro alienigena que vimos. James Cameron, David Fincher y Jean-Pierre Jeunet fueron los encargados de llevarlo a cabo. Se centraron en la relación de Ripley y el Alien, a la vez que ibamos descubriendo los planes malvados de la Compañía.


Aquí quiero hacer un inciso: la relación que mantienen el monstruo y la teniente se podría catalogar como la perfecta unión amor/odio del cine. En la primera parte se conocen, parece que no se llevan bien, pero en el fondo saben que no pueden vivir el uno sin el otro. En la segunda parte Ripley decide conocer a toda su familia, incluyendo a la madre, para luego llegar a consumir el amor (3º película) donde ella quedará embarazada. Y para finalizar ella debe enfrentarse a su hijo, sabe el amor que tiene hacia él, pero debe dejarle marchar. Una historia de amor redonda.

Continuando por donde lo habíamos dejado, todos nos centramos en estos dos apartados pero no nos preguntamos que era el Space-jockey. Bueno pues ahora, Ridley Scott ha querido darle respuestas a este “pequeño” enigma y lo ha hecho a lo grande. Y aquí es donde entra Prometheus.
                                                                               
Esta nueva película intenta dar explicación a la creación de Alien, pero en lo que a mi respecta, esto se podría considerar una pseudo-precuela, es decir, ocurre antes de “Alien, el octavo pasajero”, pero trata de contarnos otra historia. En esta ocasión nos encontramos con unos investigadores que van tras la idea de que la humanidad proviene del espació, dando una patada a años de darwinismo. Apoyado en la idea de Francis Crick y en la teoría de la Panspermia, la película comienza con una escena bellísima donde vemos como los Ingenieros fueron los causantes de la creación del ADN primogénito que más tarde dará a luz a los humanos. A partir de este momento el espectador se envuelve en una atmosfera científica para descubrir nuestros orígenes y lo que más asusta, conocer el fin de nuestra existencia.

Llegados a este punto, debo decir algo que me duele en lo más profundo de mi corazón: que daño ha hecho "Perdidos" (soy fan). Si nos fijamos en los guionistas encontraremos a Damon Lindelof, uno de las cabezas creadoras de esta serie. Y como era de esperar sigue con el mismo rollo, te resuelvo una duda pero te presento 4 más. Haciéndose una bola, que sigue rodando y nos hace preguntarnos más cosas. Con lo simple que hubiera sido decir: pues de aquí surge el Alien. Pero no, han creado otra historia, otro universo con sus semejanzas(los personajes  de Noomi Rapace y Sigourney Weaver son el mismo, y se aprecia como se va desarrollando y creando el personaje de Ripley) y sus diferencias (ya no se trata de sobrevivir y conocer al enemigo, sino de vivir y conocerse a uno mismo).

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