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Archive for diciembre 2012
Los Miserables: o como mi ciega mente no me deja ver más allá de Tarantino.
By : El día del Espectador
NÉSTOR SÁNCHEZ
Es muy difícil escribir una artículo, como éste, para mi. Mi mente, perturbada con sangre y saltos narrativos, me impide apreciar y ver con claridad películas que se acercan a un estilo clásico o que simplemente se alejen de mis gustos. Me llevan por caminos que yo no quiero ir, me hacen decir cosas que yo no quiero decir, como que “Los Miserables es y será una película sobrevalorada”. ¡Dios mío!, pero que he escrito, lo juro que no he sido yo, es mi mente, yo de corazón se que es buena. El estilo del director me gusta, se aleja de lo convencional, es decir, se acerca a mi mente, entonces, ¿por qué no me ha gustado?
Es una difícil pregunta, que no
requiere explicación alguna, porque no lo se, llámalo “X”. Mi corazón, mi
pasión, me proporcionaba muchas ganas de verla. El trailer me ofrecía imágenes
épicas, que serían recordadas, canciones que me ponían los pelos de punta, pero
al ver el film no paso nada de eso. Mi mente no paraba decirme: “menos mal que
está en color, que si no…” o “por lo menos hay saltos temporales…” el film no
llegó a tocar mi corazón, para ello hay que a travesar mi cabeza.
Vi dos horas y cuarenta minutos
de insulsa y aburrida historia de un hombre que robó una barra de pan (no tengo
nada en contra de la narración por cosas más pequeñas se han iniciado las más
grandes epopeyas). No voy hablar de los personajes, ni de la historia ni nada
que tenga que ver con lo narrativo, ya que ello me induciría a un error, al no haber
leído la obra. Me voy a centrar en el apartado técnico, en lo meramente
audiovisual.
El estilo del director, como he
dicho, es peculiar. No estamos acostumbrados a ver planos aberrantes, o que
nuestra mirada se dirija a otro lugar, que no sea el centro de la pantalla.
Pero este estilo tiene un inconveniente, no sirve para musicales. Supo usarlo
con una belleza majestuosas, en su anterior película, pero no en ésta. Mi
pasión habla sobre la preciosidad de estos, pero mi razón se niega a verla. El
principio básico de toda obra musical, en teatro, es el plano fijo (todo
depende donde estés sentado). El cine va más allá, te ofrece distintos planos y
Tom no ha sabido sacarle el máximo provecho posible a sus decorados. No se ha
atrevido a mostrar a la Francia del Siglo XIX. Es una película llena de
primeros planos de gente llorando y cantando a cámara. Te obliga llorar tu
también, aprovecha la debilidad humana de la empatía para atacar al espectador,
pero a mi no me funcionó, mi mente tiene un cortina de vísceras delante, no se
emociona con cuatro lágrimas.

No todo es malo en la película
(ahora sí que es mi mente) el casting es esplendido, las actuaciones dignas de
un Oscar. Lo que nos lleva a pensar, que si no fuera por los actores esta película
seria mala, ya que el director no ha sabido, y no creo que nunca lo consiga,
captar la esencia de la puesta en escena. Se centra demasiado en los actores.
No quiero acabar sin (CUIDADO
SPOLERS) comentar la vergonzante muerte y suicidio del personaje de Rusell
Crow. En uno de los momentos más emotivos y donde el personaje ha perdido su fe
en la vida, donde no distingue el bien del mal. Te cortan la emoción con una caída,
que bien merece estar en cualquier video de Youtube con el nombre de “epic
fail”.
Se que me quedo corto, que no he
podido escribir más “críticas vacías”, ya que mis “frágiles argumentos” que
Tarantino me ha dado, no sirven de nada. Hasta aquí, mi tarantiniana (si esa
palabra existe) opinión del film. Con ello no quiero decir que sea la
definitiva, ni la que tengáis que hacer caso. Es más, no creo que halla
entendido, o saboreado, en profundidad lo que el film transmite. La tendré que
volver a ver, y esta vez, dejando a la razón en casa. Bueno mejor no, es
gracias a ella, que he podido descubrir mi pasión por el cine y por las cosas
raras que me gustan ver. En un acto de rebelión, sobre la barricada más grande,
ondeando una bandera grito: “¡Viva la libertad, viva mi mente!”
P.D.:
Rompe Ralph mola más. En este caso, es mi infantil y friki mente,
la que os la recomienda.
