Posted by : El día del Espectador noviembre 15, 2013

ÁLVARO TEJERO

Ahora que el frío por fin ha llegado de nuevo a nuestras vidas nada mejor que hablar de una serie donde el calor juega un papel predominante. No solo por transcurrir en la frontera estadounidense-mexicana, en concreto en la ciudad de El Paso, sino por ser una de los estrenos más potentes de la pasada temporada televisiva de verano.

Entre los estreno de este año he encontrado muchas decepciones ( el despropósito de The Following, la falsa trascendencia de Hannibal, la absoluta falta de espíritu vikingo en Vikings o el fácil desarrollo de Master of Sex tras su prometedor piloto) y algún éxito (la adulta House of Cards o la absoluta felicidad de cada capítulo de Bunheads). The Bridge se situaría en el medio. confluyendo en ella una serie de condicionantes que marcan su visionado de forma irremediable:

Es una serie de la cadena de cable F/X. Qué significa esto: cierta austeridad técnica que te recuerda que es estás viendo televisión (algo que no es bueno ni malo de por sí), problemas en la dirección de actores y una tendencia hacia el exceso dramático que termina convirtiendo a casi todas sus producciones en telenovelas o folletines en partes de su trama. Ahí están para corroborarlo propuestas casi siempre de tono masculino como Prison Break, The Shield, Nip/Tuck, Lights Out o American Horror Story.

Los pareja protagonista original
Se trata de una adaptación de la serie escandinava Bron/Broen. La tv norteamericana tiene últimamente dos lugares de los que extraer idea para su televisión: Israel y los países escandinavos. Por supuesto, en seguida salieron las voces de los ofendidos por la capacidad depredadora y la falta de ideas de la industria estadounidense, sin haber visto ni un capítulo de la serie. Como pasa siempre.

La productora ejecutiva y una de las guionistas es Meredith Stiehm, una de las responsables de la increíble en el mal sentido de la palabra Homeland. Este dato se enfrentaba a un interesante avance, un prometedor argumento (la frontera entre USA y Mexico es un lugar que se presta a grandes conflictos) y una pareja protagonista totalmente cinematográfico. El nominado al Oscar Demián Bichir y Diane Kruger, cuya absoluta belleza esconde sus capacidades actorales.

la belleza clásica de Diane Kruger 
¿Cuál es el resultado teniendo en cuenta todo lo escrito?

Pues una serie que se queda a medio camino en todas sus propuestas, que no encuentra su lugar hasta el capítulo final y que no termina de aprovechar el principal interés que ofrece el contexto en que se desarrolla. ¿Por qué le sucede esto? Por seguir la floja e incoherente  línea argumental principal de la original sueca (manos a la cabeza por parte de los que defienden que lo original es siempre mejor).

Todo esto ya se puede observar en el piloto de The Bridge, modélico en este sentido. Esboza la problemática convivencia de la ciudad de El Paso, las disputas entre la policía mexicana y estadounidense, la corrupción mexicana y la ceguera voluntario al otro lado de la frontera; y por supuesto el triste misterio de las mujeres desaparecidas en las grandes ciudades mexicanas. Este es el problema que centrará el argumento de la segunda temporada.

Pero por otra lado en el piloto también se ven las intenciones de un asesino en serie con aires de denuncia cuyos motivos verdaderos provocaran la risa involuntaria y a punto están de cargarse toda la serie. Y esos motivos, y ese asesino están calcados de Bron/Broen. Cuando se alejan de ello para centrarse en todo lo que ofrece la frontera y los problemas la serie crece. Lo mismo que le ocurre a su hermana The Killing, que al tomar su propio camino en su segunda temporada crece hasta convertirse en una de las mejores series de esta nueva edad de oro televisiva.

Imagen que define el conflicto de la serie

Acompañando todo el problema central una de cal y otra de arena. Presentación de personajes interesantes que se olvidan, sobreactuación y excesos melodramáticos; una gran pareja protagonista (de nuevo personaje femenino con problemas de conducto y trastornos psíquicos como en Homeland), una conseguida atmósfera asfixiante, o violencia seca.



Puede parecer que no hay manera de salvar la serie, pero no es así. La línea abierta en el último capítulo incita a la esperanza, los personajes de Kruger y Bichir han conseguido una potente química y esconden muchos secretos, y nos encontramos con muchos frentes abiertos oscuros. Un thriller que no sabe si quiere ser una radiología social. Esperemos que en la segunda temporada opten por cruzar definitivamente el puente y mancharse las manos definitivamente con el tráfico de drogas, la trata de mujeres o el crimen organizado. Las bases ya las han sentado

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