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AQUÍ NO SE ESTRENÓ..."Warrior" (2011)
By : El día del Espectador Duelo familiar
ÁLVARO TEJERO
Gavin
O'Connor comparte junto al también neoyorquino James Gray su obsesión por los
dramones familiares protagonizados por los miembros masculinos de las mismas.
Pero a diferencia del director de Two Lovers (James Gray, 2008) no permite que la intensidad
sature sus obras y asfixie el ritmo narrativo, envolviendo la catarsis familiar
de genuino cine de género, ofreciendo espectáculo a los espectadores. Así
ocurre de nuevo con su última película: Warrior (Gavin O'Connor, 2011)
Película
que lleva camino de convertirse en cinta de culto por ser reflejo de la
realidad de su país y por su falta de éxito en su estreno. Incluso aquí en
España no ha sido estrenada en cines ni editada en DVD. Y su calidad no se
merece tal trato. Pero no nos confundamos, no es una obra maestra ni pretende
serlo; es una modélica cinta de boxeo, un intenso drama que cambia los guantes
por las manos desnudas de las artes marciales mixtas y ofrece dos horas y
veinte de energía.
La
mayor virtud de Warrior es que funciona por igual en dos niveles distintos y
contentará a una amplia variedad de espectadores. Como historia de peleas en un
ring es simplemente acojonante, quien busque golpes y sangre de verdad
terminará saltando en el sofá de su casa; pero quien además demande un drama familiar
con crítica social no quedará defraudado de la intensidad de las situaciones.
Intensidad y energía por parte de un director que debería ser ejemplo en las
escuelas de cine y un reparto que borda sus papeles.
Todos
ellos están perfectos, en especial Nick Nolte como el padre que empuja a sus
dos hijos a enfrentarse entre sí y el menor de los dos, esa bestia llamada Tom
Hardy que parece un bisonte en estampida. Ambos nos regalan una escena brutal
que resume todo lo que hay entre un hijo y su viejo a lo largo de la vida. Al
lado de ellos y sin desmerecer se encuentran el hijo mayor y su sufrida esposa:
el incipiente Joel Edgerton y la bella Jennifer Morrison más conocida por interpretar a la Doctora Cameron en House M.D. Mi agradecimiento personal a Gavin por ofrecerle por
fin un papel destacado en la pantalla grande a una de las mujeres de mi vida.
La
cinta comienza homenajeando a El cazador (Michael Cimino, 1978) e introduciéndonos la analogía con
Moby Dick que nos acompañará durante el resto del metraje, esa historia de
autodestrucción contra una ballena. La primera escena ya nos avisa de que es un
auténtico drama social en el que los personajes hablan con la misma fiereza con
que luchan en el ring para después terminar de componer el triángulo masculino
que conformará el armazón de la historia al igual que sucedía en la obra
maestra del director, Cuestión de honor (Gavin O'Connor, 2008).
A
partir de aquí se suceden los tópicos de toda película de boxeo, no exentos de
arriesgados recursos formales de O'Connor (la pantallas partidas para mostrar
el entrenamiento son un gran acierto), se definen las razones para combatir de
cada hermano ( económica y familiar por un lado y como válvula de escape para
el animal herido) hasta llegar al comienzo del torneo de artes marciales final
que ocupa cerca de la mitad de la película.
Cualquier
duda que arrastrara el filme queda olvidada a partir de este momento, con una
sucesión de combates que van aumentando en tensión, emoción y dificultad
(lástima ese rival ruso que recuerda a Rocky IV [Sylvester Stallone, 1985]) hasta llegar a la terrible
batalla fraternal en la que oiremos el crujir de los huesos y nos situaremos en
la piel de esos dos gigantes divididos por la figura paterna. Es una hora de
ejemplar labor técnica y una lección de como rodar luchas cuerpo a cuerpo
(destacar sobre todo la labor de los cuatro montadores, simplemente brutal).
Y
es en ese tremendo final al límite dónde termina de coger forma la acertada
metáfora que plantea O´Connor. Una crítica a la situación de América en la piel
de esos dos hermanos que representan a la sociedad destruida del país. Unos
hijos enfrentados y olvidados por el padre (la patria), cada uno en una
dirección y obligados a luchar solos (en Irak uno y contra la crisis económica que
acecha a su familia el otro) que deberán mirarse a los ojos y olvidar sus
diferencias aunque sea en un ring, mientras golpean su espíritu
inquebrantable. Un final épico y lleno de lírica que
el director convierte en puro cine sirviéndose de la canción adecuada (el siguiente video es el FINAL de la película)
O'Connor
nos habla de la necesidad de unión, de no dejar de luchar nunca por lo que
creemos y de la redención y el sacrificio familiar. Menos ambigua que Cuestión
de Honor pero también más directa, el director de Warrior nos vuelve a demostrar
que junto a James Mangold y en ocasiones Peter Berg forman un triángulo de
directores absorbidos por Hollywood que dentro del cine de género son capaces
de ofrecer algo más, de dejar su sello y reflejar sus inquietudes en cada
proyecto; de hacerlo suyo en definitiva. Son artesanos, son autores, son los
últimos clásicos.
