Hace 1 mes
Archive for octubre 2013
"TURBO", UNA CARRERA CON DEMASIADOS OBSTÁCULOS
By : El día del Espectador
HIMAR
R. AFONSO
¿Qué
pasaría si un caracol quisiera ser veloz? ¿Qué pasaría si lo
consiguiera? Una premisa jugosa la que plantea Turbo,
de David Soren, superar los límites de la Naturaleza, no conformarse
con la mediocridad o con lo establecido socialmente. Sin embargo,
sin ver la película ya se vislumbran los posibles problemas que
puede traer el intento de convertir esta curiosidad en una
historia... a lo mejor no da para tanto.
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| Chet y Turbo, dos hermanos muy diferentes |
En
este sentido, parece que narrativamente se logra mantener cierto
interés gracias a pequeños puntos de giro que ocurren cada cierto
tiempo, justo en los momentos en los que parece que la historia se
está cayendo por su propio peso. Pero esta dificultad de materia,
por así decirlo -a pesar del gran logro de solventarlo con cierta
habilidad-, se percibe durante todo el metraje.
Consiguen
integrar un cierto discurso en referencia a la estabilidad económica
de ese pequeño centro comercial al borde de la quiebra y la
necesidad de innovar, pero poco más. El circuito de Indianapolis
y la Fórmula 1 funcionan narrativamente, pero en el fondo no tiene
mucho sentido. Por supuesto, era predecible y necesario que en el
clímax, Turbo perdiese sus veloces poderes y tuviera que enfrentarse
al momento decisivo con sus verdaderas habilidades y su espíritu de
lucha.
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| "Ningún sueño es demasiado grande ni ningún soñador demasiado pequeño" |
Probablemente
toda esta falta de consistencia se habría disimulado un poco mejor
con algo más de humor, pero en este apartado tampoco brilla la
película. Quizás el personaje de Sombra proponga cierta
comicidad, pero los chistes no tienen demasiado efecto generalmente.
Es posible que Turbo fuera un gran
cortometraje, pero el esfuerzo por tapar las carencias intrínsecas
no dejan de evidenciar los límites del largometraje que, a pesar de
todo, cumple sin necesidad de ser puntilloso. Memorable, eso sí,
la emoción del público infantil en la carrera final.
"La noche de los espectadores vivientes" (Especial Halloween EDDE)
By : El día del Espectador"¡This is Halloween! ¡This is Halloween!..." cantaban en Pesadilla antes de Navidad. Y sí, Halloween ya está aquí, y desde El día del Espectador queremos rendirle homenaje desde su vertiente cinematográfica a través del género por antonomasia de estas fechas: el TERROR.
Si ya sois muy mayores para disfrazaros y salir a pedir caramelos o simplemente vais a pasar esta noche en solitario, nada mejor que coger una manta, acomodarse en el sofá y darle al play. Para ello, hemos seleccionado cada uno de los colaboradores del blog una película que consideramos ideal para estas fechas:
Desde clásicos imperecederos al slasher de toda la vida; terror llegado desde el lejano oriente o creado en suelo patrio; pasando por el ser más terrorífico de la tierra (el hombre) y un personaje del que huiréis sin mirar atrás.
Sin olvidar la sorpresa final, de la mano de nuestros amigos de Cine y Otras Drogas, que como expertos en terror han querido aportar su granito de arena y cuyos especiales sobre Halloween tampoco tienen desperdicio.
¡Apaguen las luces y que comience el terror!
[•REC] (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007)
por Hugo Mugnai
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| Manuela Velasco, una reportera en el infierno. |
La que probablemente sea la masterpiece del tándem Jaume Balagueró-Paco Plaza es ya una referencia del cine de terror-zombies y una de las películas españolas más exitosas de los últimos años. Y es que [•Rec] tomó el relevo de películas como la pionera El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick, 1999) y llevó el subgénero del terror-cámara en mano a otro nivel, justificando por completo la presencia de la cámara al ser tratada como un reportaje fallido.
