Posted by : El día del Espectador octubre 10, 2013



            En 2010 el director canadiense Denis Villeneuve realizó una de las tragedias modernas más desgarradoras de los últimos tiempos: la indescriptible Incendies. Formalmente una maravilla y temáticamente aún más impactante, el filme puso al realizador en el panorama cinematográfico mundial y le ha permitido poner un pie en la industria hollywoodiense con Prisioneros. Con un reparto de alto nivel, la película es una de las grandes apuestas del año en la temporada de premios y Harvey Weinstein, tótem de la industria americana, ha dicho que es “la película más extraordinaria que he visto en 2013”. Y por desgracia para quien escribe, estará en lo más alto de las quinielas.


Gyllenhaal recuerda demasiado a Zodiac.
            ¿Por qué por desgracia? Porque es una película más del género, es otra más dentro de la anquilosada cinematografía mainstream americana. La cinta recuerda irremediablemente a la Zodiac (2007) de Fincher, quizá por la presencia de Jake Gyllenhaal, pero sobre todo porque sus propuestas son enormemente parecidas. Gran parte de la culpa se puede achacar al guión de un casi primerizo Aaron Guzikowski, que opta por narrar de forma clásica el transcurso de una investigación policial. Este guionista incluye todos los estereotipos del género: el investigador con problemas para socializar y dedicado exclusivamente a su trabajo; una serie de complicadas razones para el crimen que nunca quedan del todo claras; giros argumentales inesperados (¡no es el mayordomo!); el ciudadano ordinario que se toma la justicia por su mano… ¿No nos suena ya todo esto?

Keller Dover (Hugh Jackman) se toma la justicia por su mano.
     Gran parte de esos elementos son americanos, estamos ante una película profundamente americana. Al contrario que Incendies, que tiraba de hasta tres culturas distintas (de las cuales una es la propia del director), Prisioneros solo podría tener lugar en EEUU. El personaje de Hugh Jackman, ex alcohólico y cristiano, decide actuar al margen de la policía e investigar por sus propios “métodos”. Eso solo podría suceder en América. El problema de esto es que un público global puede no sentirse tan identificado como el americano, sobre todo el de la América rural, que se va a ver reflejado a sí mismo en la pantalla. En Europa la gente no suele tomarse la justicia por su mano, o al menos no de la forma en que lo hace Hugh Jackman.



El director prefiere sugerir que mostrar el deterioro físico de Alex (Paul Dano).

            Formalmente sí que hay algún destello que vale la pena, pero son pocos. La elección más interesante es ese plano reiterado del personaje de Paul Dano: al iluminar solo por un pequeño agujero se crea una minúscula isla de luz por la que se intuye el enorme deterioro físico del personaje. Aquí Villeneuve demuestra una gran expresividad y plasticismo, sirviéndose mucho más de la sugestión que de la imagen explícita. Otra elección interesante es la de resumir momentos clave con fundidos lentos, evitando escenas que el público es capaz de imaginarse con mucho más poderío de lo que la película puede mostrar. Esas elegantes elipsis ayudan a dar la sensación de que la trama avanza, de que la historia va poco a poco pasando y quedando atrás. En cuanto a la interpretación, ese es probablemente el punto fuerte de la película, sobre todo por la construcción de personaje que hace Jake Gyllenhaal (ese tic nervioso), pero también por un breve aunque siniestro Paul Dano y un Hugh Jackman que se interna en registros más complejos de los que suele frecuentar.

¿Denis Villeneuve atrapado por Hollywood?
            En general es una película correcta, bien realizada y con buena factura. Lo único que se le puede achacar es la falta absoluta de originalidad, tanto en las propuestas temáticas, como narrativas y formales. Por eso hay que esperar que la maquinaria hollywoodiense no triture la originalidad que tenía Villeneuve y así evitar este cine transparente e impersonal. Seguramente los interpretes pasen por una montaña rusa de nominaciones, de eso no hay duda, pero el filme no pasará a la historia. Eso sí, será un disfrute digno de ver en televisión en una lluviosa tarde de domingo.


NOTA: 6,5

{ 3 comentarios... read them below or Comment }

  1. ¡Hola! Buenas noches.

    He descubierto tu blog y me hago seguidora, pues el cine me encanta! Es una de mis grandes pasiones.

    Yo sinceramente, si voy a ver la película es por Hugh Jackman y la trama, claro. Pero lo que me echa para atrás es que son 2h y 30 min. de metraje y yo no sé si aguantaré tanto, porque últimamente soy de ver pelis que no duren más de 2 horas. Así que ya veré si decido ir al cine.

    Un saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues por el metraje no te preocupes porque la peli tiene buen ritmo y se ve sin problemas. El fallo radica en el guión, porque los actores están bastante bien y la dirección probablemente también. Pero la historia se les va de las manos. Un saludo y gracias por seguirnos!

      Eliminar
  2. No pienso que la historia se le vaya de las manos. Pienso que partiendo de una sinopsis simple de cualquier tv movie que podrían poner un sabádo por la tarde en Antena tres, al igual que pasa con "Adiós pequeña, Adiós" transforma la película es un producto mucho más alto, tanto por su realización y la interpretación de actores, y el tratamiento y la evolución del guión tanto en la trama como en la evolución de los personajes que convierte a la película en un producto mucho más adulto, profundo y complejo. Vamos que de una premisa muy simple termina siendo un peliculón que ha sido llamado a ser de lo mejor del cine americano en este año.

    Jorge.

    ResponderEliminar

- Copyright © El Día del Espectador - Date A Live - Powered by Blogger - Designed by Johanes Djogan -