PERDIDOS EN LA SOMBRA
By : El día del Espectador
HIMAR R. AFONSO
Resulta que la compleja y
restrictiva industria de Hollywood deja siempre la puerta entreabierta a
artistas que no forman parte de su cultura y su metodología de producción, pero
que realmente tienen algo que aportar dentro de su negocio. Resulta que
la libertad que tienen los directores más independientes (en cuanto consigan
dinero) es gratificante en el trabajo más que en los resultados económicos, por
lo que hay un grupo, un colectivo determinado en la industria mundial del cine
que se mantiene en un podio tembloroso en el que les pueden entregar medallas
como tirar tomates podridos: los actores.
Cada año o en fechas determinadas
(verano, navidad...) el trabajo de algunos de ellos (y las estrategias de
marketing de las majors) se ve recompensado con un salto cualitativo de
fama o popularidad, acompañado de diversos trabajos con equipos humanos de alto
nivel; sea el caso, por ejemplo, de la mujer del momento Charlize Theron, a
quien me rindo igual que la mayoría, al igual que me rendí hace tiempo y
seguiré haciendo en su decadencia que, esperemos, nunca llegue. La actriz
sudafricana lleva muchos años en Hollywood trabajando con actores con
escaparate como Johnny Depp, Keanu Reeves o Will Smith y manteniéndose en la élite
de la Meca del cine, con un Oscar de la Academia incluido. Aún así, siempre he tenido la sensación de que no se ha tenido en cuenta su trabajo tanto como debería, hasta ahora. Parece que este año ha terminado de
explotar su fama (que no su talento, del cual ya éramos testigos) con dos
películas: Blancanieves y la leyenda del cazador, de Rupert Sanders y Prometheus
de Ridley Scott. La primera una película muy interesante y la segunda, una de
las más esperadas del presente año, por lo que definitivamente Theron se ha
consagrado.
Pero desgraciadamente, no pasa lo
mismo con algunos actores y actrices que también llevan años y años dejando trabajos
exquisitos para la gran pantalla pero que, misteriosamente, no cuentan con el
beneplácito de la industria como para darles papeles importantes
(económicamente hablando) ni con la demanda necesaria del público. Y no parece
que vaya a llegar ese día. Un viejo conocido como Edward Norton, que siempre se
le es reconocido y respetado pero que, a pesar de ello, yo no recuerdo que le
hayan dado una oportunidad de altura después de su salto a la fama con
American history X (salvo la cuestionable El club de la lucha o El
velo pintado), a pesar de tener el mismo perfil de actor imperial de los
que encarnan la fama hoy como Viggo Mortensen, Christian Bale, Robert Downey
Jr. o Michael Fassbender. Se intentó con la nueva versión de El increíble Hulk en 2008, pero fue un fracaso; por lo demás, papeles protagonistas para películas poco ambiciosas
y demasiados secundarios. Hablamos siempre desde la perspectiva de “gran
industria” de Hollywood pues, en realidad, la filmografía de Norton es amplia y
su trabajo más que gratificante, incluso en despropósitos como la obra de Spike
Lee La última noche, donde nos ilustra con una soberbia actuación
(pueden ver un clip de vídeo en el artículo de Néstor Sánchez.TOP 10:DISCURSOS)
Un caso, no obstante, no tan
dramático el de Norton. Hay actrices como la espléndida Jennifer Conelly que tuvo su merecido reconocimiento (Oscar y Globo de Oro) por su papel en Una mente maravillosa, a la altura de un coloso como Russell Crowe, pero que a partir de ahí se acabó. Poco
hemos podido ver de esta actriz, en realidad, y demasiado de la bellísima y plástica Scarlett
Johansson, por nombrar alguna diva. Sin menospreciar a las grandes estrellas
(Theron es hoy una de ellas), lo que me chirría es la poca importancia que da
Hollywood al talento para atender únicamente a las ventas, desperdiciando a
actrices como Connelly o actores como Eric Bana (con quien coincidió Connelly
en Hulk, de Ang Lee); un actor que ha tenido la suerte de trabajar con
grandes como Spielberg o Scott, o con gente de renombre como Wolfgang Petersen
o Curtis Hanson, pero sin reconocimiento alguno.