Quizá no sea una película de terror al uso, ni una típica película de zombies, pero [•Rec] combina elementos de ambos géneros para hacer vivir al espectador 85 minutos de pura angustia que además concluyen de forma magistral.
"Pablo, grábalo todo. Por tu puta madre"
La Maldición (Ju-on: The Grudge; Takashi Shimizu, 2002)
por Himar Reyes
por Himar Reyes
El terror es uno de esos géneros con más capacidad para crear imágenes que puedan convertirse en icónicas o emblemáticas, en la medida en que las exigencias en el guión suelen ser menores. La obra de Shimizu cuenta con varias de esas imágenes: la mujer bajando la escalera, la sombra en la esquina del techo, el niño debajo de las sábanas...
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| No levantes las sábanas. |
Aparte de ser un director cuya obra resulta bastante relevante en la aportación del cine japonés al género, La maldición supone una nueva corriente de códigos y juegos de estilo del terror contemporáneo, además de generar toda una franquicia nipona-americana que tiene su origen en la versión del año 2000 y sus sucesivas secuelas y relecturas (como el caso de la obra de 2002), o las adaptaciones americanas de El grito. Lo resaltable de esta colección es que todas son dirigidas por Takashi Shimizu. Como referencia, la película aquí citada.
FRASE: Difícil destacar una frase por encima del emblema de esta historia: el espíritu de la mujer maldita bajando deformada la escalera y emitiendo el mítico sonido de puerta de madera entreabriéndose. Escalofriante.
Nosferatu (F. W. Murnau, 1922)
por Marco Barada
por Marco Barada
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| El conde Orlok o Nosferatu el vampiro. |
Uno de los grandes tótems
del terror en la cultura universal es la figura del vampiro, un ser ni vivo ni
muerto que se alimenta de algo tan básico y animal como la sangre humana. En
1922, tras uno de los períodos más oscuros de la historia del viejo continente,
Friedrich Wilhelm Murnau se atrevió a realizar la primera adaptación del mito
rumano de Nosferatu.
De la mano de la iluminación, Murnau creó una atmósfera a
la vez fantástica y terrorífica en el que las sombras son aún más peligrosas
que el propio conde Orlok. Su intérprete Max Schreck (cuyo apellido significa
“miedo” en alemán), de quien se decía que realmente era un vampiro, conformó un
personaje desprovisto de toda humanidad con una mirada tan penetrante como un
cuchillo que congela al espectador.
A pesar de haber pasado a la historia del
cine, no lo hizo así a la cultura popular, pero sus imágenes siguen teniendo un
enorme poderío visual a pesar de sus 91 años de edad. Nosferatu es el verdadero
vampiro, es a él a quien tendríamos que temer y tener en cuenta al hablar del
vampirismo, porque Murnau supo captar a la perfección el espíritu del mito.
“¿Es esta tu
mujer? Que garganta tan encantadora”.
Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980)
por Néstor Sánchez
por Néstor Sánchez
La película comienza con un
campamento de verano que reabre sus puertas tras el desagradable acontecimiento
de hace unos años, donde uno de los niños murió ahogado. Ahora los monitores
deben pasar la noche allí mientras reparan y preparan el campamento para la
nueva temporada. Lo que no saben es que será la última noche de sus vidas, ya
que en ese bosque frondoso recae una maldición.
De las películas que tenemos en
la lista puede que sea esta la más “conocida” pero también es la más
desconocida, esto es debido a: la leyenda del famoso asesino Jason. La conoce
todo el mundo, todos sabemos lo que le ocurrió en el campamento Cristal Lake.
Pero pocos conocen lo que ocurre en la primera película, desgraciadamente la
careta y el machete se han hecho tan famosos que hacen que olvidemos los
acontecimientos de la misma. Verla o verla de nuevo y os llevareis una grata
sorpresa con el final de la película.