"LOS MISERABLES" (2012), LA ETERNIDAD DE UNA HISTORIA
By : El día del Espectador
HIMAR R. AFONSO
No he leído aún la obra
de Victor Hugo, aunque siempre escuché que el musical no reflejaba
exactamente el espíritu del libro. Lo que sí puedo decir es que la
película es una adaptación fotográfica del musical. Esto trae
consigo una serie de implicaciones que dotan de algunas novedades
a la estructura narrativa del musical clásico de Hollywood,
empezando por el vehículo narrativo, los diálogos: en Los
miserables (Les Misérables, 2012), de Tom Hooper, prácticamente
no hay diálogo, casi todo es cantado.
Esta decisión (porque se
trata de eso, de decidir hasta qué punto se va a adaptar al cine un
musical de teatro) supone el segundo riesgo de la película; el
primero es, directamente, apostar por el género musical en una
época en la que el arte está desquiciado de las “grandes obras”,
el postmodernismo se burla de los viejos valores y la crisis
económica y social se trasluce en medios como el cine a través de
“tendencias del desencanto”, interesantes obras con discursos
irónicos o de denuncia. El lugar que ocupa Los miserables es,
aunque no quiera, el de esa amalgama de grandes producciones cuyo
objetivo industrial (industrial) va encaminado a difundir una
serie de mensajes de esperanza por parte de infraestructuras
políticas concretas en tiempos de decadencia social (las cansinas
pero innegables teorías conspiratorias). Más allá de esta función
industrial de la que creo no es responsable la propia película,
parece que la cinta de Hooper no ha fracasado, ni mucho menos, en
esas decisiones que fue tomando, pues la taquilla está siendo
realmente buena y pocas películas pueden presumir de levantar a los
espectadores de sus asientos y romper en aplausos. Pocos pueden
decir eso.

En cuanto a la película,
lo más destacable con diferencia es el trabajo de los actores.
Salvo Russell Crowe, el más grande monstruo interpretativo de
nuestra época y de quien no se esperaba menos en su encarnación de
Javert, muchas expectativas se habían puesto en el resto de actores
y actrices, por ser debutantes en obras dramáticas más cercanas al
teatro (en cuanto a interpretación) que al cine sensacionalista al
que nos tenían acostumbrados. Destacable por encima de todos,
parece poco discutible que está Hugh Jackman, no tanto por su
voz, que también, como por su papel protagonista y sus soberbios
monólogos. Evidentemente, una gran sorpresa ha sido Anne
Hathaway, cuyo número de I dreamed a dream sea,
probablemente, el más emocionante y más íntimo de la película;
papeles sorprendentes también los de Eddi Redmayne,
Samantha Barks y Aaron Tveit, siendo, quizás, el de
Amanda Seyfried el único que plantea alguna pega, quizás por
su extremada pureza y perfección; pero no deja de realizar un
trabajo formidable y no deja de ser una actriz perfectamente bien
elegida para el personaje.
En la línea estética,
es necesario hablar de Hooper como el máximo responsable del
universo de Los miserables, donde ha recurrido
como en su exitosa El discurso del Rey (The
King´s Speech, 2010) o su impresionante mini-serie John
Adams (2008), a los planos imperfectos, los saltos de eje
y los primerísimos primeros planos para intimar con los personajes.
Es en estos recursos de puesta en escena en los que se aleja del
musical clásico, pasando en varias ocasiones de los números
musicales grandilocuentes a los intimistas de Jackman o la citada
Hathaway. Y el hecho de que el 95% del filme sea cantado supone
que cualquier tipo de diálogo es otra canción, y esto permite
alejarse definitivamente de conceptos sobre el realismo más o
menos convenidos.


Sin olvidar la propia
historia y la épica que tanto tedio parece producir según en qué
momentos, Los miserables no solo es un trabajo
impecable, es, a mi juicio, una de las mejores películas del año.
Tras los grandes estrenos esperados para 2012 desde Hollywood El
caballero oscuro. La leyenda renace (The Dark Knight Rises, C.
Nolan), Prometheus (R. Scott) y El hobbit: un viaje
inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey, P. Jackson), creo
que la gran sorpresa la ha dado Tom Hooper y “sus miserables”.
"En compañía de lobos": Un cuento perverso
By : El día del Espectador
ÁLVARO TEJERO

En
ese ambiente surgió un director y guionista irlandés que con el paso del tiempo
se ha convertido en uno de los mejores cineastas vivos y que espero el tiempo
ponga en el lugar que se merece. Se trata de Neil Jordan, dueño de ese cine tan
turbador y sensible, lleno de ambigüedad y claroscuros.