Y siguiendo con los “condenados
de la industria”, pasamos al caso que para mí es más clamoroso y evidente.
Clamoroso por ser, a título personal, uno de los mejores actores
contemporáneos; y evidente, porque no creo que haya un caso más claro que el de
Paul Giamatti para explicar por qué Brad Pitt (excelente actor) puede protagonizar
Moneyball y Giamatti se tiene que contentar con Win win.
Da lo mismo. Paul Giamatti no tiene cuerpo ni cara para ser un héroe clásico,
pero cada papel que hace, sea secundario o protagonista, es brillante,
exquisito. Jamás vi una interpretación igual a la que realiza en la miniserie
de Tom Hooper John Adams, ni papeles tan escandalosamente perfectos como
los que realiza en El mundo según Barney o Entre copas...
por no hablar de mi predilecta La joven del agua. Paul Giamatti es un
catedrático de la interpretación que tendrá que soportar las miradas
despreciativas de gente que no le llega ni al chicle pegado en la suela del
zapato.
Junto a él, reclamaría a Laura
Linney, una actriz capaz de desquiciarte en una película como El show de
Truman y capaz de enamorarte como en John Adams. Una actriz
que es bella por lo que trasmiten sus ojos y no por el resto de su cuerpo, una
actriz brillante, que puede presumir de haber trabajado con Peter Weir, lo cual
no significa mucho en Hollywood, y con una filmografía bastante amplia, pese a
todo. Muchos casos como estos quedan, muchos talentos desperdiciados por la
industria líder del mundo aunque aprovechados por otros que a veces son incluso
más interesantes. Un caso demasiado evidente, también, es el del gigante
Duncan, homenajeado aquí por Álvaro Tejero a propósito de su muerte este
verano, relegado siempre a papeles secundarios en películas intrascendentes.
Para finalizar, un caso diferente
pero donde también se plasma, en menor medida, el despiste de Hollywood: Marion
Cotillard, una de las mejores actrices que ha pisado Los Ángeles en las últimas
décadas. Una mujer con una alta reputación en Francia y que ha trabajado con
los grandes de Hollywood, como Crowe o Di Caprio, o con Ridley Scott, Michael
Mann o con el popular Christopher Nolan, famoso a día de hoy e infame en
artículos como el de Jaime Pastor, escrito para este blog. Tiene también su estatuilla, aunque podría tener más. Pero la actriz
francesa no tiene, fuera de Francia y de Europa (y en mi opinión) toda la
importancia que debería. No veo que haya una actriz mejor que ella caminando
por las pasarelas de cada ceremonia que se celebra, ni papeles que dejen más
huella que los que ella dejó en, por ejemplo, Enemigos públicos o Pequeñas
mentiras sin importancia. Está bien colocada, por supuesto, pero, una vez
más, menos valorada de lo que siento que debería.
Son los talentos mantenidos en la
luz del soñado Hollywood y perdidos en la sombra de la ley de las estrellas.
"REVOLUTION": un ejemplo de INVOLUTION:
By : El día del Espectador
ÁLVARO TEJERO
Durante
este mes de septiembre se han estrenado en España a través de Digital + dos de las series
más esperadas y comentadas de los últimos meses. Por un lado la vuelta a la
televisión de Aaron Sorkin tras la cancelación de esa maravilla tan
infravalorada llamada "Studio 60 on the Sunset Street" con "The Newsroom", serie
de la que ya hablaremos más adelante y en la que se refleja el desencanto
sufrido por Sorkin en su idealismo bañado de crítica.
En
el otro extremo artístico se encuentra "Revolution", nueva serie con
la marca del cada vez menos prestigioso
J.J. Abrams y creada por el showrunner de "Sobrenatural". Aun
así, había creado expectación con su trailer bastante deficiente siendo la gran
apuesta de la temporada de la cadena NBC (tras varias temporadas llenas de fracasos). Una más de futuros post-apocalípticos
como las tan criticadas "Falling Skies" y "Terra Nova" o la famosa "The walking dead". Que conste que no tengo
nada en contra de J.J. Abrams y ahí está "Super 8" para demostrar lo que puede
dar de sí.
Una
vez visto el piloto de la serie la conclusión es clara: RIDICULO. Pero no como
sensación final sino como adjetivo presente desde el minuto 15. No hay nada
destacable en este primer episodio (salvando la "premisa") pero
tampoco quiero destruir sin compasión el producto; aunque eso sí, es algo
bastante complicado.
El
piloto comienza con un esforzado padre de familia que llega a casa y anuncia a
su mujer que ha llegado la hora y todo se va a apagar. No hay dramatismo, solo
tranquilidad. Llama a su hermano para avisarle
y conecta un USB al ordenador para copiar en él unos datos misteriosos.