Con un estilo cercano a Hitchcock
y una visión próxima al voyeurismo , la película avanza bajo la mirada
subjetiva del asesino, que espera el momento adecuado para matarles de las
maneras más sangrientas posibles. Con algún que otro susto, suspense, y un jovencísimo
Kevin Bacon, es la película perfecta para verla la noche de Halloween, mientras
estás solo en casa.
“¡Estais malditos!¡Todos estáis
malditos!”
Un film acojonante, cercano
a los personajes retorcidos y enfermizos de un cómic pulp de terror. Una
experiencia cinematográfica cercana al tren fantasma de una feria local, en la que
el chirrío del vagón y los monstruos medio rotos y mal iluminados crean un
efecto más inquietante que toda la filmografía de James Wan. Obligatorio su
visionado si queréis pasar miedo. Si os atrevéis…
"¡Hoy comeré carne, aunque sea carne humana!"
Creepshow (George A. Romero, USA, 1982)
por Iván Fanlo del blog Cine y Otras Drogas
Durante los años 50, de la mano de Bill Gaines y Al Feldstein, EC Cómics revolucionó el tebeo americano en plena guerra fría. Esta transgresión vino dada por su temática terrorífica mezclada con dosis de humor, perfecto para jóvenes cansados de tramas más inocentes.Tal fue la repercusión, que, por primera vez, se creó un club de fans de una editorial. Sus publicaciones respondían a un mismo esquema: un misterioso anfitrión presentaba las historias de forma cáustica; el más famoso de ellos, El guardián de la cripta. Tristemente, la creación del comic code, el código de censura del cómic americano, obligó a cerrar las revistas. Pero el legado de EC ha sido muy grande, tanto en tebeos, cine y televisión.
En 1982, George A. Romero y Stephen King unieron sus fuerzas para homenajear aquellos cómics que tanto amaban de jóvenes, como ya hiciera el británico Freddie Francies en 1972 con Tales from the crypt.
La película nos muestra cinco historias cortas de terror, con bastantes dosis de humor y mala leche. Venganzas sobrenaturales, cucarachas asesinas, un meteorito que cae del cielo o extrañas criaturas encerradas en una olvidada caja, son algunas muestras del catálogo de horror que contiene el film.
El reparto del film reúne viejas glórias del fantástico (Tom Atkins, Adrienne Barbeau, Hal Holbrook, Leslie Nielsen), actores televisivos que más adelante conseguirían éxito (Ed Harris, Ted Danson) y alguna que otra sorpresa (Joe Hill, Tom Savini o el propio Stephen King).
Si al cocktail le añadimos la deliciosa y colorista fotografía de Michael Gornick -muy cercana al estilo cómic- , la banda sonora de John Harrison -entre lo irónico y lo pesadillesco, -, y los siempre geniales fx de Savini, el resultado final es perfecto para una divertida noche de Halloween entre amigos.
El éxito del film derivó en dos continuaciones -una segunda muy disfrutable y la tercera totalmente olvidable- y la realización de decenas de films y series de las mismas características: Los ojos del gato, Tales from the darkside, Historias de la cripta, etc.
"Yo te enseñaré a no tirar mis tebeos...¿Listo para otro pinchazo, papá?"
Fuentes: Tales from the crypt, vida y muerte, Enrique Torres
El terror y el miedo, emociones de las que huimos siempre, pero que gracias a la magia del cine se convierten en sensaciones placenteras y adictivas. Viva Halloween.
À
meia-noite levarei sua alma (José Mojica
Marins 1963)
por Diego Real
por Diego Real
Primera parte de la saga de
Zé Do Caixao, mítico personaje creado por José Mojica Marins tras,supuestamente, un sueño . Una
obra culmen del cine brasileño siniestra y polémica, mediante la cual han
comparado a Mojica Marins con Buñuel, Bava o Jodowrosky.
