Posted by : El día del Espectador enero 17, 2013



The Master es una película que va más allá de la pantalla. Su complejidad hace necesario un esfuerzo intelectual no desdeñable para comprenderla (si esto es, en última instancia, posible). Paul Thomas Anderson, considerado uno de los grandes autores americanos, ya nos dejó estupefactos con su anterior película, Pozos de ambición (2007), pero en esta va más allá. The Master habla, de forma hábilmente velada pero clarificadora, de los inicios de uno de los movimientos más polémicos del siglo XX: la Cienciología. Freddie Quell (Joaquin Phoenix) es un veterano borracho y perdido en la vida cuyo camino se cruza un día con el de Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), una especie de filántropo místico que afirma que controlando la mente se puede conseguir cualquier cosa. Freddie y Lancaster inician una relación de amor-odio y fascinación mutua que tendrá como gran condicionante a la Causa, la organización que sigue las teorías de Lancaster.

            La premisa de este guión del propio Anderson es la de mostrar cómo la Cienciología puso (y pone) a prueba los eslabones más débiles de la sociedad, en este caso un veterano de la IIª Guerra Mundial, frente a las teorías pseudocientíficas de un grupo de fanáticos. El personaje de Freddie Quell está tan increíblemente definido y es tan profundo y verosímil que hace que se cree una empatía enorme entre el público y este pobre diablo. Freddie representa a toda esa masa con tanto sufrimiento y desorientación en la vida que encuentran en la Cienciología la “solución” a todos sus problemas. La otra cara de la moneda es Lancaster Dodd, el álter ego fílmico de L. Ron Hubbard, que representa al maestro (de ahí el título) tanto de la Causa/Cienciología como de Freddie. Este personaje está impregnado de un magnetismo indiscutible que le ayuda a difundir su mensaje (manipulador) a más personas. Lancaster se erige en maestro, padre incluso, de Freddie, haciéndolo su protegido y asistente.


          


            Uno de los pilares de la película, y lo que hace que realmente valga la pena verla, es la fascinante relación que se crea entre Lancaster y Freddie. Por un lado Freddie necesita un ancla en su vida, alguien le diga qué hacer, qué puede hacer. Y Lancaster representa ese anhelo. Sin embargo, él ve a Freddie como un conejillo de indias (lo dice explícitamente), y si bien en algún momento llega a considerarlo algo más, en última instancia no es más que un sujeto con el que experimentar. Una de las grandes escenas de la película es el interrogatorio “cienciólogo” que Lancaster le hace a Freddie. Ahí es donde se establece ya, imperturbablemente, la superioridad del Maestro, desnudando el alma de Freddie, haciéndolo revivir los eventos más intensos de su vida, para bien o para mal. Él se somete sin dudarlo y Lancaster acepta con naturalidad la superioridad que le otorga. Ese episodio le marcará tanto que Freddie [ALERTA SPOILERS] intentará emular al Maestro y al interrogatorio al final de la película, consiguiendo sólo una parodia, tanto por la forma de hacerlo (en medio del acto sexual), como por el resultado que consigue (la chica no le toma en serio) [FIN DE SPOILERS].


            Si uno de los pilares de la película es la relación Freddie-Lancaster, el otro gran pilar son las interpretaciones de del dúo Phoenix-Seymour Hoffman. La forma en la que interpretan a los personajes es tan asombrosamente verosímil que deja completamente KO al espectador. Por un lado Joaquin Phoenix hace probablemente la mejor interpretación de su carrera con un personaje muy físico (medio cuerpo paralizado, animoso en extremo) pero al mismo tiempo tierno y desorientado. Su paso por la película es fascinante, pero lo es especialmente en la secuencia de la cárcel, en la que arrasa con todo en un ataque de desesperación, que deja al espectador paralizado y expectante. Sería totalmente injusto decir que Philip Seymour Hoffman le da simplemente la réplica, porque va más allá, ayudando a que el carisma de su personaje salga de la pantalla y fascine al público de la sala.

             
            En general, The Master es una película fascinante por unos personajes y unas interpretaciones de un espesor inaudito, pero por desgracia difícilmente abarcable. Al no tener un montaje invisible y encadenarse y entrelazarse las secuencias y escenas con esa brusquedad, el espectador tiene cierta sensación de desorientación y cuesta hacer encajar las piezas. Faltan ligaduras, lo cual lastra en gran medida la narración. El otro gran problema (o virtud, dependiendo del perfil del espectador) es que su mensaje está demasiado encriptado y Anderson no permite que todos accedan a él. En cualquier caso, ése es su estilo como autor y seguramente tenga a su parroquia de seguidores, pero desde luego no todo el mundo va a disfrutar de su película. A pesar de todo, hay que quedarse con las interpretaciones, sobre todo la de Phoenix, que esperemos pueda arrebatarle un eventual tercer Oscar a Daniel Day-Lewis.

NOTA: 7

{ 1 comentarios... read them below or add one }

  1. Gran película 'The Master', la mejor del año, cine y conocimiento, sobre la naturaleza de la locura, la amistad, de la relación maestro y discípulo, sobre la vida misma. Interpretaciones geniales... y un barco que se dirige a China. a solas, para uno mismo. Un saludo!!!

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