Se apaga todo lo que necesita electricidad para funcionar y los aviones
empiezan a caer. No sabemos nada, de acuerdo, pero han creado cierta
expectación. Fundido a negro, aparece el título y han pasado 15 años. Aquí
comienza el desastre.
"Revolution"
no consigue ofrecer ninguna explicación para la nueva sociedad que plantea ni
crear una realidad propia con algún tipo de coherencia interna. Despacha la
explicación de los sucedido con un pequeño discurso de un profesor que resume
todo a la idea de que la física y sus miembros se volvieron locos y la
electricidad desapareció de golpe; incluso las baterías, que son
independientes. Nos sitúa en una de las colonias-comunidades que se han creado
dónde el ser humano a vuelta a la vida rural bucólica y está plenamente
adaptado y feliz convirtiéndose en un experto cazador. A pesar de la detención
brusca del progreso todo está impoluto, los personajes limpios y con ropa
recién planchada y a la moda. E incluso los
personajes son capaces de llegar a Chicago sin mapas, brújulas o cualquier tipo
de indicación. La gran ciudad está igual de higiénica pero parcialmente
inundada.
Hay
un ente malvado conocido como la milicia (cuyos soldados lucen trajes ridículos
y llevan armas de fuego propias de "El último mohicano") que busca al padre de
familia y a su hermano (que por cierto no han envejecido nada en 15 años) ya que
tienen la solución para el problema eléctrico, pero se encontrarán la oposición
de los vástagos del primero. El general de la milicia quiere la electricidad
para poder usar aviones y tanques y gobernar el mundo (en 15 años seguirán en perfecto
estado, lógicamente).
Este
es el contexto, luego están los personajes (junto a las interpretaciones de los actores) y sus decisiones. Personajes planos
y vacíos que justifican sus acciones mediante las frases : "son mi
familia", "era mi padre", "es mi tío". Todos son
buenos o malos, sin personalidad propia y sin
fuerza emocional. Utiliza los arquetipos de forma descarada: heroína en
cuero, hombres musculados, malvado ingenioso, personaje misterioso o infiltrado
con sentimientos.
![]() |
| Tracy Spiridakos, la actriz protagonista |
Falla
además en el tono, mezclando la ingenuidad y los sentimientos adolescentes con
el uso de sangre para dar apariencia de relato serio. Se emite en USA en
horario para adultos (10 p.m) por lo que han querido llevar la serie un paso
más. La mezcla entre "Crepúsculo", "Los juegos del hambre", "Caperucita roja" "Waterworld" y "Mensajero del futuro" no funciona. No son compatibles los toques de humor
infantil del informático british-gay-cool
o los momentos de pose adolescente con las luchas propias de "Kill Bill" o
el intento de mostrar el lado salvaje del ser humano. No se puede jugar en
ambas ligas.
A
todo esto no ayuda la falta de presupuesto palpable que se hace más evidente
por la desafortunada labor del director Jon Favreau, que demuestra su
incapacidad en la puesta en escena y en la consecución de ritmo narrativo.
Viene a demostrar que "Iron-Man" no funciona gracias a él, sólo hay que recordar
la también estúpida "Cowboys & Aliens".
El
remate final es la última sorpresa, en la que terminan por destruir su intento
de construir un relato que explore como sería nuestro mundo con la falta de
electricidad mediante la aparición de un segundo USB que enciende los aparatos
de forma mágica.
Una
vez más, y ya van varias en los últimos años, un relato post-apocalíptico sin
coherencia interna y lleno de contradicciones; a lo que se suma la influencia
adolescente de muchos de los últimos taquillazos, con personajes sin
desarrollar y un uso del concepto familia que convierte a "Falling Skies" en una
obra adulta. Pero lo peor de todo es la sensación de no estar trabajada, la
pobreza de su puesta en escena y el batiburrillo ideas.
The Thomas Crown affair (1968 y 1999): cambios generacionales de Hollywood
By : El día del Espectador
El análisis de la película de 1968
de Norman Jewison, The Thomas Crown affair (El caso de Thomas Crown, en
España) y el remake de John McTiernan de 1999 con el mismo título (El
secreto de Thomas Crown, en España), sirven de ejemplo para comentar una serie
de variaciones estilísticas que ha experimentado el cine de Hollywood desde la
década de los sesenta, en la que el sistema de estudios dejó de existir como
tal, hasta hoy en día donde, después de todo, la estructura narrativa y los
principios de continuidad se mantienen bastante intactos (principalmente en el
cine comercial). Así, conviene analizar en primer lugar los principales
aspectos narrativos de ambas obras para centrarnos después en la ejecución, en
la realización.