Sin desvelar mucho de la trama y de sus delirantes
escenas (las cuales se os marcarán en las retinas de por vida) hablaré de Zé Do
Caixao. Es un personaje siniestro, enterrador y de largas uñas que representa el
mal personificado dejando a iconos del
terror como Jason o Freddy (al que inspiró en su guante) como verdaderos
aficionados. Es sin duda un demonio, ¿o
quizás no? Es un “demonio” que se rebela mediante sus actos crueles contra una
sociedad hipócrita. Un “demonio” que defiende a los niños, ya que ellos
representan la pureza y de nosotros depende forjarles el futuro. Un “demonio”
que te invita a reflexionar sobre la línea entre la vida y la muerte mediante
sus excelentes citas filosóficas. Todo ello con una estética que sabe hacer de sus carencias presupuestarias uno de
sus mayores aciertos.
"¡Hoy comeré carne, aunque sea carne humana!"
Escalofrío
(Frailty;
Bill Paxton, 2001)
por Álvaro Tejero
En
la época en que los cinéfilos de pro odiaban las interpretaciones del gran Matthew
McConaughey, el actor Bill Paxton (protagonista de una de las obras maestras
escondidas de los 90: Un plan sencillo
de San Raimi) se estrenó en la dirección con un cuento terrorífico que sigue la
estela de La noche del cazador.
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| ¿quién es el asesino? |
Aunque
la sangre, los monstruos infernales o lo paranormal suelen ser el epitome de lo
terrorífico; creo que no hay nada más aterrador que el propio ser humano. Escalofrío es una película perturbadora
que habla sobre la fe y sus peligros, el fin de la inocencia, la verdadera
justicia y el mal en todas sus dimensiones. Una cinta de terror escondida bajo
un disfraz de thiller de asesino en serie sin una gota de sangre.
Llena
de referencias bíblicas, con un final que aporta más interrogantes que
respuestas (no quiero desvelar las sorpresas) y que deja vislumbrar la
justificación del castigo divino en manos de de un mortal. Escalofrío es una
cuento al igual que La noche del cazador, pero no debemos permitir que caiga en
el olvido en el que tantos años vivió la obra maestra de Charles Laughton.
Al
menos, Bill Paxton no ha corrido su misma suerte y ha podido volver a dirigir.
Y si aun no os he convencido, espero que lo hagan las palabras de Stephen King:
"única, provocadora, que te mantiene agarrado a la butaca".
"La
voluntad de Dios se ha cumplido"
Creepshow (George A. Romero, USA, 1982)
por Iván Fanlo del blog Cine y Otras Drogas
Durante los años 50, de la mano de Bill Gaines y Al Feldstein, EC Cómics revolucionó el tebeo americano en plena guerra fría. Esta transgresión vino dada por su temática terrorífica mezclada con dosis de humor, perfecto para jóvenes cansados de tramas más inocentes.Tal fue la repercusión, que, por primera vez, se creó un club de fans de una editorial. Sus publicaciones respondían a un mismo esquema: un misterioso anfitrión presentaba las historias de forma cáustica; el más famoso de ellos, El guardián de la cripta. Tristemente, la creación del comic code, el código de censura del cómic americano, obligó a cerrar las revistas. Pero el legado de EC ha sido muy grande, tanto en tebeos, cine y televisión.En 1982, George A. Romero y Stephen King unieron sus fuerzas para homenajear aquellos cómics que tanto amaban de jóvenes, como ya hiciera el británico Freddie Francies en 1972 con Tales from the crypt.
La película nos muestra cinco historias cortas de terror, con bastantes dosis de humor y mala leche. Venganzas sobrenaturales, cucarachas asesinas, un meteorito que cae del cielo o extrañas criaturas encerradas en una olvidada caja, son algunas muestras del catálogo de horror que contiene el film.