Había
debutado en 1982 con Danny Boy a la
vez que ayudaba a convertir Excalibur
en una de las obras de mayor poder visual que se han hecho. Y ya en 1984 se
atrevió con la arriesgada tarea de llevar a la pantalla una reinterpretación
moderna de Caperucita Roja. Una labor completada con éxito que le abrió las
puertas de USA a la vez que le convirtió en un director maldito.
El
resultado fue En compañía de lobos, la
mejor y más pura adaptación de un cuento que se ha realizado. Entendiendo lo
que significa los cuentos clásicos, huyendo de la lectura auspiciada por Disney
y la cultura occidental durante el último siglo; recordando el carácter gótico,
moralista, oscuro y adulto que les rodeaba. Y por supuesto todo lo contrario a
la última versión de Caperucita Roja perpetrada
por Catherine Hardwicke, esa visión hipervitaminada, videoclipera y con
erotismo de parvulario.

Pero
Jordan y Carter añaden un feminismo latente a lo largo de todo el metraje, una
fascinación por lo diferente, la necesidad y los peligros de desviarse del
camino y una dura visión sobre el ser humano, más cerca de lo animal de lo que
podríamos pensar; escogiendo al licántropo como símbolo.
El
hombre lobo como eslabón que une lo animal con lo humano, el salvajismo y la
civilización en el mismo cuerpo. Maldito y perseguido para siempre, obligado a
vivir entre el cielo y el infierno.
![]() |
Sarah Patterson |
Y
como compañera final del licántropo
aparece la Caperucita protagonista del cuento. Interpretada a la perfección por
la angelical y provocadora Sarah Patterson, capaz de convertir a todos los
hombres en lobos hambrientos deseosos del trofeo que se esconde tras el pecado.
Representación de la virginidad y el despertar sexual, excitadora en su
curiosidad y atrevida en su timidez.
La
cinta está llena de símbolos y momentos de abstracción que darían para toda una
lección de psicoanálisis (la capa roja, la rosa, el cuchillo) que no me
corresponden, y que en todo caso serían más propicios para el experto en
simbolismo del blog, Himar Reyes.
Si
por algo destaca En compañía de lobos es por su apartado estético. Jordan
consigue como siempre una atmósfera inquietante a través de los elementos
básicos de la puesta en escena (decorados, vestuario, maquillaje o fotografía)
y unos impresionantes efectos especiales para la época (si bien ahora se han
quedado un tanto atrasados) que consiguen crear una estética de cuento propia
de las ilustraciones que los decoraban. Escenarios acartonados, fondos
pintados, barroquismo visual,
interpretaciones ingenuas, banda sonora sencilla pero mágica y una
impresionante labor de fotografía de Bryan Loftus hacen el resto: un cuento
puro y oscuro.
Es
una película salvaje, animal, llena de momentos perturbadores y sensuales que
provocan no saber si se trata de realidad o fantasía, si nosotros estamos
soñando o son los personajes. Llena de momentos oníricos que transcienden el
propio cuento e impregnan la narración. Jordan refuerza estas sensaciones mediante un
malabarismo narrativo que resuelve con maestría: construye tres niveles
narrativos (realidad, sueño y cuentos dentro del segundo) que se mezclan a la
perfección simplemente a través de elementos visuales, sin necesidad de
transiciones.
Una
película hipnótica y olvidada en la que destaca a parte de la protagonista la
encantadora abuelita interpretada por Angela Lansbury y que demuestra el poder
de la artesanía frente a lo digital. No es perfecta pero de gran influencia
posterior (el Drácula de Coppola no
existiría sin ella), reutilizada posteriormente por Jordan para realizar posiblemente
su obra maestra absoluta: Entrevista con
el vampiro.
Y
que por último ofrece una doble interpretación final si cabe más problemática
con esa adolescente que llora sus pesadillas en la cama: bien por todo lo que
su cuerpo y mente están experimentando o por haber sido forzada la noche
anterior por algún lobo humano.
LA MEJOR PELÍCULA EXISTENCIALISTA EN AÑOS:¡ROMPE RALPH!
By : El día del Espectador
DIEGO REAL
Ni
voy a explicar la película, ni voy a destriparla, más bien voy a masturbarme
ante ¡Rompe Ralph! y es que en una
época en que entre los entendidos está de moda desprestigiar a Disney (sí, esos
genios que han cimentando nuestra cultura, qué coño, nuestras vidas), hay que
darle al César lo que es del César.
Hype
y más hype es lo que rodeaba a la película que nos concierne. Tenía tremendas ganas de ver como unos magos
del cine hacían su particular homenaje al mundo de los videojuegos y es que las
noticias, imágenes y vídeos que aparecían no dejaban de aumentar mi curiosidad
y mi erección ante lo que parecía el Toy
Story de los videojuegos, ¿lo es? Un rotundo SÍ.
