Posted by : El día del Espectador abril 20, 2013


Néstor Sánchez

Aaaaaaaagghhhh, uuuuuugghhh… ésto es todo lo que alguna vez nos diría un zombie si no lo encontráramos por la calle. El resto de lo que nos quisiera decir, no lo sabríamos, porque ya estaríamos a kilómetros de distancia o soplando el cañón de nuestro revolver. Lo mucho que sabemos de zombies nos lo ha enseñado el cine y en menor medida, las otras artes. Pero actualmente sufrimos toda una invasión de estos seres… hasta en la sopa. Y a la vez que más van saliendo, se ha ido generando ramas y diferencias entre ellos: lento vs. rápido, muerto vs. infectado… y así una lista enorme. Mucho estaba tardando para que este “ser” se viera afectado por la onda expansiva de “Crepúsculo”. La cual transforma a todo monstruo en un joven adolescente, guapo y buenorro. Por lo tanto si sumamos Zombie con “Crepúsculo”, nos sale “Memorias de un zombie adolescente”.

Aunque parezca que lo anterior sea algo malo, no quiero que lo sea. La película de la que vamos hablar intenta alejarse de “Crepúsculo”, es más, en ocasiones parece parodiarla. Desde un primer momento, sabes que lo que vas a ver es de “coña”. El propio título: “Memorias de un zombie…” tiene una incongruencia, la cual es el motor del film. Los zombies no piensan y por lo tanto no recuerdan. Pero que pasa si no fuera así. Lo que obtendríamos es un gran comienzo de película, donde veremos a nuestro protagonista, R, el cual deambula torpemente por un aeropuerto, pensando sobre su existencia. Sus pensamientos asombran tanto que te hace replantearte ciertos aspectos de tu vida, ya que como el director deja entrever, no hay mucha diferencia entre ellos y nosotros.


Visto el comienzo y su primer desarrollo, la película coge un buen ritmo, con una banda sonora muy alegre y unas escenas más que graciosas, hasta llegar al momento en que los productores metieron mano. Ese momento que sabes que la película tiene que acercarse a “Crepúsculo” para triunfar, y acaba por convertirse en un romance imposible entre dos seres. Pero no desesperemos, a lo largo de la película podremos ir encontrando pequeñas escenas muy bien traídas (aunque estemos en el momento “Crepúsculo”) que harán que te rías o que te hagan pensar sobre tu existencia.

 Uno de los elementos más llamativos es la voz en off del zombie, la cual nos narrará la historia y sus pensamientos. Lo primero que piensas al escucharla es la regla básica de todo guionista: nunca uses voz en off, deja que las imágenes hablen por si solas. Pues en éste caso esta regla debe romperse, ya que sin sus pensamientos no entenderíamos nada. Gracias a ellos se desarrollará la película, ya que si no estuviéramos ante un zombie trascendental, veríamos un simple documental de la vida salvaje de los zombies. Para acabar ,resaltar y aplaudir, la magnifica explicación que dan para el motivo de porque los zombies comen cerebros (no os la cuento porque merece ser vista), y además es el mejor momento visual de toda la película.

En conclusión, es una buena película que te hará pasar el rato, te hará reír y pensar, pero que desgraciadamente ha caído bajo la fuerza de los “vampiros”. Ir a verla antes de quansofhas fas..a.sf aaaaaagghhhhhh uuuuuuughh cerebrossssgsgs

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