El reparto del film reúne viejas glórias del fantástico (Tom Atkins, Adrienne Barbeau, Hal Holbrook, Leslie Nielsen), actores televisivos que más adelante conseguirían éxito (Ed Harris, Ted Danson) y alguna que otra sorpresa (Joe Hill, Tom Savini o el propio Stephen King).
Si al cocktail le añadimos la deliciosa y colorista fotografía de Michael Gornick -muy cercana al estilo cómic- , la banda sonora de John Harrison -entre lo irónico y lo pesadillesco, -, y los siempre geniales fx de Savini, el resultado final es perfecto para una divertida noche de Halloween entre amigos.
El éxito del film derivó en dos continuaciones -una segunda muy disfrutable y la tercera totalmente olvidable- y la realización de decenas de films y series de las mismas características: Los ojos del gato, Tales from the darkside, Historias de la cripta, etc.
"Yo te enseñaré a no tirar mis tebeos...¿Listo para otro pinchazo, papá?"
Fuentes: Tales from the crypt, vida y muerte, Enrique Torres
El terror y el miedo, emociones de las que huimos siempre, pero que gracias a la magia del cine se convierten en sensaciones placenteras y adictivas. Viva Halloween.
GRAND PIANO. Diagnóstico de un desastre.
By : El día del Espectador
Cuando
vamos al cine siempre nos enfrentamos a un riesgo inevitable: es posible que
nos topemos con un bodrio. Y es que la
cartelera siempre ha sido una lotería, como diría Forrest, “como una caja
de bombones”. Por eso es probable que es ocasiones salgamos de la sala con una
sensación algo agria, porque por poco que nos guste, hay pelis malas. Pero dentro de esas pelis malas podemos encontrarnos desde la que no nos ha terminado de convencer, pasando por la que era bastante tonta hasta la más temida
de todas...el bodrio total. Y es que cuando uno sale del cine de ver Grand Piano no puede evitar la sensación
de haberse enfrentado a ese feroz enemigo.
La película, dirigida por el poco conocido Eugenio Mira –el que fuera director de Agnosia (2010)– se presenta como un thriller hitchcockiano de gran suspense. Tom Selznick (Elijah Wood) es un pianista con miedo escénico que vuelve a dar un concierto tras cinco años de parón. Pero cuando el recital empieza, Tom descubre que alguien le está apuntando con un rifle, y que si falla una sola nota de la partitura, morirá. Así, de la mano del en este caso productor Rodrigo Cortés, Mira trata de construir una película magnética con el espíritu de Buried (Rodrigo Cortés, 2009). Y el resultado no podría ser más desastroso.
Pero,
¿por qué es Grand Piano un desastre a pesar de lo interesante de la premisa?
Tratemos de averiguarlo haciendo un “diagnóstico
de Grand Piano”:
Encefalograma del guión
- Riesgo
en la idea: La idea en la que sea sustenta supone un riesgo enorme para el
guionista, que se debe enfrentar al objetivo de mantener al espectador pegado a
la pantalla viendo a un hombre tocar el piano todo el tiempo. Si Chris Sparling
logró conseguirlo con un hombre en un ataúd, Damien Chazelle fracasa
estrepitosamente.
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| Más de uno agradecería que apretaran el gatillo |
- Insuficiencia
de verosimilitud: Probablemente la mayor carencia de la película sea la
falta de credibilidad. Y es que el guión está sembrado de situaciones
increíbles, en las que las cosas suceden de forma injustificada y oportunista.
Todo un homenaje al Deus Ex Machina. Así, el espectador tiene difícil creerse
lo que está viendo, y si uno no se cree un thriller...
Cardiograma de dirección
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| Mira no está a la altura del reto...ni de Wood |
- Artrosis
actoral: Cuando llega el momento de dirigir a los actores y los personajes
de por sí no están bien desarrollados, es importante tratar de que al menos las
interpretaciones sean creíbles. Y de nuevo, pinchazo. Ni siquiera Elijah Wood
se salva, cayendo a veces en la caricatura.