¿Qué
es ¡Rompe Ralph!? Es una película
existencialista que toca un complejo tema: el equilibrio del bien y el mal y
como el hecho de que el uno no existiría sin el otro, es más; cuanto peor sea
ese mal, mejor será el bien. Mejor dicho, cuanto mejor sea ese mal, pero será
ese bien, un tema complejísimo que puede recordar a esa naturaleza del monstruo
que ya se trato en esa obra maestra que es Pesadilla
antes de navidad. Pero hay que desentrañar aún más la filosofía que
contiene. Al estar previamente programados, sus mundos y ellos mismos están
predeterminados, no son libres y son autoconscientes de ello. Su libertad está
limitada según hayan sido creados y, ¿se puede ser feliz así? Ralph intenta
replantear su naturaleza, la existencia del personaje del videojuego y la del
ser humano en general.

En
esta parte de la película viene el único pero. Si durante el resto del metraje
el director (Rich Moore) muestra su amor por los videojuegos
ofreciendo un guiño tras otro a todo tipo de juegos, en esta parte las
referencias geeks dan paso a referencias pop (los guardias reales, la cueva o
los perros son muestra de ello). Pero todos los fallos se olvidan gracias a
todo lo demás, mención a parte a Félix, el supuesto antagonista de Ralph (le
han programado para ser el héroe, lo que no significa que sea enemigo de Ralph,
al contrario es lo que le hace ser lo que es). Félix proporciona los momentos
más geniales del film, siendo uno de los mejores secundarios que he visto en
los últimos años.
Lo
dicho, no he visto El Hobbit, ni Los Miserables, pero ¡Rompe Ralph! debe ser la
película de las navidades, una obra de amor al cine y a los videojuegos.
PD:
No os perdáis el corto que antecede a la película, Paperman, ya que es cine en mayúsculas y en estado puro.
Por
cierto: ¡AQUÍ TENÉIS EL FIX-IT FELIX!
OLIVIA MUNN: perdón por mis prejuicios
By : El día del Espectador
ÁLVARO TEJERO
The Newsroom es la mejor serie de este 2012. Junto a Mad Men y Boardwalk Empire conforman el podio de mejores series de la
actualidad, muy por encima de las famosas Juego
de Tronos o The Walking dead y ya
no digamos de Homeland o Dexter.
Pero
este post no es para alabar las virtudes de la serie creada por Sorkin (ya le dedicaremos un artículo
en otro momento) ni para quejarme de las siempre injustas nominaciones a los
Emmy. Es para hablar de la señorita Olivia
Munn y expiar públicamente mis pecados (televisivos por supuesto).
Ya
sabemos lo dañinos que son los prejuicios en cualquier ámbito de la vida y que
diferente es la realidad en muchas ocasiones. Uno de los que más me avergüenzo
de haber tenido en los últimos meses concierne a Munn. Y si necesito sacarlo a
la luz no es por motivos morales, sino porque me he tenido que comer mis
palabras y Olivia Munn se ha convertido en mi personaje favorito de The Newsroom, demostrando que es una
extraordinaria actriz.

Cuando
oí el nombre de Olivia Munn entre los protagonistas de la nueva serie de HBO puse cara de asombro. Pensé que
Sorkin se había vendido para lograr audiencia y notoriedad, que formaba parte
de una estrategia comercial de la cadena. Me alegraba de que el cuerpo de Munn
se paseara por la serie pero no entendía que hacía allí una protagonista de
portadas de revistas como FHM o Maxim y habitual de páginas web como Egotastic o Popoholic. No cuadraba con Sorkin. Estúpido razonamiento, sí.
Pero
todo cambio desde la primera aparición de Munn en la serie como la analista
económica Sloan Sabbith. Al
principio en pequeñas píldoras y posteriormente como personaje relevante, pero
siempre dejándome con ganas de más. Podríamos decir que es muy fácil destacar
con los personajes que crea Aaron Sorkin,
pero después hay que darles vida y aguantar el tipo y el ritmo al lado de
monstruos como Jeff Daniels, Emily
Mortimer o Sam Waterston en
escenas de tal intensidad.
Ha
conseguido evolucionar junto a su personaje y encontrar su lugar en la
redacción de The Newsroom, superar
tanto en la realidad como en la ficción los estúpidos prejuicios de
espectadores y compañeros. Claro que está buena, lo acepta y hasta permite
bromas en la serie sobre su pasado, su estereotipo (con el personaje de Dev Patel) y su culo.