El argumento de la película original es
sencillo: un ejecutivo millonario tiene pocas motivaciones en su vida, así que
decide experimentar emociones fuertes robando un banco. Una premisa
interesante, ya que un millonario con todo a su alcance sería la última persona
sospechosa de un robo... salvo para una investigadora de una compañía de
seguros, quien mediante pocas pistas y mucho instinto se vuelca en su investigación
contra Crown; el giro de interés está en que ella le confiesa a Crown su
propósito y a partir de ahí empiezan una relación sentimental, siempre
condicionada por el hecho de que él mantiene su coartada y ella busca cómo
encarcelarle. Independientemente de que la película sea mejor o peor, los
elementos que caracterizan el guión son la linealidad, con un único nivel
narrativo (los personajes tienen poco profundidad psicológica, si bien es
cierto que están claras sus motivaciones), la inmediatez de las acciones y la
suficiente información proporcionada, sin dar más explicaciones de las
necesarias. La película se mueve entre el romance y el cine “de espías”, en
cuanto al tono adquirido, y juega al despiste a través de un protagonista
misterioso tanto para los demás personajes como para los espectadores.
Por su parte, el remake de
McTiernan trata de ofrecer una nueva versión, con cambios determinantes en el
guión y caras nuevas y bien escogidas (siempre que queramos consentir que
Pierce Brosnan es el Steve McQueen de los noventa o, lo que es peor, Rene Russo
la Face Dunaway de esos años); en cualquier caso, el principal punto de interés es el
objeto: Crown ahora no robará un banco, sino un cuadro de Monet del Museo de
Arte Contemporáneo de Nueva York. La relación sentimental de los personajes se
trata de intensificar, siendo en algunas partes del filme el motor principal
del relato y con un sentimiento más evidenciado por parte de ella, del
personaje de Rene Russo; Thomas Crown, por su parte, es un personaje con menos
profundidad que en la antigua, de tal manera que muchas veces se focaliza la
historia en ella antes que en él, quizá en un intento de hacer más misterioso
aún al personaje de Brosnan. Con estos cambios, es posible que la idea de “dar
un giro a su vida” o “tener una experiencia estimulante” cobra un sentido
mayor, ya que robar un banco, por millonario que seas, te proporciona un dinero
extra pero, ¿un cuadro? Una obra de arte te enriquecería el alma, en todo caso;
no es un deseo materialista, lo cual es más coherente para el personaje de
Thomas Crown, independientemente de que al final lo que busque sea emociones
fuertes.
Bajo esta plataforma y pasadas tres
décadas, podemos atender a los aspectos estilísticos de la película de 1968 y
el cambio de enfoque en este sentido de su remake. En los sesenta
surgieron una serie de directores como Arthur Penn, Sidney Lumet, Sam
Peckinpah, Richard Fleischer o Franklin J. Schaffner, que muchos se formaron en
la televisión. Esto supuso una tendencia visual en las películas bastante
representativa de la época, con técnicas propias de la ficción televisiva o los
videoclips; en la película de Jewison es bastante latente todo esto, con el uso
agresivo del zoom, la fusión rítmica entre música e imágenes y,
sobretodo, la fragmentación de la pantalla, bien en varios planos que muestran
distintas acciones, como el mismo plano repetido múltiples veces.
De estas características
principales, McTiernan solo mantiene una de ellas en su film: la fusión rítmica
de música e imágenes. A parte, ofrece la novedad (no tan novedosa en su
panorama contemporáneo) de la continuidad intensificada de la que habla
Bordwell y que tanto rechazaría Bazin, esa tendencia que ha habido en Hollywood
de acortar cada vez más la duración del plano para tener películas con una
frecuencia de tomas que se ha multiplicado en las últimas décadas (con
McTiernan como uno de los destacados en los ochenta y noventa, por cierto).
Inevitablemente, el aspecto del film
de 1999 cambia. McTiernan renuncia a la contemplación de los efectos de imagen
propio de los sesenta para buscar, mediante el montaje y la continuidad, el
efecto en el espectador. No es necesario recordar que John McTiernan ha sido
retratado como un realizador que domina a la perfección los códigos cinematográficos
para la narración, acoplándose a cada guión para buscar el plano y el ritmo de
montaje óptimos. Y es en este aspecto en el que cambia la perspectiva de la
obra de Jewison, un director que junto con las nuevas tendencias, ha ido en la
misma dirección que la corriente, con la firma artística de cada década en sus
películas.