- Arritmia
en el montaje: Para colmo, el montaje llega a ser absurdament
frenético en ocasiones, sin lograr generar la tensión deseada y
contribuyendo al naufragio.
Síntomas
- La
trama resulta ajena al espectador, convirtiendo el thriller en un teatrillo
inverosímil e increíble y produciendo un innegable “gatillazo” en el suspense.
-
La sensación de que todo sucede de forma bizarra e incomprensible alimenta la
sensación de que el filme cae irremisiblemente en el ridículo conforme avanza
el metraje.
- La
mezcla de ambas sensaciones puede generar la extraña sensación de que la cinta está
cayendo en la autoparodia cuando en realidad se está tomando muy en serio a sí
misma.
Así
pues, recetamos a Grand Piano una (y varias) reescrituras de guión que incluyan
subtramas y le den un background a los personajes, un buen storyboard, y mucho
amor al cine y a las buenas historias. Aunque quizá sea un poco tarde.
NOTA: 3’5
EL CINE ESTÁ VIVO
By : El día del Espectador
HIMAR
R. AFONSO
Llegó
la quinta edición de la Fiesta del Cine y, con ella, los precios de
ensueño para disfrutar de esa experiencia mística, espectacular
y colectiva que es el visionado de una película en una sala de
cine.
En
mi caso, asistí al primer día de esta curiosa “fiesta” para ver
Caníbal, de Martín Cuenca, ya que la tenía pendiente
(película que, dicho sea de paso, recomiendo a todo el mundo, a
pesar de que a mi compañero Hugo Mugnai no le agradó en exceso). Si
bien el año pasado hubo bastante movimiento del público ante la
iniciativa, parece que la posibilidad de conseguir la acreditación
online ha triplicado notablemente la asistencia de espectadores. Tan
notable como que se me quitaron las ganas de repetir. En mi caso,
pude ver cómo Kinépolis sufría un desborde de aforo posiblemente
histórico, con colas que rellenaban el espacio como la serpiente del
mítico juego Snake. Y este desborde no fue menor en la red,
pues las páginas se colapsaron y tuvieron que reabrir el sistema de
acreditaciones. González Macho, presidente de la Academia de Cine,
ha resaltado que no sería viable mantener los 2,90€ en las
entradas de forma permanente, debido a los impuestos, pero ha
apuntado que el efecto causado en el primer día de la Fiesta del
Cine (una asistencia a las salas cinco veces mayor de lo normal)
merece ser tenido en cuenta por la industria.
Yo,
personalmente, voy suficientes veces al cine como para volver a pasar
la terrible experiencia de hacer colas interminables, sudar hasta
conseguir mi entrada y contemplar a la sociedad en plena
efervescencia consumista por un pase de, eso sí, precio memorable.
Sin embargo, este pequeño fenómeno me hace reflexionar respecto a
la situación actual de la cultura y la sociedad, de los nuevos
hábitos de consumo y las nuevas fórmulas narrativas. Es evidente
que el cine pasa un mal momento, pero no lo audiovisual. Hace un
par de semanas pude escuchar a Pablo Berger que nos eoncontramos en
la época en que más contenido audiovisual se consume en toda la
Historia, sugiriendo que, pese a la crisis económica y a las
evidentes dificultades de la industria, hay que ser optimista. Que la
convergencia de medios ha precipitado nuevas fórmulas narrativas
para la ficción televisiva y para el cine, es incuestionable, y los
múltiples nuevos soportes diversifican exponencialmente las vías de
consumo de las películas. La cultura de la convergencia ha
cambiado las reglas del juego y nos presenta un panorama más bien
poco alentador para quienes estrenan obras en cines y festivales.
Los nuevos medios están lejos de las salas, están ahí fuera e
interactúan con los consumidores...
