Posted by : El día del Espectador agosto 13, 2013


           

La temporada veraniega está en su cénit y ya hemos disfrutado de varias delicias, sorpresas y decepciones. Nos decepcionó ligeramente Guerra Mundial Z, nos enganchó Ahora me ves, nos encantó Lobezno Inmortal... Y ahora llega el turno de una de las grandes esperadas del verano, la vuelta a la dirección del mexicano Guillermo del Toro: Pacific Rim.



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El cine es cómo salir con amigos: hay veces que te apetece quedarte en casa discutiendo teorías poscoloniales y transgénero y otras en las que lo único que te pide el cuerpo es ir a una discoteca. Pacific Rim es cómo ir a la discoteca: diversión asegurada.
Del Toro ha querido hacerle un homenaje a dos tipos de cine tradicionalmente japoneses. Por un lado están las kaiju eiga, películas en las que monstruos gigantes arrasan ciudades (frecuentemente japonesas) y luchan entre ellos con la consiguiente muerte y destrucción. En el subconsciente popular estos monstruos representaban el terror devastador de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y precisamente la primera película del subgénero es Gojira (Ishirô Honda), tan solo ocho años después de las explosiones. La otra corriente también asiática es la de los mechas, historias con robots de todas las formas y tamaños típicas del anime y el manga japoneses. En este caso los mecha representaban el poderío militar que Japón perdió tras la IIª Guerra Mundial. Llegados a este punto y con las kaiju eiga en una mano y el cine de mechas en otra, sólo pueden combinarse de una manera: en forma de luchas épicas a puñetazo limpio entre robots gigantes y monstruos horribles para salvar a la humanidad del apocalipsis.

Y es que Pacific Rim es una verdadera fiesta. El típico problema de este tipo de despliegues es que el espectador suele quedarse con ganas de más escenas de batalla, de más efectos especiales… Pero este no es el caso, porque Guillermo del Toro lanza ataques continuos de jaegers (mechas) contra kaijus (monstruos) a cuál más épico y técnicamente impecable (atención, porque los efectos de la película son de los más logrados en lo que llevamos de temporada). Atrapado en el infierno de la producción de El Hobbit, del Toro no había podido dirigir nada desde 2008, pero su vuelta es por todo lo alto y demuestra estar en plena forma. De la película hay que destacar su gran capacidad de entretenimiento gracias sobre todo a un diseño de producción muy imaginativo (todos desearíamos poder tener a nuestro propio jaeger) y una batallas muy bien coreografiadas y mejor filmadas: es espectacular ver como los kaijus destrozan lugares emblemáticos a lo largo del globo (Sídney, Hong Kong, San Francisco...). El derroche de efectos hace posible que hasta los flashback tengan altas dosis de destrucción.  Actoralmente el único que demuestra ser algo más que una cara es Idris Elba, muy superior al resto del cast. Lo malo de la película es que se vuelve excesivamente infantil en ciertos momentos (véase la pareja de científicos ridículos).


En otro orden de cosas, del Toro logra combinar exitosamente las intenciones de expansión de Hollywood al mercado asiático (sobre todo chino) con la temática de la película: una tradición cinematográfica típicamente asiática ambientada durante en Hong Kong y con una co-protagonista japonesa (Rinko Kikuchi). Un buen ejemplo de cómo hacer un producto comercial de forma imaginativa. Lo mejor: cada una de las peleas. Lo peor: los intentos de justificación científica. Pero si sois amantes de Guillermo del Toro y de la cultura cinematográfica japonesa, Pacific Rim es vuestra película. Plus: nuestro querido Santiago Segura tiene un cameo tan inesperado como divertido. Id corriendo a cancelar el apocalipsis!


NOTA: 7

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