La decadencia de Hollywood
By : El día del Espectador
MARCO BARADA
Introducción:
Cómo dijo Ricky Gervais
al empezar su monólogo en los Globos de Oro de 2012: “¿por donde iba?”. Ah sí, la
falta de ideas de Hollywood. ¿Qué está pasando para que la industria del cine no
tenga imaginación? Desde hace 15 años Hollywood prefiere incentivar ideas
preexistentes que arriesgarse con nuevas. Desde finales de los noventa se está
dando el fenómeno de las adaptaciones de cómics, los remakes, las secuelas y
ese nuevo concepto del reboot. Este
“reciclaje” ha existido sin embargo desde el nacimiento del cine pero sin
embargo la tendencia ha ido aumentando cada vez más. ¿Qué empuja a Hollywood a
ésta práctica?
Las películas de
superhéroes concentran buena parte de estos tópicos. Uno de los ejemplos más
diáfanos es Spider-Man (Sam Raimi,
2002), que en su momento fue una propuesta original, ya que por fin la técnica
podía plasmar el universo Marvel sin un resultado irrisorio. El filme fue un
éxito y abrió la veda del cine de superhéroes. Después de Spider-Man llegaron Daredevil (Mark Steven Johnson, 2003), Hulk (Ang Lee, 2004) Hellboy (Guillermo del Toro, 2004), Los cuatro fantásticos (Tim Story, 2005)
o Superman Returns (Bryan Singer,
2006), por poner algunos ejemplos. Es innegable el talento de la industria para
explotar una idea, sin embargo los éxitos de cada película no bastaron y se
produjeron nuevas secuelas (y realmente es un adjetivo que las califica muy
bien). Se llegaron a producir tantas que nacieron las franquicias. Y con ellas
descendió la calidad artística del producto.
Hollywood ha
descubierto la gallina de los huevos de oro: si una idea funciona, hay que exprimirla hasta que ya no quede nada.
Esto significa que en el momento en el que una línea argumental de una cierta
idea pierde espectadores, es el momento de revivirla. Y aunque eso provoque el
tedio de una mayoría de espectadores, se está hablando de una máquina de dinero
que tiene que generar sin parar.
Secuelas, spin-offs,
reboots y remakes:
Una de las soluciones
ha sido el spin-off (igual que
en las series de televisión), con películas en las que personajes secundarios
tienen un rol protagonista. El ejemplo más claro (y exitoso) es X-men orígenes: Lobezno (Gavin Hood,
2009), en la que se retoma la historia de Lobezno al margen de los X-Men. Otra solución
para la máquina de hacer dinero es el reboot. Entendido como un reinicio
de la franquicia adaptado a un nuevo público, el reboot pretende darle un aire diferente al tema y hacerlo parecer
un producto nuevo gracias a una nueva cara y a un reinicio del universo.
Volviendo a Spider-Man, en 2012 se
estrenó su cuarta entrega en forma de reboot:
The amazing Spider-man (Marc Webb).
La película volvía a los orígenes de Peter Parker y narraba situaciones que las
otras no contaron. Otro ejemplo es X-men
primera generación (Matthew Vaughn, 2011), en la que descubrimos las primeras
aventuras de nuestros jóvenes mutantes.
Y por último, una de
las cosas que más ha caracterizado al Hollywood de los últimos años son los remakes.
Se está dando con mucha frecuencia que Hollywood se haga con los derechos de
éxitos extranjeros recientes para rehacer la versión americana. Los hombres que no amaban a las mujeres (2011),
de la saga Millenium, cuya primera
parte re-hecha se estrenó de la mano de David Fincher, tiene una diferencia de
2 años (!) respecto a su original sueca. En este momento se están produciendo
en total 75 remakes y reboots:
¿cuántos se hacían hace 20 años? Y todo este reciclaje de ideas no hace más que
repercutir en el público, que se cansa, que ya ha visto las mismas películas
varias veces bajo formas distintas.
Y es que la clave para
entender éste proceso son las series televisivas. Coincidiendo con el nuevo
milenio, la televisión ha dado a luz toda una generación de series de una
calidad igual o incluso superior a la del cine. Series como las ya vistas Los Sopranos (HBO) o más actuales como Breaking Bad (AMC) demuestran una
calidad artística mayor que el cine que se hace hoy en día. Eso es precisamente
lo que empuja a Hollywood a las franquicias: la serialidad. Una serie de
televisión con 5 temporadas, 12 capítulos por temporada y 45 minutos por
capítulo permite un desarrollo tanto de los personajes como de las tramas que
una narración en 120 minutos no puede soñar. Ese tiempo nos permite conocer
mejor a los personajes aunque nos sorprendan cada día. Hollywood quiere
competir con eso pero tiene serias dificultades. La televisión le gana terreno
inexorablemente. Y es que ni siquiera el 3D o el formato IMAX dan muestras de
poder plantarle cara. La Meca del Cine necesita urgentemente una renovación de
ideas y de talentos, de la talla de Christopher Nolan o J.J. Abrahams. ¿Será
capaz?