Mi
posición es un tanto escéptica ante este cambio cultura y social
que vivimos. Afirma Henry Jenkins, gurú del transmedia, que los fans
son ahora el centro de la cultura, ya que su poder es mayor que el de
los productores de la industria. Nadie puede negar que el perfil
del consumidor ha cambiado y, consecuentemente, las propuestas
narrativas. La televisión lo tiene más fácil para adaptarse a
los nuevos mercados, ya que la publicidad sigue siendo su principal
herramienta, pero el cine no. El cine depende de que la gente esté
interesada en ver las películas en una pantalla gigante, y entre
tablets, smartphones y circulación online, parece que dicho interés
se acaba, y el cine se agota.
Pero
entonces llega un afortunado evento como el de estos días y todo
este discurso transmediático se contradice. De repente -¡Oh
Dios!- la gente ha ido al cine. Borraron sus descargas en calidad
screen y fueron a ver Prisioneros; cogieron a sus hijos
y sobrinos y los metieron en Turbo o Justin y la espada del
valor; dejaron su iPad 5 para rendirse ante el Dolby Surround y
el 3-estafa-D. Creo que ha quedado demostrado que la gente
prefiere ir al cine antes que ver las películas en el ordenador o en
la tele. Por supuesto, habrá de todo, pero dudo que nadie pueda
discutir que no es comparable la experiencia de una pantalla gigante
a la de un televisor u ordenador portátil... o algo peor. No es
cuestión de tamaño. En cuanto a los hábitos de consumo, no seré
yo quien niegue el cambio de la sociedad, el cambio cultural en
cuanto a la relación de los ciudadanos con las industrias
culturales, la convergencia de medios, la inteligencia colectiva, la
interacción, los nuevos soportes... es evidente que todo eso existe,
y quizás dentro de cinco generaciones (dudo que antes) me tenga que
tragar mis propias palabras. Pero si me preguntan “¿por qué la
gente va menos al cine?”, no pondré en primer lugar la
transformación social, el cambio cultural o generacional. Pondré en
primer lugar el factor económico.
El
cine es caro. El impuesto del 21% es una puñalada realmente
violenta, sí, pero el cine es caro. Me han argumentado alguna vez
que, en proporción con lo que cuestan las películas, ir al cine es
incluso barato. En tal caso, entramos en otro tipo de debates
respecto a si es ético o no gastarse 200 millones de dólares en una
superproducción de dudosa calidad artística -y lo dice uno que se
ha visto la mitad de la factoría Márvel-. No quiero entrar en
demagogia barata ni meterme en pantanales, pero si el problema reside
en lo caro que resulta levantar una producción, mi solución es la
siguiente: no gastes tanto. El derroche en muchas ocasiones no está
justificado. El cine es caro y los tiempos, difíciles; la gente iría
todos los fines de semana al cine por cuatro o cinco euros; por nueve
o diez (en el mejor de los casos), no.
Por
tanto, solo puedo decir que el cine no se agota, aún no. Pese a las
nuevas tecnologías y los nuevos hábitos de consumo, sigue sin
superarse la experiencia de ir al cine; pese al fácil acceso a los
contenidos y al mal momento de la industria, la gente elegiría antes
una sesión en sala a un ordenador; a pesar de todas las
dificultades, lo audiovisual sigue creciendo; pese a todo, el cine
aún está vivo.