Hasta
tal punto llega su talento que ha conseguido que me enamore de Sloan Sabbith: de sus cambios de humor
repentino, de su inteligencia, de su honestidad y de su lucha por hacer la
economía entendible; de sus cagadas, su determinación y naturalidad y de su idealismo desenfrenado. Capaz de
protagonizar uno de los mejores momentos de la temporada y hacerme considerar mi
abandono de la serie si ella llega a dejar la redacción de The Newsroom como se plantea en el último capítulo.
Afortunadamente,
la bella Olivia Munn seguirá en el
programa de noticias ideal en su segunda temporada mientras su carrera sigue
avanzando. Aprovechando su mezcla de culturas y sangres (la japonesa la utiliza
en The Newsroom) y haciendo gala de
su simpatía a la vez que demuestra su extraordinaria dicción.
Saltó
a la fama presentando durante cuatro años el contenedor televisivo sobre
entretenimiento digital Attack of the
show! y
con algunas actuaciones llamativas en el Comic-Con (atención a sus fotos como
princesa Leia), comenzó a participar en diversos programas, tuvo pequeñas
apariciones en comedias y series de tv (Perfect Couples fue su primer fracaso) hasta llamar la atención coprotagonizando la comedia The Babymakers y mostrar
sus encantos en el Magic Mike de Steven Soderbergh.
Actualmente podemos
disfrutar de ella en New Girl y The Newsroom. Pero después de todas estas
líneas no olvidemos algo esencial de Olivia Munn: ¡Joder! está tremenda.
PETER JACKSON, LA PELÍCULA. Capítulo 5: el sueño de King Kong
By : El día del Espectador
HIMAR R. AFONSO

Así, el director
neozelandés, tras consagrarse con la trilogía del anillo, decidió
homenajear al gran gorila y realizar no un remake
exactamente, sino una reinterpretación de la aventura de su
infancia. Porque King Kong no puede rehacerse, ni
mejorarse, y eso lo sabía Peter Jackson, simplemente volvió a
contar la historia a nuevas generaciones que no podrían sobrecogerse
con la maqueta del gorila de 1933 y que quizás lo disfrutarían con
los efectos especiales del siglo XXI. Suficiente tiempo había
pasado desde la última película que se hizo sobre el rey gorila
como para permitirse el lujo de darle vida una vez más.

Este último punto hay
que recalcarlo, pues la extensa duración genera una inercia que
se traduce en “exceso constante” a todos los niveles:
mientras que la película de 1933 comienza con los personajes ya en
el barco de camino a esa isla misteriosa, Peter Jackson nos
“regala” una hora de metraje antes de empezar la aventura, una
hora que, además, no aporta gran cosa ni a nivel narrativo ni a
nivel emocional, salvo descubrir sin necesidad de demasiado
ingenio y sin necesidad de haber visto la obra original, que Jack
Black no es el verdadero protagonista. También hay un exceso
importante en las escenas de acción y en los límites que la
película decide cruzar, como el salto de pértiga supraolímpico
de los indígenas o el tiroteo en lianas de los tripulantes del
barco, de los cuales alguno jamás había tocado una Thompson.
Impresionantes escenas como la icónica pelea de Kong y el T-Rex (en
plural aquí) o la persecución de los velociraptors y los
diplodocus, resultan demasiado largas también. Todo esto
convierte a menudo la película en una devastadora montaña rusa que
te deja exhausto, y perjudica bastante al tercer acto, el que se
desarrolla en Nueva York, pues es otra hora de película en la que
vuelve a haber más acción y más acción, y el espectador quizás
ya está cansado.
No obstante, a pesar
de todos sus excesos (algo en lo que Jackson ha caído más de
una vez), la película tiene muchas virtudes, empezando por la
renovación de la empatía con el gorila. Consigue adaptar a
nuestro tiempo el personaje de King Kong para conectar con el
espectador contemporáneo (incontestables los movimientos de Serkin,
como siempre), mejorando con creces la dramática caída final desde
el Empire State, mucho más trágica y, evidentemente, más
lograda. Además, coloca ese antiguo proverbio árabe en el momento
que considera oportuno y respeta la potente banda sonora original
a pesar de los arreglos del gran James Newton Howard.
El resultado es bueno,
una película muy entretenida y bien realizada. Evidentemente,
después de El señor de los anillos, nadie
esperaba algo especial de esta película, y no lo es, salvo por
el hecho de que tenga tanto significado para Peter Jackson. Desde
luego, es otra prueba más de lo capacitado que está este director
para realizar grandes aventuras fantásticas, siendo un referente en
este tipo de superproducciones con otros directores como James
Cameron, Ridley Scott, Christopher Nolan o Steven Spielberg, quien
le pasará el relevo para la próxima aventura de Tintín.