Los mejores finales de la Historia del cine (según mi pobre criterio)
By : El día del Espectador
DIEGO REAL
Así es amiguitos, si en todas las webs y blogs de cine se
hacen listas sin ningún criterio en las que ni están todas las que son ni son
todas las que están, yo me uno haciendo un particular repaso por los mejores
endings (cuando quiero puedo ser tan anglosajón como Isabel Coixet) de la
Historia del cine, sin spoilers. Eso sí, como he dicho es mi criterio por lo
que no se esperen que habrá despedidas en aeropuertos emplazándote a cierta
capital francesa, ni ladrones cojos y tontos que al final no lo son, ni siquiera niños que ven psiquiatras fantasmas con peluca. Juzguen ustedes:
“Pink Flamingos” (1972). Todo el mundo sabrá a qué
parte me refiero, al maravilloso epílogo de inmundicia con el que se redondea
la película. En una época anterior al two girls one cup, one man one jar o las
decapitaciones de Ogrish, Waters hizo de la repugnancia un hito. Su cine invitaba a mirar y a apartar la
mirada haciendo de la mierda un arte y estudio sociológico. Con esta escena de
Divine y el perro me remito. Jodido GENIO.
· “Silver Tongues” (2011). Película extraña que se pudo
ver en el pasado Festival de Cine de San Sebastián. Puede que sea un film
previsible y que no guste a los críticos pero, estoy hasta harto de pelis que
hacen sentir cómplices al público con su buena intención. A veces quiero que
una cinta me vuelva la cara y me escupa, que me agreda después de confiar en
ella. Este final es uno de ellos. Sales del cine jodido y engañado. Has sido
víctima de Joan y Gerry (al que da vida Lee Tergesen, el hermano capullo
militar de la serie “Una chica explosiva”).
· “The Apple” (1980). Película que ya analicé y a la que
tengo un enorme cariño. Su final también te deja como el de “Silver Tongues”,
insultado. La película es bizarra, hortera y ultragay de por si, llegando a
funcionar como torpe musical distópico. Pero el final (¡DIOS MÍO QUÉ FINAL!) es
lo que lo convierte en obra maestra. Te quedarás con cara de imbécil y no
sabrás que has visto, pero nunca lo olvidarás. Sin desvelar mucho diré que es
muy similar al genial sketch de la muerte por paté de salmón en mal estado de
“El sentido de la vida” pero con mensaje bíblico.
· “Desayuno con diamantes” (1961). ¿Qué pinta el mejor y
más clásico film romántico es la lista de un demente? No lo se. Adoro esta
película y su final es redondo. Me encanta Audrey Hepburn y me gustaba antes de
que a todas las niñatas le gustase empapelar sus habitaciones con póster de
esta diva (parece que ahora hay que sobrevalorar a Marilyn). Continuando, daría
lo que fuese por ser ese gato sin nombre, ella misma, mojado y entre los
cuerpos de la musa de Givenchy y George (Hannibal) Peppard mientras suena "Moon
River". Mojaría mis hipotéticas bragas. (Atentos al minuto 2:30, comprederán lo que digo)
· “La montaña sagrada.”(1973) También amo a Jodorowsky,
sin más. Tachado por charlatán por unos, yo lo considero un gran filósofo,
humorista, cineasta, un personaje de la hostia. Como director tiene obras
acojonantes (“Santa Sangre” y la lisérgica “El topo” a la cabeza).” La montaña
sagrada” es mi favorita ya que es chocante y extraña, pero si rascas es ironía
y crítica pura. Además, no miento si digo que algunas de las escenas más bellas
de la Historia del cine están en esta obra de culto (el anciano dándole su ojo
de cristal a una niña prostituta es la escena más hermosa y a la vez horrible
que he visto en mi vida). El final es otra genialidad. Aquí no hay engaños y la
película se descubre como lo que es: cine y, por tanto, engaño. Ahora el que
tiene que mover el mundo eres tú.
· “Los caballeros de la mesa cuadrada.”(1975). Del
filósofo Jodorowsky, a los filósofos Python. Su humor (¿absurdo?) refleja lo humano y lo divino y te
ríes, lo que muchas veces no sabes es que es de ti mismo. En esta lista
aparecen dos finales de dos de sus películas/obras maestras. Para empezar, qué
mejor que por el desenlace de "Los caballeros de la mesa cuadrada". No quiero
decir nada por si no lo habéis visto. Si no lo habéis hecho, sois basura,
escoria. Y es que esa detención final y ese “apaga la cámara” hace que me
descojone al máximo. De existir el final perfecto, es este.
· "La
vida de Brian" (1979). Always look on the bright side of life. Sin más.