LA HERIDA o el cine español bueno
By : El día del Espectador
Al contrario de lo que algunos puedan creer, el cine
español sí es bueno. Las últimas películas españolas no podrían ser mejores: La gran familia española, Las brujas de Zugarramurdi o Caníbal están ganándole terreno a las grandes
producciones americanas. De hecho, uno de los “beneficios” (si los hay) de la profunda
crisis por la que atraviesa nuestra cinematografía es que al reducirse la
producción solo los mejores proyectos consiguen ver la luz. O se hacen
películas pequeñas pero muy artesanales como La Herida, del debutante en el largo Fernando Franco. Recién venido
del festival de San Sebastián, donde ha dado la sorpresa llevándose el Premio
Especial del Jurado y el Premio a la Mejor Actriz para Marian Álvarez, Franco
nos habla personalmente de su película:
La herida no es
fácil ni agradable. Es opresiva, angustiante y provoca ansiedad en el
espectador. La elección estética es la de acercar la cámara a la actriz y
eliminar totalmente la profundidad de campo de forma que podamos fijarnos única
y exclusivamente en nuestro personaje. Nos metemos en su cabeza, vemos lo que
ve ella, pensamos lo que piensa ella y sufrimos (y mucho) como ella. Fernando
Franco fuerza al espectador a establecer una empatía absoluta con una mujer con
un grave trastorno. En ningún momento se hace referencia al hecho de que Ana tiene
algún problema, simplemente lo vamos descubriendo a medida que se entra cada
vez más en su interior.
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| Ana (Marian Álvarez) es incapaz de crear empatía. |
Hay dos
Anas distintas: la que tiene el control de las situaciones y la que no. En su
trabajo parece que se siente relativamente satisfecha, sonríe con frecuencia y
empatiza con facilidad con sus pacientes. En esas situaciones ella controla más
a la gente y sus reacciones, puede predecir lo que va a pasar, por eso se
relaja y no se encuentra continuamente a la defensiva. Pero es cuando pierde el
control cuando surge su cara más impredecible, que puede ir desde la
agresividad a las autolesiones. Es una chica que sufre continuamente, a todas
horas, no es capaz de relacionarse con los demás de una manera normal. Eso
sumado a una madre pusilánime que prefiere mirar para otro lado, fingir que
todo está bien y que son las dos felices, no hace más que agravar el problema.
Y es que la radicalidad del planteamiento de Franco llega hasta el punto de que
estamos ante un mero tranche de vie,
toda la película no es más que un fragmento de vida de Ana. Algunos han querido
ver redención en su final; otros han visto aún más hundimiento. Pero también
podría ser que todo quede como estaba, que ella siga en la misma penosa
situación. Porque lo primero que hay que hacer para curarse es reconocer el
problema. Y Ana aun no es capaz de verlo.
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| Marian Álvarez se come la película con su presencia. |
Retratar el día a día de una
persona con ese trastorno es en sí una propuesta arriesgada, puede echar al
público para atrás con mucha facilidad. Pero si además se opta por un estilo
tan directo, que podríamos decir “quema” al espectador con cada plano, el público
puede salir corriendo del cine. Pero a Fernando Franco le ha salido bien la
jugada, sus tablas como montador le proporcionan una sólida base como director y
que está consiguiendo una buena cantidad de espectadores en comparación con
otras películas españolas en cartelera. Pero gran parte del éxito de La herida habría que atribuírselo a su
principal atracción: Marian Álvarez. Cualquier actriz no levanta 100 minutos de
película pero esta joven madrileña es capaz de eso y más. Su interpretación no
se puede describir, llena la pantalla y la desborda, cala en lo más hondo de cada
espectador provocándole una angustia vital. Sin duda se trata de un tour de force interpretativo que será
difícil de superar pero que ya ha recibido su merecida recompensa en el
Zinemaldia.
![]() |
| Fernando Franco recoge el premio en San Sebastián. |
La herida
no es ni será una película fácil. Pero sí que es necesaria. Su historia es tan
humana y tan cercana que todos podemos vernos retratados, todos conocemos a
alguien o hemos oído hablar de personas con el mismo problema o similar. Ahí
radica el éxito del filme, en apelar a la humanidad de todos y contar una
historia normalmente escondida pero que es parte de nuestro día a día. Franco
se merece toda nuestra atención en sus próximos trabajos, que esperemos no
tarden, y así pueda proporcionar al cine español más productos de calidad.
Porque la herida del cine español se puede curar y este es el ejemplo.
NOTA: 7



