Para terminar,
personalmente le doy una buena nota a El hobbit, algo
irregular, pero una aventura en toda regla, como el gorila de
Hollywood. ¡Larga vida a King Kong!
El molino y la cruz: Bruegel, el molinero y Lech Majewski
By : El día del Espectador
MARCO BARADA
Para
quien no lo sepa, Lech Majewski empezó como poeta y pintor y más tarde se
sintió atraído por la imagen en movimiento. La poesía y la pintura son dos
artes que, combinadas, pueden dar lugar a obras trascendentales. Y si además se
combinan con éxito con el cine, se obtiene arte en estado puro. Hablamos de El molino y la cruz, la adaptación al
cine del ensayo homónimo de Michael Francis Gibson. Nos encontramos ante la
versión en movimiento del cuadro de Pieter Bruegel Camino al calvario (1564) en el que se basa el ensayo de Gibson.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la película no es narrativa en
un sentido convencional, si no que transmite una serie de ideas: habla de cosas
pero no cuenta.
Para entender la
película, primero hay que entender el cuadro. Bruegel traslada la Pasión de
Cristo al Flandes bajo la dominación española en el siglo XVI: los soldados
romanos son ahora soldados españoles y los crucificados son protestantes
considerados herejes. A partir de esta premisa, Majewski muestra, como si de un
estudio sociológico se tratara, la vida de algunos de los mas de quinientos
personajes que pueblan el cuadro. La película empieza al amanecer y termina al
anochecer. A lo largo de ese día vamos viendo como es la vida de los ricos, sin
quehaceres y pudiendo dedicarse a la contemplación. Pero sobre todo se ve la
vida de los pobres, todo el día trabajando y sujetos a las injusticias de la
vida. Y sin embargo, a pesar de las diferencias sociales, hay algo que no
cambia: los niños, no importa de que clase social sean, siempre están riendo y
jugando, para ellos no existen las ataduras de la vida adulta. Sin embargo, por
encima de estos personajes escogidos hay tres que sobresalen: Pieter Bruegel,
su amigo Nicholas Jonghelinck y el molinero.
Bruegel
no sale en el cuadro, pero no se le podía dejar fuera de la película.
Interpetado por Rutger Hauer, el pintor sirve como una lupa a través de la cual
se estudia el cuadro. Bruegel explica aspectos de la pintura, como la
organización de los elementos en el lienzo (como una telaraña) o qué
significado yace bajo cada elemento. Su personaje señala aspectos del cuadro y
explica el porqué de trasladar el calvario de Cristo al presente. Su amigo
Nicholas Jonghelinck (Michael York), indignado por la brutalidad y las
injusticias de los españoles, incita indirectamente a Bruegel a hacerlo. Él es
su mecenas y sirve como canalizador de la crítica política del filme. Su
personaje presencia la brutalidad de los españoles y al ser un hombre instruido
es, junto al pintor, la única oposición al régimen con cierto poder.

Toda
esta parte poética no sería posible sin la parte visual de El molino y la cruz. Realmente estamos ante un cuadro de Bruegel ya
que Majewski consigue las mismas texturas, la misma luz y las mismas
composiciones pero con elementos vivos. Estamos ante un juego con la realidad
para asemejarla a la pintura. El propio Majewski habla de un “tapiz digital” en
el que se pintó durante tres años para conseguir el resultado final. El juego
de luces a lo largo del día que dura la película es impresionante aunque le
falta verosimilitud en el momento álgido (la crucifixión). Estéticamente la
película es impresionante y la fotografía es fascinante. Tiene mayor mérito
cuando se representan imágenes ajenas al cuadro, como los hijos de Bruegel o el
interior de las casas, aunque se nota con demasiada evidencia cuando hay un
tratamiento digital y cuando no.
![]() |
Camino al calvario (1564) |
La
única conclusión posible para este artículo sería una invitación a ir al cine a
disfrutar de esta maravilla visual y disfrutar de la pedagogía que contiene.
Hay que tener en cuenta que no es una película para todo el mundo pero si se aprecia
el arte no decepciona. El molino y la
cruz es una joya de la pintura y una declaración de amor hacia Brueghel.
NOTA: 8
EL HOBBIT, EL INICIO DE UN VIAJE MÁS QUE ESPERADO: Peter Jackson vs. Tolkien y las expectativas.