· "Happiness"(1998) Obra clave del indie y del mal
llamado, a mi parecer, sucesor de Waters, Todd Solondz. La película es bruta,
sí, pero yo soy un hardcore que quiere más. Si la película me gusta es por esa
escena final del perro (one more time) lamiendo la boca de Trish después de
degustar algo especial. Repugnante y cómico.
· "La noche de los muertos vivientes" (1968). Otro de esos
finales agridulces y cojonudos. El señor George A. Romero con sus metáforas
hace cine necesario de verdad, del que duele pese a que muchos no se acerquen a
este cine porque la carne putrefacta no le deja ver la crítica. Este PELICULÓN,
crítica de la Guerra de Vietnam tiene un final épico, en el que al final
descubres que los hijos de puta no son los zombies, sin cerebro, somos
nosotros, las mentes pensantes que
manejamos las armas. Esto es crítica social, amigos.
· "El valle de los placeres" (1970). Otro de mis directores
favoritos no podría fallar en esta cita: el Fellini rural, Russ Meyer. Este
grande del cine, ha hecho más por el feminismo que el más extremo de los grupos
femi-nazis que hay por ahí. Sus mujeres neumáticas tienen un par y cada teta se
eleva a la categoría de icono. "El valle de los placeres" es un spoof erótico de "El valle de las muñecas". La película es simpática e hilarante, pero la media
hora final es MARAVILLOSA, parece una película a parte: gore, un malvado
travesti, diversión a raudales.
Se acaba el verano...y con él se va Michael C. Duncan
By : El día del Espectador
ÁLVARO TEJERO
Aunque
con los datos en la mano aun falten un par de semanas para el fin del verano la
estación atemporal ha llegado a su conclusión cinematográficamente hablando. Se
acaban los blockbuster, las cintas de animación y junta a ellas las vacaciones
para dar paso a los festivales de Venecia, San Sebastián y Toronto antes de
comenzar la carrera por los Oscars. Estos meses también nos han dejado algunas bajas en nuestro imaginario cinéfilo. Se acaba el estío y con él esas mágicas
noches de verano que cantaban los protagonistas de "Grease"
El
verano es el hábitat natural para grandes, aparatosos y normalmente vacíos
blockbusters en compañía de cintas de animación para ocupar el tiempo de los
niños y sus sufridos padres. Sin embargo esta temporada los estrenos han
cumplido con creces en la mayoría de los casos:
"The Amazing Spiderman" fue una agradable
sorpresa que venció a la mayoría de escépticos que vaticinaban una caída sin
red del héroe enmascarado y la nueva batalla del Caballero Oscuro a pesar de
bajar el nivel respecto a las anteriores, consiguió satisfacer en general a
crítica y público además de asaltar las
taquillas mundiales (a pesar de algún trágico incidente). La animación, a pesar
de no ofrecer en está ocasión ninguna joya ha conseguido divertirnos con los
afilados sables y diálogos de "Piratas" mientras Pixar se mantenía
por debajo de sus grandes obras pero siempre a flote con la infantil y
feminista "Brave". Y finalmente aparecieron "Los mercenarios 2" justificados por la crítica y el público en base a la nostalgia ocultando la
pobre calidad que ofrecen (me cansa el argumento de la pobreza del cine actual
con respecto al pasado, algo que solucionaré en próximos posts).
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| Charlize Theron: La estrella de este verano |
También
se ha producido el adiós de algunas figuras del séptimo arte. La más reciente
Michael Clarke Duncan, ese actor negro de imponente figura que recordaremos por
su papel de John Coffey en "La milla verde" seguramente iluminado por
ese milagro llamado Frank Darabont. Y unas semanas antes el extraño y misterioso
suicidio de Tony Scott, el hermano de... Como suele ocurrir se han magnificado
las cualidades de este director, que si bien ha influido en el cine comercial
de acción actual (para bien o para mal sería ya otra cuestión) sus cintas se
asemejaban a los conciertos de masas de esas grandes bandas de "rock":
mucho ruido y espectáculo visual pero el talento no está siempre presente. Aun
así siempre nos quedaran grandes entretenimientos como "Marea roja" o
"Enemigo público" (aléjense de "Imparable" si no quieren marearse
y dormirse a la vez, eso sí)
Ahora
llegan los meses en que desembarcan las películas "serias", el drama
y el terror a la cabeza, y las distribuidoras desempolvan sus estanterías para
ofrecernos títulos que no sabían en qué momento colocar; atentos estos días a
"Shanghai", película con un impresionante reparto y ambición que se
estrena el 7 de septiembre junto a otras interesantes propuestas. Intentaremos
manteneros informados desde aquí.














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