By : El día del Espectador
HUGO MUGNAI
Un anillo inalcanzable
El Hobbit: Un viaje inesperado se nos presenta como una película más que
esperada desde su anuncio y que llegó a parecer imposible en ciertos momentos
de la preproducción (especialmente con los problemas planteados durante la
presencia de Guillermo del Toro como director). Se trata de la primera de una
trilogía capitaneada de nuevo por el incombustible Peter Jackson, que se
termina perfilando como el director con el perfil ideal para hacer de El Hobbit una gran trilogía, tanto por
sus cualidades como director como por su garantía como creador de la Trilogía del anillo.
Y uno de los principales
problemas con los que se enfrentan Jackson y el equipo de guión es ese mismo,
luchar contra el precedente, enfrentarse a la referencia previa que ellos
mismos crearon, que no es sino el hito de la trilogía El Señor de los Anillos. Se enfrentan a su propia creación y a
hordas de fans, con el abismo del fracaso (tomando por ejemplo como referente a
Star Wars y el aguillotinamiento de
Lucas por sus propios fans). Y lo cierto es que consiguen realizar un gran
trabajo, que convence y gusta, aunque no llegue a alcanzar en ningún momento el
nivel narrativo de las películas previas.
Aunque cabe destacar que la
tarea era muy difícil si no imposible, debido a varios hechos; el primero, una
cuestión de duraciones. Jackson tiene que conseguir realizar tres películas
sobre un libro de una trescientas páginas, mientras que la Trilogía del Anillo era la adaptación de tres tomos
considerablemente mayores, que incluso deberían ser considerados como seis
libros, debido a que cada tomo está dividido en dos novelas por el propio
Tolkien. Eso constriñe seriamente las posibilidades de la narración principal.
Y el segundo punto es el hecho
de que la novela El Hobbit es una
novela mucho más descafeinada que la trilogía de Tolkien, con un tono bastante
más infantil, y que siendo una gran novela carece de ese punto de interés, de
ese objetivo y ese antagonismo que contenían La Comunidad del anillo, Las dos Torres y El retorno del Rey,
haciendo de la expectativa un listón infranqueable.
Es ese efecto light del libro lo que hace de la
película lo que es, una gran cinta de aventuras y
fantasía en la Tierra Media que sólo dejará de serlo si se la compara con su
precedente. Y es que ya de primera mano, el protagonista de El Hobbit: Un viaje insperado, Bilbo
Bolsón, no tiene el mismo carisma que su sobrino Frodo, lo cual hace que el
interés sea menor. No es esta una consecuencia de la novela, ya que el
personaje de Bilbo en ésta si es una de sus principales bazas, sino que es una
cuestión de adaptación, una adaptación en la que el personaje gana fuerza y
profundidad a partir de la segunda mitad (como toda la película en general).
Tal vez uno de los mayores
aciertos de Jackson sea la referencia a La
Comunidad del Anillo con la escena inicial de Frodo y un maduro Bilbo, que
hace comenzar la proyección con una sensación de familiaridad y recuerdos en el
espectador muy acertada. No es el único caso de referencia durante el metraje,
ya que éste está plagado de otras menores (que omitiré por evitar Spoilers) que
buscan (y logran) la complicidad de su espectador más fiel.
.jpg)
¿Pero aquí quién es el malo? Una narración algo atascada
Uno de los principales problemas
de El Hobbit: Un viaje inesperado
como historia es la falta de un claro antagonista, un enemigo a batir, lo que
todos conocemos como “El malo final”; y es que la novela de Tolkien no tiene
una fuerza negativa clara contra los protagonistas, excepto tal vez Smaug, y no
la requiere tanto como la exige la película. Y ahí aparece Bolgo, el líder de
los orcos, que se postula como antagonista de la trilogía, pero que aún así, si
se compara con Sauron o incluso Saruman sabe a bastante poco. Otra de las
razones por las que comparar el film con su precedente no hace sino restarle
mérito.
Incluso antagonistas secundarios, como el
repugnante jefe de los trasgos, quedan algo disminuidos por su actitud
simplista, a veces casi infantil, que le resta oscuridad al conflicto. Sin
embargo, en el mismo tramo de la historia nos encontramos con un viejo
conocido, Gollum, que en uno de las escenas más brillantes del film nos saca de
la trama principal para recordarnos lo grande que es Tolkien y lo mucho que
Jackson cuida su obra, introduciendo además el elemento “por todos conocido”
(que no nombraré por si hubiera algún despistado).
.jpg)
Esa ausencia de antagonistas con
interés que representen una verdadera amenaza, hace que la historia de El Hobbit empuje a Bilbo, Gandalf y los
enanos hacia abajo, en una escalera de pequeños conflictos, de pequeños
obstáculos, que sin suponer prácticamente ninguno de ellos una verdadera
amenaza, impiden su avance. Es por ello que la primera mitad del film se hace
pesado, porque no entra en el tema principal, sino que se encuentra con vallas
en medio de la pista, que los héroes saltan sin despeinarse demasiado. También
es cierto que en la primera mitad del metraje existe un aura de inocencia e
infantilismo tal vez excesivos, que hacen que el espectador más maduro (o más
exigente, según se mire) sienta ganas de mirar el reloj pensando en cuánto
tiempo faltará para que la cosa ‘se ponga seria’.
Todo esto queda perfectamente
reflejado en las escenas del mago Radagast, que en ciertos momentos (léase el
‘momento erizo’) roza el sello Disney, buscando un ‘pastelismo’ impropio de
este tipo de películas. Por momentos, la sombra del efecto de La amenaza fantasma se cierne sobre el
espectador, que ve como la precuela
de la Trilogía del anillo puede caer
sobre sus ilusiones como jarro de agua fría. Pero el miedo se diluye a partir
de una escena vital, tras pasar el ecuador de la película, cuando tras una
profunda conversación entre Gandalf y algunos viejos conocidos en un sitio más
que familiar (y hasta aquí puedo leer) ‘la cosa se pone seria’ y la película
entra en un in crescendo imparable
hasta su final.
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HFR, 3D, LSD y otros psicotrópicos
Con respecto a cuestiones
técnicas, cabe destacar el famoso HFR o High Frame Rate. Para los que anden
cortos de inglés o simplemente no sepan esto ‘qué es lo que es’, no es sino
duplicar el número de imágenes por segundo que se proyectan. Frente a los 24
fotogramas por segundo del cine ‘de toda la vida de dios’, El Hobbit tiene 48, es decir, el doble. ¿Esto qué le supone al
espectador aparte de otro golpe para el bolsillo? Pues teóricamente la
sensación de fluidez de la imagen debería ser mayor, transmitiendo mayor
sensación de realidad. Y realmente... realmente las sensaciones son curiosas;
al principio uno siente que los personajes van como acelerados, ‘que se mueven
raro’, porque no estamos habituados a esa fluidez, y con el paso de la película
uno deja de percibirlo, y simplemente se olvida.
Por otro lado está el denostado 3D, siempre
en el centro de la polémica, ¿Compensa el 3D?¿Es una nueva forma de narrativa?
¿Es un sacacuartos? Pues cada uno tendrá su opinión, pero lo que está claro es
que Peter Jackson cabe como rodar con cámara estereoscópicas como el mejor,
y consigue rodar de forma que aprovecha
la tercera dimensión de manera magnífica, sin poner nunca la historia al
servicio de la imagen. Probablemente estemos ante la película mejor rodada en
3D desde Avatar (y es que, guste o no, a Cameron, papá del nuevo sistema
estereoscópico, no hay que le quite del trono). Se puede decir que es de las
pocas películas por las que compensa pagar ese extra sobre el ya desmedido
precio de las entradas en nuestras salas.
Probablemente la técnica usada
en El Hobbit sea un paso más en el
desarrollo audiovisual hacia una narrativa de hiperrealidad (que no
hiperrealismo), en la que la imagen supera a la realidad en todos los aspectos,
generando un mundo más tallado y detallado que el mundo que conocemos (a pesar
de lo imposible de la tarea). Pero es un futuro que aún está por llegar...
A lo que íbamos, ¿Me merece el pastón de la entrada?
En resumidas cuentas, se puede
decir que a pesar de todo El Hobbit: Un
viaje inesperado es una gran película, en la que lo mejor que se puede
hacer es sentarse a disfrutar en la sala sin prejuicios de ningún tipo,
evitando a priori todo tipo de
comparaciones que no hagan sino amargarnos. Se trata de una historia bien
contada, que va de menos a más y deja al espectador con ganas de más.
Por todo esto podemos decir que Peter Jackson vuelve a cumplir con creces (aunque el marco que Tolkien le plantea sea bastante más accidentado), y que la gran mayoría de los espectadores probablemente correrán a las salas cuando se estrene la segunda edición de El Hobbit.
Por todo esto podemos decir que Peter Jackson vuelve a cumplir con creces (aunque el marco que Tolkien le plantea sea bastante más accidentado), y que la gran mayoría de los espectadores probablemente correrán a las salas cuando se estrene la segunda edición de El Hobbit.